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viernes, 31 de octubre de 2025

Seminci 2025: 7ª jornada

Cuando la motosierra de Milei agudiza el ingenio del cine argentino y un documental sobre el Vesubio me hipnotiza



Ramiro Sonzini (izq.) y Ezequiel Salinas directores argentinos de La noche está marchándose ya


Les confieso que a estas alturas de la función, cinematográfica claro, el que esto escribe ya da síntomas de agotamiento. Uno va con el piloto automático y le cuesta saborear los platos del restaurante Colombo o lograr placer de las imágenes y sonidos en pantalla. Esto es fruto de la sobredosis. Bien es verdad que cuando encuentra alguna pepita de oro inesperada, bien en el Pisuerga bien en el Esgueva, uno sale del teatro Calderon como si hubiera rejuvenecido unos años. Así es la magia de esta droga llamada cine.

Esto ha ocurrido con la única propuesta argentina de la Sección Oficial de la Seminci. Su título procede de una canción de José Luis Perales -si hubiera nacido en Nueva Jersey y se llamara Frank Sinatra habría sido Dios, pero esa es otra canción-. Volvamos al cine. Como iba diciendo el título procede de un fragmento de la canción llamada «¿Qué pasará mañana?».  Y dice así:

Yo te diré, temblando la voz. El tiempo va deprisa y ese día que soñamos, vendrá. Apaga la luz. La noche está marchándose ya. 

La noche está marchándose ya es un filme rabiosamente político y metafórico. Habla del desmantelamiento de la cultura que está ejerciendo el presidente Javier Milei fruto de la crisis económica que llevaba el país. La historia simbólica transcurre en un cine de la ciudad de Córdoba. La situación de crisis lleva a que uno de los dos proyeccionistas, llamado Pelu, con que cuenta el cineclub deba pasar a labores de vigilante nocturno. Su vida se tuerce cuando apenas con su sueldo puede pagar el alquiler del piso donde habita y decide cobijarse en el cine transformándose en su hogar. Por allí irán siendo acogidos por Pelu los mendigos y desheredados de las calles de Córdoba. 

La cinta está rodada en blanco y negro, más por razones presupuestarias que de índole expresivo según cuentan sus realizadores Ezequiel Salinas y Ramiro Sonzini en rueda de prensa. Pero qué quieren que les diga esa textura granulada le va muy bien a esta fina, ingeniosa y acertada ficción política. Salinas y Sonzini juegan con el tropo alegórico de lo que pasa en el cineclub municipal para hablar de la situación actual de la cultura argentina y la motosierra de Milei. Me quedé con las ganas de preguntar para cuándo harán otra sobre cómo han llegado los argentinos, el país más culto de toda Hispanoamérica, a esa situación. Seguro que les sale un díptico maravilloso. Pero me temo que ustedes ni yo lo veremos desgraciadamente. No me extraña que Salinas y Sonzini dijeran en la rueda de prensa en el Salón de los Espejos que desde que entró el gobierno de Milei muchos del mundo del cine han tenido que buscarse otros trabajos y que ellos llevaban tiempo sin poder trabajar en el cine. Pues los hechos les desmienten por fortuna: acaban  de rodar una muy interesante película que auguró tendrá un exitoso recorrido. 



La foto superior está hecha en un momento preciso: al paso de José Luis Cienfuegos, director de la Seminci por en frente de la tienda. Tenía la ilusión de que si se ampliase la imagen, la figura de él apareciese en un reflejo al fondo, vagamente difusa. No será así pues una cosa es la pretensión del artista y otra el resultado final (decepcionante en este caso). Sin embargo, si la amplían un poco podrán descubrir al fotógrafo junto al osito de pajarita naranja. 

La Casa Brígida es una pequeña tienda situada en la calle Platerías, número 2 de Valladolid (una de las calles más antiguas de España). Desde 1995 lleva funcionando, aunque curiosamente al entrar uno parece que se ha retrotraído en el tiempo. Suelo comprar cada año que vengo al festival un panetón (panettone en italiano) para visitar a la familia. El panetón es un bollo navideño de origen italiano, de consistencia esponjosa (como tocar unas tetas blanditas) y en forma de cúpula, generalmente relleno de pasas (los pezoncillos de los pechos) y frutas confitadas.

Todo este preámbulo de carácter arqueológico-fotográfico me ha llevado a Italia. En concreto al Vesubio y a Nápoles gracias al documental de Gianfranco Rosi titulado Below The Clouds (Bajo las nubes). Es de lo mejor que veré en esta edición. Está filmado en un bellísimo blanco y negro con una amplia gama de grises. Y con una edición de sonido que contemplar las diferentes líneas de composición narrativa es toda una gozosa experiencia. 

Como la verán muy poquitos, me gustaría, por si logro que ensaliven como si fuera un dulce panetón, contarles uno de los ejes de construcción. Rosi muestra a lo largo de sus 115 minutos una sala de cine antigua (de esas cuyos asientos son de madera y el culo se mortifica como Cristo en la Cruz) y vamos viendo fragmentos diversos de películas sobre el Vesubio, entre otras de Te querré siempre de Roberto Rossellini con la famosa secuencia de excavación arqueológica donde Ingrid Bergman y George Sanders ven el hallazgo de una pareja de enamorados carbonizados y fosilizados.

 La idea básica de Below the Clouds es un intento de descubrir la ciudad que rodea al Vesubio desde varios puntos de vista: los tesoros expoliados que había en la ciudad enterrada por la lava, las llamadas de emergencia de la población civil por las sacudidas por temblores de tierra, la descarga de grano de trigo en el puerto procedente de la Ucrania en guerra con paralelismos visuales a la lava del volcán… En ultimo instante, Rosi deja de mostrarnos las diversas proyecciones desde diferentes butacas de la sala de cine para transformarla, es un decir, en un lugar abandonado por la crisis del negocio, con el proyector envejecido, apagado y congelado por la destrucción  del tiempo. El tiempo que destruye y conserva a su vez la memoria de un pueblo como el napolitano, cuna de Paolo Sorrentino. 

Gianfranco Rosi no olvida el bullir de la gente, centrándose en un viejo profesor que da clases particulares en esos locales llenos de libros viejos y reliquias con amplias mesas. Mientras corrige los ejercicios de sus alumnos, le vemos leer Los Miserables de Víctor Hugo. Un joven le pregunta que en cuánto tiempo se lo ha leído. El maestro le responde que en diez días. A lo que el chaval, que suele ver recetas de comida en aplicaciones de móvil, le responde: “Pues aunque tuviera menos páginas, no acabaría por leerlo”. Si las generaciones jóvenes no se preocupan por aprender el pasado, solo nos queda una turbia neblina que, como ocurre con el final del documental, borre cualquier atisbo de escultura romana o griega que atesora Nápoles. No hará falta que el Vesubio resurja para cubrirlo todo. Para eso se encarga la ignorancia.


Gael Garcia Bernal interpretando, es un decir, a Magallanes 


Mira que el día brillaba como si estuviéramos en Cádiz. Pues tuvieron que venir las nubes que amenazaron tormenta. Creo que ha sido la única vez que he escuchado pataleo esta edición. Ha tenido que ser en el teatro Cervantes tras dos horas y cuarenta minutos que nos ha enjaretado un director portugués, Lav Díaz, del que no tenía el gusto de conocerle -y menos que voy a tener a partir de ahora-. Nos propone una visión muy particular y espesa de la figura de Fernando de Magallanes. El estilo que ha embaucado a Cannes y ahora a la Seminci consiste en contarnos (?) la peripecia de su pretensión de circunnavegar el mundo en busca de rutas más seguras para la Corona portuguesa y, tras el desprecio mostrado por el rey de Portugal, ofrecérselo a la Corona de Castilla. Son planos secuencias de duran una eternidad, lo mismo que duró su viaje hasta que la palmó en Cebú, una de las islas de Filipinas. Lo encarna Gael García Bernal. Supongo que era la única manera de sacar la pasta, de entre otros cándidos productores, de RTVE. 

Como va de progre, pues tenemos toda la argumentación de la agenda revisionista del Descubrimiento de América: los conquistadores malos, imponiendo su fe a los indígenas, estos tampoco se libran mostrándolos machistas con las mujeres (una joven le alerta de los peligros de los extranjeros llegados a la isla y el jefe le contesta que no se meta en asuntos de hombres), la Corona portuguesa ambiciosa y sin importarle las nefastas masacres de la población al intentar expoliar las riquezas, matanzas por doquier…

No le negaré a Lav Díaz un estilo propio, pero es tan plomizo que llega un momento en que piensas: ¿qué necesidad hay de alargar cada plano al medio minuto? Pues tal vez Díaz se  crea que en lugar de una película esté rodando frescos pictóricos porque abundan los planos secuencia en donde el estatismo es frecuente. No rueda, por ejemplo, escenas de violencia que serían algo dinámico, sino sus resultados: cadáveres desparramados por las aldeas indígenas o por las costa de los mares. 

Leo en el folleto que «el Festival de Cannes acogió el estreno de esta película colosal que recoge el testigo de obras como Aguirre, la cólera de Dios o Apocalypse Now, para acercarse a lo cotidiano como verdadero repositorio de los misterios de la Historia».

Me comentan que detrás del proyecto está Albert Serra en la labor de producción y hay que destacar -nobleza obliga- la hipnótica fotografía de Artur Tort (Pacifiction, Tardes de soledad), para aproximarse a «uno de los episodios cruciales de la conquista de Filipinas en el que la geopolítica se revela inseparable de las pasiones humanas». Uno pasión, pasión en la interpretación de Gael Garcia Bernal interpretando a Magallanes no he notado precisamente. Hasta me costó reconocerlo pues los primeros planos si los hay yo no los vi.

miércoles, 29 de octubre de 2025

Seminci 2025: 6ª jornada

Cuando la vaca de la Seminci no da más leche (de la buena)







No sé si desde el comité de selección de la Seminci creen que los espectadores somos de goma, que podemos tragarnos cualquier cosa, sin sentir la dureza de los asientos diseñados para espectáculos que no suelen superar la hora y media. El próximo año he decidido que vendré con sonda o conejo porque si los autores siguen rodando películas de más de dos horas y no me gustan lanzaré el contenido de mis efluvios a la pantalla. Que me arresten. Así tendré que contar experiencias carcelarias de las que se nutre el arte y la literatura.

A Kristen Stewart la recuerdo por su participación en Crepúsculo que le daría la suficiente pasta como para producir y dirigir esta su primera película: La cronología del agua. Su rostro ya me infunde esa prejuiciosa convicción de que si rodase algo, no sería lineal ni claro ni apto para el hueco de la tarde de A3 para sus telefilmes burgueses. Va sobre abusos sexuales. Me temo que habrá más en la selección -esta mañana se presentaba en rueda de prensa otra más con el agua de por medio titulada Cuando el río se convierte en mar.
 
La cronología del agua -¡vaya título!- está basada en un best seller -así lo indica el folleto del festival- autobiográfico de la ex nadadora Lidia Yuknavitch. Tras el ver el filme, a uno no le entran ganas de devorar el libro por muy bien escrito que esté. 
Stewart se puede gastar el dinero en lo que le dé la gana, pero me temo que, al realizar La cronología del agua, en quien menos ha pensado es en el espectador. La vida de Lidia ha sido devorada por el pederasta de su padre, hombre con buena planta, gafas de los años sesenta que inspira seducción y confianza pero que es un depredador en la noche (más bien de día) dentro de la familia. 
El problema y el acierto -disculpen el oxímoron- es que Kristen Stewart quiere reflejar con planos breves, escenas rápidas y saltos temporales las mente torturada de Lidia. Retrata bien las diferentes adicciones, excesos y búsqueda de salvación de una mujer que solo encuentra en la escritura una manera de salir de su cuerpo, que no de su mente torturada por el dolor. No seré yo quien eche por la borda la labor de la directora, pero la experiencia de ver este resultado te deja como la protagonista: con ganas de huir, ella de su figura paterna; nosotros del patio de Calderón. Convencido de que pilla premio en el palmarés.


Teatro Zorrilla, sede de la Seminci


De Alemania nos viene Mirrors No. 3 de Christian Petzold que hace películas que se ven pero no dejan huella. Esta es otra más. Su estilo es una escritura cinematográfica tan roma y pedestre que no logra cautivarme en casi ninguna escena. Parte de un arranque que se me hace inverosímil, forzado, todo para contar después algo que me convence un poco más: la aparición de una mujer, Laura, que acaba de tener un accidente de automóvil en el que su novio ha fallecido, se ve alojada en la casa de campo donde vive Betty, una misteriosa y extraña mujer. Sin saberlo ella, Laura ocupará el hueco dejado por un ser querido en la vida detenida de Betty. Lo mejor es que dura menos de 90 minutos. Les recomendaría En la habitación de Todd Field o La habitación del hijo de Nani Moretti, de temática similar y mayor calidad.

La tarde nos ofreció la última de la Sección Oficial: la china Vivir la tierra. No me resisto a citar textualmente cómo te venden la moto de una cinta que me ha clavado puñales en los ojos, provocado alteraciones acústicas en los oídos al oír las voces de los intérpretes o sudoraciones previas al desmayo al ver cómo movía y encuadraba la cámara el director Hugo Meng (¡¡¡Mejor Director en Berlín!!!). La película «nos invita al corazón del paisaje rural de la provincia de Henan a través de los ojos inocentes de Chuang, un niño de 10 años que debe quedarse con en su aldea mientras sus padres parten en busca de un futuro mejor. La cámara retrata con ternura la fuerza silenciosa de una familia que resiste, arraigada a una tierra milenaria que comienza a transformarse bajo el peso de la modernización». 
El papel lo aguanta todo. Mis ojos, en cambio, han visto una sucesión de escenas cotidianas sin la mayor vertebración, ni interés y contempladas desde planos generales alejadísimos de los personajes como si estuviera dando testimonio de hechos etnográficos (rituales funerarios, bodas, recogida de siembra, relaciones familiares…). Lo mío ha sido una experiencia de lo más dolorosamente aburrida que he tenido este año en la Seminci. Y encima le darán premio. Mi satisfacción será comprobar que no la verá ni Dios por mucha distinción que le den. Nota: pocos se han marchado de la sala de Cervantes (sala de tortura) antes de acabar. 



Seminci 2025: 5ª jornada

Nacimientos, violaciones, árboles centenarios y el teatro como espacio de verdad y resistencia, protagonistas de la Seminci



Jean-Pierre y Pierre Dardenne presentando ‘Recién nacidas’ 


En la cafetería El Minuto constato ya una doble realidad: la primera es que ya nadie apenas lee el periódico en papel; la segunda es que muchos espectadores que asisten a las sesiones matinales de la Seminci son jubilados que han tenido en el pasado una afición al cine. El día en que mueran, los sucesores de Cienfuegos, director del festival, lo van a tener jodido para llenar el Teatro Calderón, sede principal del certamen.

La jornada de hoy martes arrancó con Recién nacidas de los hermanos Dardenne, Jean-Luc y Pierre. Los belgas, desde que los descubrí en esa peliculita que ganó la Palma de Oro titulada Rosetta, arrebatándosela a El verano de Kikujiro, tienen dos cualidades: siempre hacen cine social y siempre ruedan cámara en mano pegada al personaje. En este caso siguen con su mismo estilo. Recogen en Recién nacidas el caso de tres muchachas en torno a esa edad en que tener un hijo puede truncar la vida de cualquiera porque o bien no has acabado los estudios de instituto, o bien no existe el apoyo familiar o bien no sabes por donde te pega el aire de la vida con sus colmillos. Los tres personajes con o a punto de tener bebés son un muestrario de los casos que se pueden dar: una de las muchachas quiere conocer a la que fue su madre que la abandonó para no repetir la misma historia con su bebé; la segunda sufre el abandono de su novio aunque ella esté colada por él; y la tercera quiere dar en adopción a su hijo debido a que su hogar es un infierno. 

Los Dardenne adoptan un tono moderadamente dramático y con unas resoluciones que son esperanzadoras, pues quieren mostrar historias reconfortantes para el espectador. Eso hace que se vea Recién nacidos con agrado, no aburra y se tome conciencia -para eso se inscribe en el cine social con toques a lo Frank Capra- de que echar un polvo sin protección tiene consecuencias para toda la vida: se llama asumir la responsabilidad  de los actos de uno. 

Sorry, Baby es la segunda propuesta de la Sección Oficial. Es la ópera prima de Eva Víctor que ha aprobado con nota. El tema no sale a relucir hasta bien avanzado la primera mitad, lo que hace que no sepas muy bien si los chistecillos entre dos mujeres jóvenes, una profesora de literatura de la universidad de Nueva Inglaterra y la otra su antigua compañera, sobre tirarse a los tíos, el tamaño del pene y otras banalidades del mundo femenino -que hicieron reír a algunas espectadoras del patio de butacas-era comedia o drama. Pero claro estamos en los tiempos en que estamos. Así que no debía ausentarse el asunto de los abusos y de cómo se recupera uno de ellos. La originalidad está en que transcurre por cauces distintos a los vistos en otros filmes de parecida temática. 

La actuación de la propia directora Eva Víctor, que además es guionista con partes autobiográficas, tiene mucho mérito. Así que no descartemos que esté presente en el palmarés. 



La mayor rareza vista en esta edición hasta ahora ha sido Silent Friend de otra directora llamada Ildikó Enyedi que provocó bostezos y alguna que otra siestecilla en el patio de butacas. Los 147 minutos sobre tres historias con leve argumento en tres épocas distintas del siglo XX se me antojan excesivas. Estamos en un jardín botánico de una ciudad alemana. Ahí se encuentra un árbol bicentenario del que no había hablar jamás: un ginkgo biloba. En torno a él tienen lugar tres historias de interés desigualmente conseguido. Supongo que Enyedi un buen día se preguntaría si las plantas reaccionan ante los estímulos del ambiente, cuál es su sensibilidad ante el mundo. Hay una escena en que Tony Leung, que interpreta a un neurólogo, explica en un aula que estudia cómo perciben el mundo los bebés antes de hablar. Como no puede obtener respuesta de ellos, no le quedan más remedio que observar las respuestas neuronales de sus cerebros. Afirma en la clase que la ciencia solo puede abundar en hipótesis para explicar mediante metáforas el funcionamiento de la naturaleza. Y en eso se embarca Ildikó Enyedi con un resultado no del todo convincente, aburrido en muchos momentos. Creo que en la película abundan en demasía planos donde el elemento floral está omnipresente y, en ocasiones, de manera innecesaria para el fluir de la narración. 


El director italiano tras la presentación de Duse en el teatro Carrión 


La propuesta del italiano Pietro Marcello titulada Duse me parece loable, pero fallida en general. Aborda la figura de la actriz de teatro italiano Eleonora Duse de principios del XX, interpretada por Valeria Bruni-Tedeschi, que en momentos me parece histriónica. Tiene dos líneas argumentales que, lejos de retroalimentarse, van en paralelo: la vida teatral de Duse en sus últimos años como lucha contra el dolor del pueblo y contra el conflicto mundial de la I GM; y la descripción de la vida familiar, en la que su hija (buena actuación de Noemí Merlant) le demanda una atención y un cariño que nunca logrará de su madre.

 Por último, Marcello también aborda el contexto histórico, pero en mi opinión de un modo que deja un poso poco convincente al tratar de avisar de que, de la misma manera en que triunfó el régimen de Mussolini, hoy puede volver a acechar movimientos poco democráticos si no se le hace frente con las armas de la cultura. El director de Martín Edén (2019) introduce a lo largo de todo el metraje escenas de la época en color que tratan de dotar de un mayor verismo a la narración pero de manera un tanto confusa. Creo que todas las escenas que aparecen de ensayos y representación teatrales de obras clásicas (Ibsen, etc.) entorpecen más que enriquecer lo que pretende Pietro Marcello. 



martes, 28 de octubre de 2025

Seminci 2025: 4ª jornada

Cómo dos estilos cinematográficos tan radicalmente distintos pueden llegar a alegrarme el día 



Hay personas a las que les gusta el agua de Vichy; otras a las que le pirra el Dom Perignon o el Moët; y, por último, hay -las menos- que se revelan de gustos bífidos, o sea, por ambos líquidos tan extremos. Es lo que me ha pasado hoy en el Teatro Calderon dentro de la S O de la Seminci.

La mañana comenzó con una pequeña película titulada Lionel dirigida por Carlos Saiz Espín. Empieza la cosa que no sabes por dónde va a ir pero poco a poco está roadmovie de viaje sentimental -todo viaje lo es en el fondo- de Murcia a Francia de un padre y su joven hijo en busca de un reencuentro vacacional con la hija y hermana de ambos empieza a cautivarme. Como digo es un viaje emocional más que de peripecias aventureras. Habla, sobre todo, de la necesidad de comunicación entre padres e hijos, de los trapos sucios del pasado que siguen sin limpiarse, de las discusiones diarias, de la necesidad de los abrazos que nunca hubo en la infancia, de las ausencias paternas, de los divorcios que dejan heridas sin coser, de la necesidad de compartir de nuevo los recuerdos… Dice el director que cuando conoció a Lionel, hijo, sintió la necesidad de rodar este largometraje. Yo no habría visto material dramático que rodar, pero el director lo logra. El gran acierto de la película es el tono -me recuerda a Seis días corrientes de Neus Ballús también vista hace años en Seminci-, esas pocas indicaciones que el director daba y esperaba a que en las escenas surgiera una energía que se plasma luego en  Lionel. Cuenta Carlos Saiz que su puesta en el largo viene de un corto previo titulado La hoguera. La clave del éxito es que los tres personajes son auténtica familia y, claro, eso sabe captarlo la cámara. Parece fácil, pero no siempre la realidad es filmable para ser interesante y convertirse en una estimable obra. Es como si fuera un documental ficcionado, donde en muchas escenas la cámara estuviera oculta. Donde cuando el director vaya a decir “¡acción!”, los actores entienden “¡corten!”. Ahí está el gran logro de Carlos Saiz Espín. Un proyecto que le ha costado levantarlo cinco años. Contiene un final entre padre e hijo que justifica todo el trayecto de ida y vuelta: viaje curativo para Lionel hijo, sanador para el espectador.




La segunda propuesta en la Sección Oficial ha sido Sound of Falling de la alemana Marscha Schilinski. Es junto a Resurrection la propuesta más alejada de la narrativa clásica y la más original hasta la fecha. No ha gustado a casi nadie. A mí me parece sobresaliente, solo apta para un espectador que quiera tener una experiencia inmersiva en el lenguaje audiovisual que plantea la directora. Para empezar son cuatro generaciones de mujeres a lo largo de más de un siglo en un único espacio: una granja en Alemania. Ocurre que la narrativa va dando saltos hacia adelante y hacia atrás, con una presentación de personajes nada claro al principio, pero cuyas piezas a lo largo de las más de dos horas y media de duración van encajando. Posee una fuerza en la puesta en escena de lo más sobresaliente visto hasta ahora por el que esto escribe. Schilinski deja que las historias fluyan a través de las imágenes y de los sonidos, con apoyaturas de voces en off de las distintas protagonistas. La descripción de la muerte según épocas, el dolor causado en circunstancias de la vida, la mirada -debería decir las miradas de todas las protagonistas, algo fundamental en el cine-, la memoria conservada en fotografías, y la historia que contextualiza las cuatro generaciones compuestas por mujeres en edades distintas forman un mosaico de enorme valor cinematográfico. 

Hay una escena que puede resumir parte de su esencia. Una joven está sentada en un columpio boca abajo. Lo que ve está invertido. Así es como el cerebro ve las cosas: invertidas porque la lente del ojo, el cristalino, proyecta  la luz de forma invertida. Reflexiona pensando que la vida es dolor y que si invertimos todo ese dolor acabaría convirtiéndose en su reverso: la felicidad. Algunos que salían del pase de prensa la criticaban por ser muy nórdica, pero el cine de esos lares ha dado muestra de obras muy existencialistas y esta no escapa de la sombra germinal de Dreyer, aunque la religión aquí no esté tan presente. 

Sé que no es filme para ver después de comer ni tras la cena, sopena de ser usada como somnífero para quedar roque.

lunes, 27 de octubre de 2025

Seminci 2025: 3ª jornada

 Pillion: Cuando le dan por culo y te gusta el resultado cinematográfico final




La organización de la Seminci ha seleccionado dos películas que, en principio, tenían el atractivo de que se trataba de cine de atracos. Todos recordamos las buenas películas de los setenta y ochenta sobre ese subgénero: Tarde de perros o Deprisa, deprisa. Pues bien tras comerme con patatas crudas la aburrida The mastermind, esta mañana en el teatro Calderón hemos podido ver la segunda propuesta, esta vez del cine quinqui español de los ochenta, titulada Golpes. La dirige un tipo que se estrena en el largometraje llamado Rafael Cobos (que también la escribe junto a Fernando Navarro) y que tiene el mérito de haber sido guionista de películas exitosas como La isla mínima o El hombre de las mil caras. Tiene cierto interés la historia que cuenta sobre dos hermanos en Sevilla que viven en la infancia la desgracia de ver a su padre asesinado a manos de la Guardia Civil en época de posguerra. Ese peso tendrán que sobrellevarlo el resto de sus vidas. Migueli (Jesús Carroza) sale de la cárcel para reunirse con su antigua banda criminal; Sabino (Luis Tosar), su hermano, es policía y encargado de arrestarlo por los “golpes” que está cometiendo su hermano para poder lograr el dinero suficiente para comprar un terreno donde parece se haya enterrado su padre tras el incidente hace años con la benemérita. Y este creo que resulta el mayor lastre de la película: hacer verosímil que ese sea el objetivo que mueva a Migueli para cometer los golpes. Aunar memoria histórica con una relato de robos en bancos, joyerías o fábrica de automóviles puede parecer más una maniobra para lograr subvención que te permita rodar que una necesidad de contar algo que a uno le apetezca y sea comercial. Se trata de otra propuesta que quiere alejarse de lo que ya hemos visto en otras épocas pero que en opinión del que esto escribe no logra convencer Rafael Cobos ni en la dirección de actores, ni en la puesta en escena ni siguiera en lo que parecería ser su fuerte: el guion. Una pena.




La segunda oficial ha sido La chica zurda de la taiwanesa Shih-Ching Tsou. Estuvo presente antes del pase oficial de prensa y comentó que la obra era fruto de veinte años. Bueno, no dejo de alabar dos aspectos sobre la historia de una familia una madre y sus dos hijas que regresan a Taipéi, capital de Taiwan: estar narrada alternativamente desde la perspectiva de las tres protagonistas (desde la pequeña de cinco años que logra enternecerte, pasando por la adolescente de instituto hasta la madre que pone un puesto de comida rápida en un mercado) y el montaje que hace que los sucesos familiares sean contados contado con mucha fluidez. Leo en los títulos de crédito que el mirador es Sean Baker, ya saben el ganador del Oscar por Anora en 2025. Y creo que se nota no solo por el montaje sino por la temática. Vuelvo a criticar que desde que el wokismo los papeles de tíos o bien son decorativos, bien estupidos o bien violentos sin dar mayor explicación ni profundidad. Es como la venganza de cierto feminismo que ha ido fermentando el rencor a paso lento y en barrica de roble.

Sergei Loznitsa es un documentalista reputado. Lo único que conozco de él, y gracias a la Seminci en edición pasada, fue un documental impactante sobre el régimen soviético y la muerte de su dictador Stalin titulado State Funeral (2019). En su propuesta a concurso Dos fiscales el director bielorruso vuelve a la carga contra aquel pasado que tanto marcó a varias generaciones de las repúblicas soviéticas y que hoy en día siguen, como se puede ver, sojuzgadas por el régimen ruso. La diferencia estriba en que ahora usa un relato autobiográfico ficcionado de Georgy Demidov sobre sus experiencias en la URSS de 1937. Un prisionero que dice ser miembro del Partido Comunista logra trasmitir una carta a un recién nombrado fiscal local, Alexander Kornyev, quejándose de la injusticia que se ha cometido con él por acusarle falsamente de ser un pionero político.Los desvelos por averiguar el caso mostrarán al fiscal que aunque llegue a citarse con el fiscal general de Moscú en qué país de paranoicos perdidos se hallaba. La película de Loznitsa tiene un estilo reposado pero que corta con aguja de afeitar la trastienda de un sistema política comunista que revela que por mucho que se afeité seguirá provocando injusticias sinfín. La cámara no se mueve y hay escenas largas de conversaciones pausadas pero reveladoras de cómo funcionaba políticamente la URSS. Hay momentos en que parecen hasta surrealistas como la subida por las escalinatas del Palacio de Justicia donde se haya el Fiscal General de Moscú. A destacar la luz plomiza que describe con gran logro ese ambiente soviético de la época de Stalin.




La noche se cerró lo que para mí ha sido la propuesta más agradable de ver tal vez por lo inesperado. Se titula Pillion (se refiere al lugar que ocupes que va atrás de una moto, el paquete) y la dirige un tipo que se estrena en esto de rodar llamado Harry Lighton, al que le acompañó en su presentación en el Teatro Calderón por la noche uno de los coprotagonistas y que mayores desmayos provocó en la alfombra azul: Alexander Skarsgård. La película en otro tiempo provocaría las quejas de la sociedad bienpensante de Valladolid pero hoy en día lo que Pillion provocó (no voy a exagerar porque el espectador castellano es más serio que otros de festivales de terror por ejemplo) fue arrancar ciertas carcajadas con una historia emotiva y cómica. La relación que inician un tipo de aspecto más bien feúcho -pero al que tienes ganas de que las cosas le vayan bien-, fantástico Harry Melling, con un motorista tan guapo que hasta los pájaros se desvanecen de las ramas de los árboles, es a todas luces inverosímiles. Pero el acierto del guion es que la relación que establecen -de tipo sadomasoquista- logra cautivar a un público que salió muy satisfecho. No me extraña que viniese de ganar el premio de guion en Un Certain Regard de Cannes.

Así que acabé satisfecho con este relato inglés queer donde se comen pollas en lugar de conejos, se usan dilatadores anales o se adornan con candados en lugar de collares. Como me dijo el camarero en el restaurante Colombo al pedirle arroz con conejo: “Es el mejor conejo muerto que vas a comer porque de los vivos ya no los catamos en tiempo”. Constrastes que tiene la vida y el cine. 


domingo, 26 de octubre de 2025

Seminci 2025: 2ª jornada

Bi Gan nos regala una ambrosía de los dioses, un canto de amor simbólico al Cine titulado Resurrection 






Escribo esta crónica apresurada mientras uno desayuna presuroso y de pie en la cafetería El Minuto de Valladolid. Todavía pervive en mí un relato múltiple en tiempo y forma sobre el amor al cine que ha creado un tipo de China llamado Bi Gan. No he visto el resto de su escasa filmografía, pero si las anteriores obras (Largo viaje hacia la noche es una de ellas) son tan ambiciosas y logradas en forma y contenido como Resurrection voy a tener que correr a ponerme al día.

A la salida, al ir a recoger el abrigo en la guardarropía del teatro Calderón, la azafata me comentó que la gente salía bien bufando bien muy satisfecha, no habiendo término medio. Es así ante una película que no es fácil, que plantea varias historias encuadradas en géneros cinematográficos distintos para abordar asuntos sobre la esencia misma del cine: su nacimiento, la llegada del sonoro, la trascendencia del cine, su conservación material… Una puta obra maestra, visualmente apabullante al nivel de mi otro dios actual: Paolo Sorrentino.

Entre el público asistente oía decir que tal vez Bi Gan había tenido demasiada ambición al abordar una obra que es un homenaje a todo el siglo XX de lo que ha sido el cine. “Cada capítulo se corresponde con un género cinematográfico, pero también con los cinco sentidos, que representan el núcleo de mi película”, comentaba en la rueda de prensa Bi Gan. «El cine para mí siempre es un juego. Y estas son simplemente maneras de hacer cine.Lo más importante es el final, son las personas que brillan en la película, la emoción». 



La mañana empezó bien con Subsuelo de Fernando Franco. Sabiendo cómo se las gasta Franco -no es un chiste fácil- me preparaba para lo peor. Pero el autor de su cuarto largometraje nos sumerge en esa institución llamada familia burguesa capaz de lo mejor y lo peor. El coprotagonista, un joven actor llamado Diego Garisa  (que cada vez que aparece el voltaje de la luz eléctrica provoca una tensión que ya la quisiera la central a punto de cerrar de Garoña. Lastima que cuando llega el clímax final, Franco no muestra esas dotes de director sobresaliente dejando su obra en una buena muestra de thriller familiar español.

La película narra en clave de thriller el retorcido y enfermizo vínculo entre dos mellizos, interpretados por Julia Martínez con gran mérito y el excelente y de turbia mirada Diego Garisa, que tras un accidente ven cómo su relación cambia para siempre empañada por la culpa. Secretos, manipulación y deseo contenido son los ingredientes de una satisfactoria película del director de La herida

La segunda sesión matinal y a concurso en el Teatro Calderon  correspondió a  El sendero azul de L cineasta brasileño Gabriel Mascaro. Según declaraciones en la rueda de prensa, quería hacer una película sobre la vida de una persona mayor, interpretada por Denise Weinberg, quería no tratase de la finitud, la muerte o la nostalgia. Creo que es el gran acierto de esta historia, donde llegada a una cierta edad el Estado de Brasil necesita retirar a aquellos individuos que cumplen determinada edad aunque sigan trabajando por no ser suficientemente productivos. Esa construcción de una distopía sin recurrir a ambientes vistos en la fantaciencia es un acierto. La protagonista recorrerá diversos episodios, no todas igual de certeros en el ensamblaje de lo que se quiere narrar pero sí de una gran luminosidad que se agradece en personajes de vida añosa.  

Sufrí horrores con una propuesta que decían rompían con las películas de atracos realizadas en los Norteamérica de los sesenta. The mastermind de la directora Kelly Reichardt relata la historia de JB Mooney, un carpintero de buena familia que está en el paro. No se le ocurre otra idea más disparatada que robar junto con unos amigos suyos más tarados e incompetentes que él que unos cuadros en un Museo de la localidad de Massachussets. Viendo cómo transcurre el golpe y las posteriores peripecias deseas con cada vez mayor intensidad que sus vidas acaben entre rejas y que el coñazo de película que difícilmente se puede adscribir al subgénero de atracos acabe ya.

sábado, 25 de octubre de 2025

Seminci 2025. 1ª jornada

 Empezamos mal: de las cuatro vistas ninguna me emociona 




Uno hace un viaje por esas carreteras amplias y solitarias de Castilla La Vieja, ahora Castilla y León, con ese otoño de brumas matutinas y colores de suspiros a muerte, temporada de obras públicas en carreteras,  en la sucesión de túneles que jalonan el trayecto desde Bilbao a Valladolid, sede de la 70 edición de la Seminci. Pues ni Girl, ópera prima de la directora Shu Qi, ni Familia de alquiler de la directora japonesa Hikari ni Tres adioses de la catalana Isabel Coixet me han dejado huella, me han emocionado y sí me han irritado en ocasiones.

No puedo dejar de valorar momentos en cada una de las tres historias pero son tantos los momentos de subrayado, de buenismo o de anuncio de colonia Nenuco que a uno le entran ganas de vomitar encima de la coronilla del espectador que está delante. 

Una de las dos que concursaban en la Sección Oficial es la obra de la niña mimada de los festivales y, en especial,  de la Seminci, Isabel Coixet. El film, Los tres adioses, adapta la novela póstuma y semiautobiográfica de la activista italiana Michela Murgia, Tres cuencos, que, editada en España por Altamarea, cuenta con un prólogo de la propia Coixet. Alba Rohrwacher y Elio Germano dan vida a Marta y Antonio, una pareja que vive en Roma y se separa después de una discusión aparentemente trivial. Pero cuando Marta descubre que padece de una enfermedad, esta empieza a reconectar con los placeres que había dejado de disfrutar. Tres adioses es una carta de amor a la vida, una historia sobre los momentos que determinan nuestros caminos, imbuida de sensibilidad y ternura.

La última hornada de películas de Coixet me habían provocado ardor de estómago. Esta, en honor a la verdad, tiene más interés pero contiene todos los tics autorales que se me hacen insoportables: desde planos donde ha de demostrar que es una autora, hasta momentos de ocurrencias que a uno le sacan de la historia con viaje de ida y cierre de puerta. A veces tengo la sensación de que hay directores que en lugar de ir al psicoanalista, ruedan cine. Ya lo dijo en la rueda de prensa:  

“Encontré en la película una forma de darle una vuelta de tuerca a una de mis obsesiones, hablar sobre cómo vivir sabiendo que vamos a morir”



La segunda de la Sección Oficial es Girl, un estimable pero en ocasiones desesperante debut de Shu Qi que contiene momentos bellos y logrados pero cuya descripción de algunos personajes (el padre alcohólico) hacen lastrar sobremanera el conjunto. Contiene una secuencia final de dejarte k.o. Hsiao-lee es una chica tímida y melancólica. Cuando conoce a la despreocupada Li-li, resurgen en ella sueños que había reprimido tiempo atrás debido a su complejo contexto familiar: su padre, alcohólico, es violento con su madre, quien a su vez descarga todo su resentimiento en Hsiao-lee. Shu Qi da forma a una historia del paso de la niñez a la madurez  sobre el deseo de liberación de los traumas heredados.

Y para más inri uno deja para la noche un as en la manga: Jim Jarmusch, que me ha donado a lo largo de su filmografía un listado de películas que todavía guardo en mi retina y en mi oído. Pero ni por esas. Estaba fuera de la Sección Oficial, en Proyecciones Especiales: Father, Mother, Sister, Brother (la ristra de familiares lo podrán agrandar ante el éxito que tuvo en Venecia con el León de Oro) es una cosita sobre relaciones familiares narrada en tres historias, pero es tan poco interesante que uno ya no entiende si el premio que recibió obedece a su gran trayectoria como artista o si de verdad al Jurado les cautivó está indolente puesta en escena de casi dos horas.

domingo, 19 de octubre de 2025

Seminci 2025

 La 70ª edición de la SEMINCI arranca con 225 películas y 137 estrenos

Veinticuatro largometrajes competirán por la Espiga de Oro en la Sección Oficial entre los que destacan Chloé Zhao, los Dardenne, Isabel Coixet, David Trueba o Kristen Stewart entre otros realizadores 

 

Cartel oficial de la 70º edición de la SEMINCI 2025

  

La 70ª edición de la SEMINCI, Semana Internacional de Cine de Valladolid, empieza a tener síntomas de obesidad, de tamaño elefantiásico, de cuanto mayor, mejor. La Sección Oficial de este año reúne veinticuatro largometrajes que competirán por la Espiga de Oro (el máximo galardón); el año anterior fueron veintidós. Además, se suman cinco más fuera de concurso con lo que hacen un total de 29 títulos ‒la pasada edición fueron 26‒, ya que a última hora la organización ha logrado la incorporación fuera de concurso de Hamnet, la adaptación homónima del fenómeno editorial internacional de la escritora irlandesa Maggie O`Farrel que ha dirigido Chloé Zhao, la directora que ganó el Óscar con Nomadland.

Como anuncia la SEMINCI, esta 70º edición alberga "la selección más potente por el número de grandes cineastas" conformando una programación formada por 225 películas (137 de ellas estrenos: 104 en España y 29 mundiales), que incluye propuestas para un amplio sector de espectadores.

En los teatros Calderón, Carrión, Cervantes, Zorrilla, auditorio Fundos o en los cines Broadway ‒sedes habituales del certamen‒, se podrá ver desde el 24 de octubre al 1 de noviembre, día de Todos los Santos, una programación que radiografía los conflictos globales desde una perspectiva humanista. La SEMINCI trazará "un retrato de las tensiones geopolíticas contemporáneas, desde el sufrimiento palestino hasta la resistencia ucraniana, pasando por los dilemas de la adolescencia y la superación de los traumas familiares", describe la organización.

En su tercer año, el director José Luis Cienfuegos presentó en la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas la programación en la que consignó como novedad este año un ciclo retrospectivo titulado "Dos orillas, un eterno debate. La controversia de Valladolid". Está conformado por 17 largometrajes de ambos márgenes del Atlántico, coincidiendo con el 475 aniversario del primer debate moral sobre los derechos humanos de los pueblos indígenas.


Tres adioses de Isabel Coixet, inaugura la SEMINCI


Inauguración y clausura 

El 24 de octubre comenzará el festival con la gala de inauguración en el Teatro Calderón a partir de las 19 horas. Estará presentada por la periodista Pepa Blanes. Será momento en que la actriz Blanca Portillo entregará a Gonzalo Salazar-Simpson y Sergi Casammitjana, directores respectivamente de las escuelas de cine ECAM y ESCAC, la Espiga de Honor que les ha concedido la SEMINCI este año.

Isabel Coixet inaugurará la 70ª edición con el estreno europeo de Tres adioses en el Teatro Calderón. La directora y guionista con más premios Goya presenta esta adaptación  de la novela autobiográfica Tres cuencos de la escritora italiana Michela Murgia, protagonizada por Alba Rohrwacher, Elio Germano y Francesco Carril. Michela Murgia es la activista feminista y una de las intelectuales más influyentes de Italia ‒eso indica la nota de prensa‒. Espero que no sea otro truño de la Coixet.

Los Tres adioses tiene un argumento prometedor. Relata lo que sucede tras la separación de Marta y Antonio. Él es un chef prometedor que se refugia en sus fogones; ella empieza a notar algo más que tristeza: perdida de apetito... y no solo por desamor. Cuando descubre que detrás hay un problema de salud, todo da un giro inesperado: la comida sabe mejor, la música le llega como nunca y el deseo despierta sus ganas de vivir sin miedo.

Sabor español tendrá también la clausura, pues el director David Trueba pondrá fin el 1 de noviembre a la 70ª edición con el estreno mundial de su nueva película, Siempre es invierno. Se trata de una coproducción hispano-belga en tono de tragicomedia romántica protagonizada por David Verdaguer, Isabelle Renauld y Amaia Salamanca. Está escrita por el propio director a partir de su propia novela titulada Blitz, publicada en Anagrama en 2015. Narra la historia de un arquitecto paisajista que viaja a Lieja para un congreso donde su relación sentimental llega a su fin. 

La clausura del 1 de noviembre acogerá una ceremonia que será presentada por la periodista Elena Sánchez y la actriz Llum Barrera. La entrega de premios se completará con la actuación del grupo La La Love You, uno de los grandes fenómenos musicales de los últimos años en nuestro país, que presentará en la ceremonia un adelanto de su próximo disco. 

 

Sección Oficial: 24 aspirantes al palmarés 

Junto a las ya habituales secciones Punto de Encuentro (esas películas que no entran en la oficial pero que se buscan directores frescos y relevantes), Tiempo de Historia (termómetro de las problemáticas del presente y de las huellas del pasado en formato documental), la recientemente creada por Cienfuegos Alquimias (donde las rarezas y la búsqueda de innovaciones en el lenguaje cinematográfico tratan de sorprender al osado espectador que las ve) o Memoria y Utopía (películas recientemente restauradas que componen un redescubrimiento de la historia del cine), tenemos la Sección Oficial, menú del que todo dios quiere probar y degustar, termómetro de la actual cosecha de autor de 2025.

Pues bien, la S.O. reúne a algunos de los cineastas más reputados del panorama festivalero internacional. Así, tenemos que de Cannes han seleccionado a los hermanos Dardenne ‒los creadores del plano-nuca‒con Recién nacidas, al director bielorruso Sergei Loznitsa, que presenta Dos fiscales, al chino Bi Gan que ganó el Premio Especial del Jurado con su Resurrection, de una duración que dejará los culos dormidos si no algo más con sus 160 minutos de duración, a la norteamericana Kelly Reichardt con The Mastermind, a la alemana Mascha Schilinski, que logró el Premio del Jurado ex aequo por su Sound of Falling, o un habitual de Valladolid, Christian Petzold que presentará Mirrors N. 3. Para acabar con Cannes, también se podrá ver lo que  ha rodado la actriz, productora y ahora directora Kristen StewartLa cronología del agua, presente en Un Certain Regard.

Del Festival de Berlín, vienen dos propuestas: El sendero azul de Gabriel Mascaro, que logró el Gran Premio del Jurado con el relato de una mujer de 77 años forzada a dejar su hogar en el Amazonas para vivir en una colonia donde se recluye a las personas mayores a vivir sus últimos años; y Vivir la tierra del chino Huo Meng, la historia de una familia arraigada en una tierra milenaria que comienza a transformarse bajo el peso de la modernización.

 

A última hora se anunció la participación de Hamnet de Chloé Zhao en la S. O. fuera de concurso 

 

De Venecia, proceden cuatro películas a concurso. Se trata de Silent Friend rodada por la húngara Íldiko Enyédi, historias cruzadas que tienen a un árbol como nexo común; Orphan de László Nemes, autor húngaro que vuelve tras ganar hace años el Oscar internacional con El hijo de Saúl; y un documental italiano sobre la ciudad de Nápoles y la presencia ominosa de turistas y de su volcán, el Vesubio, titulado Under the Clouds dirigido por Gianfranco Rosi. Por último, reseñar otro filme italiano de Pietro Marcello llamado Duse, cuya protagonista, encarnada por Valeria Bruni Tedeschi, es una legendaria diva que vivió entre 1858 y 1924.

Por último, de otro certamen reputado como es el de Sundance, proviene la propuesta de Eva Victor con Sorry, Baby, que fue premiada al Mejor Guion. Se trata se una joven profesora de literatura en una universidad de Nueva Inglaterra que recibe la visita de una antigua amiga de la época de estudiante, lo que provoca que aflora un hecho del pasado que todavía la atormenta.

Entre las nuevas voces cinematográficas que participan en la Sección Oficial se encuentran la taiwanesa Shih-Ching Tsou (La chica zurda), productora del director Sean Baker, los argentinos Ramiro Sonzini y Ezeaquiel Salinas, cuya La noche está marchándose ya es la única representación de Hispanoamérica. 

Completan la S. O. Magallanes del filipino Lav Díaz, padre ideológico del Nuevo Cine Filipino, en el que Gael García Bernal encarna la figura de Fernando de Magallanes en un relato épico que recorre en tres actos las vicisitudes del joven navegador y cuya duración de 160 min hace enfermar al crítico que esto escribe. Y Yes! de Nadav Lapid, que no le anda lejos con sus 149 min, y en el que un saxofonista de jazz que vive en Tel-Aviv junto a su esposa bailarina y el hijo de ambos, le encargan componer una nueva letra para un himno nacional, un tema que celebre la destrucción de Palestina por parte de las fuerzas armadas de su país. ¿Tiene margen para decir que no? Habrá que ver la película para responder.

 

La película de David Trueba, Siempre es invierno, clausurará la SEMINCI

 

 

Cine español en la Sección Oficial 

Además de la ya comentada de Isabel Coixet, serán otras cuatro las películas españolas que participen a concurso. Fernando Franco (Goya al mejor director novel por La herida) competirá en Seminci por la Espiga de Oro con Subsuelo. Adaptación de la novela homónima de Marcelo Luján (Salto de Página, 2015), explora una turbia relación entre dos hermanos tras un trágico accidente de tráfico. La película del director de Morir y La consagración de la primavera indaga en los sentimientos de culpa y dominación, con un destacable elenco de jóvenes actores, desde Julia Martínez (La promesa) y Diego Garisa (Bienvenidos al Edén) a Itzán Escamilla (Élite).

Lionel, el esperado primer proyecto de Carlos Saiz teje, con realismo, autenticidad y sensibilidad, una road movie sobre la tormentosa relación entre un padre difícil y conflictivo que emprende un viaje, tan físico como emocional, con su hijo desde Murcia al norte de Francia. Inspirada en la familia de un amigo del director, Saiz define Lionel como una película «no ficcionada, pero tampoco documental, que quiere explorar la magia de la cotidianidad».

La tercera película española que participará en la Sección Oficial a concurso de esta edición, Cuando un ríoñ se convierte en marde Pere Vilà Barceló (La lapidación de Saint Étienne),desarrolla con profundidad el trauma que sufre una joven tras una agresión sexual. La película presenta no solo la confusión y las heridas invisibles de la víctima, también cómo reconfigura la vida de las personas que la rodean: su padre, una profesora que se convierte en su confidente, y la madre del agresor. La actriz Claud Hernández está arropada por las interpretaciones de Àlex Brendemühl (premio al mejor actor en el Festival de Karlovy Vary por esta película), Bruna Cusí y Laia Marull.

La cuarta se trata de Golpes, el primer largometraje como director de Rafael Cobos. Supone el prometedor debut en la dirección de largometrajes del guionista y creador Rafael Cobos, ganador de dos premios Goya por La isla mínima y El hombre de las mil caras, dos de los proyectos fruto de su colaboración con el director Alberto Rodríguez. Golpes narra la historia de Migueli, un delincuente que sale de prisión en la cambiante España de inicios de los años 80. Decidido a mirar hacia el futuro, antes debe cerrar las heridas del pasado. Para ello necesita mucho dinero y lo necesita rápido.

Fuera de competición, Judith Colell rescata en Frontera, producción participada por RTVE,un episodio poco conocido de la historia de España: el bloqueo de la frontera con Francia, tras la presión ejercida por el Gobierno de Hitler sobre el Gobierno franquista, para cerrar el paso a las personas, muchas de ellas judías, que huían por los Pirineos durante la Segunda Guerra Mundial. La realizadora de Nosotras o Elisa K se inspira en hechos reales para relatar cómo un grupo de habitantes de un pequeño pueblo de Cataluña (interpretados por Miki Esparbé, Bruna Cusí, Jordi Sánchez y María Rodríguez Soto) ayudaron a un grupo de refugiados a entrar a escondidas en España. Esta película se proyectará en una de las dos galas de RTVE de esta edición.


domingo, 12 de octubre de 2025

Muy lejos (2025) en Thinking Football Film Festival

Thinking Football Film Festival pita el final de la 13ª edición con buena entrada, buen ambiente y gran goleada

 

 

Aspecto de la Sala BBK para ver la jornada del sábado del Festival 

 

Hoy 12 de octubre es el último día de un festival que lleva 13 ediciones ocupándose de un nicho muy particular: el fútbol en el cine y su repercusión social. El que sólo entienda esta práctica del deporte como algo para borregos creo que está muy desencaminado: el Thinking Football Film Festival de Bilbao lleva 14 años tratando de demostrarlo.

Contaba Galder Reguera, el presentador durante la semana que ha durado el festival con esta tan exitosa fórmula de cine + entrevista al final de cada proyección, que este domingo finalizaba con The Club that George Built. Es la historia de George Dowell, un jugador de un equipo inglés de séptima categoría que con dieciséis años lo ascienden de categoría al primer equipo. Está viviendo su sueño: el de ser futbolista. Un día, tras el entrenamiento, vuelve a casa con un compañero que conducía el automóvil. Tienen un accidente y a la mañana siguiente le comunican que está tetrapléjico, apenas puede mover una de las manos. Su vida se ve truncada. Recibe una indemización. Entra en una depresión de casi dos años, sin apenas salir de casa. Durante ese tiempo su equipo de la infancia, el Worthing F. C. entra en quiebra. Un día Dowell tiene una idea: comprarse el club y tratar de levantarlo con la indemnización que había recibido. Desde ese día se convirtió en el presidente del Worthing. Con esta anécdota Galder quería demostrar que el fútbol va más allá del campo de juego y de la admiración por los millonetis. George Dowell le comentaba a Reguera: "Yo había salvado al club, pero el club previamente me había salvado a mí". 

Galder Reguera se preguntaba retóricamente para qué servía el fútbol. Pues bien, se respondía afirmando que a la proyección de The Club that George Built asistirá la Peña Denon Athletic, que es la primera peña de fútbol oficial de la Liga Profesional creada por personas con diversidad funcional. Vamos con discapacidades varias pero con un enfoque en el que se centra en lo que se puede hacer. Para eso sirve el fútbol entre otras cosas. 

 Esta semana he podido observar cómo se llenaba la bilbaína sala BBK, salvo el sábado que estuvo al 35% de su capacidad en su segunda sesión. Es lógico que la programación siempre tenga un mayor o menor atractivo. Y esta sesión estaba compuesta por dos cortometrajes de animación y un documental titulado Girls Move Mountains, que relata cómo unas chicas del norte de Paquistán logran formar un equipo de fútbol y participar en un torneo femenino, a pesar de la oposición del pueblo y de los religiosos musulmanes. Me quedo con la última frase de una abuela a su nieta: “Está bien practicar el fútbol, algo que en mis tiempos era inconcebible, pero no olvides tampoco llevar las tareas del hogar”.

Quiero reseñar aquí una delicia de cortometraje de animación titulado Cómo los cosacos jugaron al fútbol de un dibujante de los años setenta llamado Volodymir Dakhno. Pertenece a una serie muy popular ucraniana de esa época titulada Cómo los cosacos... En cada capítulo se veía un episodio distinto donde los cosacos eran los protagonistas. Me reafirmo viéndolos que, si se tienen buenas ideas, los medios no importan tanto. Es una delicia ver cómo en este episodio de 18 minutos con tan sólo música y sonidos onomatopéyicos los cosacos se enfrentan sucesivamente a tres equipos con estilos de fútbol tan distintos, para lo cual a Dakhno no le importa saltar de unas épocas históricas rompiendo así la lógica temporal: primeramente, se enfrentan a un equipo feudal, con un estilo rocoso ya que los jugadores llevan vestimenta metálica; luego viajan a la Corte de Versalles, con un estilo emperifollado de jogo bonito; y, por último, a la época de la Revolución industrial inglesa, donde se tendrán que ver con los creadores del balompié moderno: los ingleses y el estilo embarrado, donde antes de la modernidad de los tapetes de césped de quita y pon, y los campos artificiales de fútbol, el estado del campo era importante para la práctica del mismo.

 

José Ángel Iribar, el Chopo, a la izq. junto al redactor del blog

 

 He podido cumplir mi sueño legendario: sacarme una foto con el mítico Txopo, José Ángel Iribar, que quien para que no lo sepa fue, es y será una leyenda y portero del Athletic Club durante 1962 a 1980. Antaño el Atlético de Bilbao y para los que quieren tocar los bolings: el Bilbao. Ha estado en muchas sesiones durante la semana como pueden verle en esta foto delante de donde yo me sentaba. 




Quisiera reseñar un documental que nos emocionó a todos (los que tengan corazón rojiblanco, claro). Se trata de la islandesa The Home Game de Smari Gunn y Logi Sigursveinsson. Reguera en la presentación daba en el clavo al afirmar que "en el arte en general, la bondad está mal vista. Parece que para hacer buena literatura y buen cine hace falta un drama. Al revés, es todo lo contrario", opinaba. Se trata de una joyita de 78 minutos que relata cómo en un pequeño pueblo islandés, Hellissandur, de apenas 300 habitantes, un entrenador local tuvo la idea hace 25 años de crear un campo de fútbol bajo suelo de lava y a los pies de un glaciar con el objeto de jugar un único partido de la Copa islandesa. Sin embargo, el equipo local tuvo la mala suerte de jugar la eliminatoria a un sólo partido en el campo rival. Así que todo se vio frustrado al perder por... 10-0. Tiempo después, a su hijo se le ocurre apuntarse de nuevo y formar un equipo para volverlo a intentar. El resultado es esta emocionante filmación cuyo guion se escribe sobre lo que sucede en la realidad, con más giros y momentos logrados que si lo hubiese imaginado un guionista profesional. Mi compañero que estaba a mi lado, me comentó que el último gol lo había celebrado más que si lo hubiera metido un jugador rojiblanco. En el coloquio asistió uno de sus directores, Smari Gunn, y uno de los jugadores, que sin desvelar más era mujer. Al final, Galder Reguera suele obsequiar con camisetas del Athletic Club a los invitados. El giro final lo dio Gunn que también sorprendió a la audiencia al entregar la del club Reynir, el equipo islandés.

 

Director y protagonista del documental islandés The Home Game

 

Acabo esta reseña de lo visto en el festival, con la proyección que tuvo lugar el pasado viernes de Muy lejos, la ópera prima de Gerard Oms. Mario Casas encarna a Sergio, un joven aficionado al Espanyol que asiste con su familia a Utrecht a ver un partido europeo de su equipo. En el hotel sufre un ataque de ansiedad cuyas causas desconocemos. Al ir a tomar el avión de regreso con el resto de seguidores pericos, arroja su cartera a una papelera y no puede tomar el avión por falta de documentación. Desde ese momento, tratará de sobrevivir en la ciudad con trabajos que le salen y buscará sentirse él mismo en un ambiente más libre, pero también más hostil por ser un inmigrante. Como dice un personaje de Muy lejos, en Holanda "puedes abortar, ser gay, rico o pobre, pero siempre, siempre te preguntan por tus orígenes. Nunca te dejarán de recordar que eres inmigrante".

Transcribo aquí la conversación mantenida tras la proyección entre Galder Reguera y el director Gerard Oms, pues aunque el estilo de Muy lejos no me convenció del todo, con cámara en mano y una luz grisácea en todo momento que traslada el estado emocional del personaje, creo que la conversación es muy interesante.

Pregunta. —Querías que escucháramos la canción que acompaña a los títulos de crédito finales, ¿cómo se llama?

Gerard Oms.—Es una canción de una cantante catalana que se llama Silvia Pérez Cruz y está basada en el poema de Miquel Martí i Pol [titulado Ben poca cosa tens = Tienes muy pocas cosas] que aparece en la película. Para mí el poema es la piedra de Rossetta de la historia, bien podría ser una sinopsis. Le pedí a Silvia que lo musicara y accedió. Siempre que voy a un coloquio, me preguntan cuándo abrimos luces, cuándo cortamos en los créditos y siempre pido que se mantenga la canción. Me parecería horrible cortarla.

Pregunta. —La película nos llegó al Festival a través de Carlos Marañón, director de la revista Cinemanía, hincha del Espanyol, perico, que nos la recomendó, pues creo que la había visto en el Festival de Málaga. Yo le preguntaba que si tenía suficiente "fútbol" y él me decía "da igual, es buena". La película se abre y se cierra con fútbol. Comienza con Sergio metido en la masa de hinchas, con esa masculinidad propia de la hinchada, cánticos, golpes... Pero en el estadio vemos que algo en él empieza a resquebrajarse.

Gerard Oms.—El fútbol funciona como dispositivo de avance en la historia de este chico, que se está ahogando, asfixiando. Está empezando a somatizar con ataques de ansiedad, pues hay algo que no funciona. Se ha dejado llevar por la corriente y se ha puesto el disfraz entero de lo que le tocaba ser o lo que le habían dicho que tenía que ser: esta única masculinidad que nos acompañaba hasta no hace poco todavía, ese único lugar donde un hombre puede ser. Por suerte esto está cambiando.

Pregunta. —¿Qué representa el fútbol?

Gerard Oms.—Representa un marco para hacer viajar al personaje. No es ningún secreto que el mundo del fútbol es muy heteronormativo e hipermasculinizado. Como yo soy futbolero, y me gustan los hombres porque soy homosexual, pensé que valía la pena este dolor que había tenido para volcarlo en una película y contarlo al mundo. Considero que hay tantas masculinidades como hombres hay en el mundo. 

Pregunta. —La masculinidad de Sergio empieza en el fútbol.

Gerard Oms.—Sí, empieza ahí como un lugar tóxico, que no tiene por qué serlo. Por eso el fútbol le acompaña durante toda la película, convirtiéndose en un lugar de integración, le sirve para acercarse al diferente, con personas con las que seguramente tenía prejuicios [musulmanes], y se acaba convirtiendo en un lugar de apertura, de divertimento e incluso también de enfrentamiento. Termina con el único plano que tiene sol en toda el filme. Y con la camiseta de su equipo, a la que no renuncia como símbolo de identidad.

Pregunta. —Muy lejos parece tener tres finales. 

Gerard Oms.—En la fase de guion, habíamos pensado en dejar la historia en la discoteca concluyendo ahí una parte del viaje. Pero quería hacer trascender la película a la familia, por eso está la escena del hermano, para mí es importante porque es una sanación de todos.

Pregunta. —Pues le acepta como es a Sergio, en su homosexualidad. 

Gerard Oms.—También hubo la opción de dejarla en esa escena con el hermano, pero era evidente que no quería dejarla sin volver al fútbol, ¿no? ¡Qué mensaje estaríamos dando al mundo después de haber hecho el ritual de paso, de haber salido del armario como se suele decir! No volver verlo a ver jugando al fútbol habría sido peligroso. 

 

El director Gerard Oms que presentó Muy lejos con Mario Casas de protagonista

 

Pregunta. —Sergio empieza asistiendo a un partido de fútbol y finaliza jugando.

Gerard Oms.—Esas dos imágenes definen el viaje del protagonista.

Pregunta. —Es una obra sobre las dudas y la soledad, ¿verdad? 

Gerard Oms.—Hubo un crítico en Málaga, al que suelo leer, por el que tengo gran admiración, y que no es Carlos Marañón, que tituló la crítica que hizo de la película como "El retrato de la persona más sola en el mundo". Sergio pasa de un lugar donde hay mucho "ruido", de haberse dejado llevar por la "corriente", de hacer lo que le tocaba, de poca comunicación, a un lugar de silencio absoluto. La película contrasta enseguida y se queda en el silencio. Sergio es una persona que habla poco y que empieza a observar, a mirar hacia fuera y hacia dentro desde el silencio. 

Pregunta. —De ahí emana esa duda sobre su condición sexual.

Gerard Oms.—Más que duda es miedo. Pero sí, esa duda le acompaña durante toda la película. Y el espectador que llega virgen a la historia, sin saber de qué va, se coloca en ese mismo lugar horizontal del personaje y lo acompaña, sin saber muy bien qué está pasando. Ni siquiera Sergio sabe bien lo que le está pasando.

Pregunta. —Se trataría de una especie de "coming of age".

Gerard Oms.—Sí, en términos cinematográficos es un género narrativo. Son películas de adolescentes que dan un paso al mundo, pasan de la juventud a ser adulto. Siempre he pensado que en el caso de Sergio es un "coming of age" tardío, porque es la historia de alguien que está viviendo a los 34 años aquello que no se permitió, o no se le permitió, vivir cuando era adolescente. 

Pregunta. —La cámara siempre acompaña a Sergio, salvo en dos momentos. ¿Podrías aclararlo?

Gerard Oms.—Imagino el cine desde un lugar muy político. Para mí las películas sirven para sacudir de algún modo el mundo que veo, ¿no? Como yo imagino el mundo desde un lugar muy horizontal, pues vengo de una clase muy trabajadora, de familia humilde, intento mirar al "otro" no desde un lugar elevado. Esto también pasaba por la forma del largometraje. Como director te permites tomar decisiones del lenguaje cinematográfico, tanto artísticas como técnicas que definen una película.

Pregunta. —Una de ellas fue ir con la cámara en mano.

Gerard Oms.—Exacto, la película está todo el rato en movimiento. No hay un sólo trípode. Y con una única óptica, que es el objetivo que se le pone a la cámara para ver cuán grande o cuán pequeño se ve el plano. Y esta óptica única que usé, que no suele pasar en el cine pues se suelen usar varias dependiendo del plano, es un 40, que es lo que más se acerca a la mirada del ojo humano en este afán de querer estar bien cerca de lo que el personaje ve. Es un afán de realismo horizontal

Pregunta. —La cámara también está al mismo nivel de los ojos de Sergio.

Gerard Oms.—Sólo hay dos momentos donde cambiamos el punto de vista de la película y el espectador va por delante del protagonista. Uno es para terminar de dar la pista definitiva al espectador, que es cuando Yusuf lo descubre cómo lo ha mirado cuando muestra su torso. Ahí le indico al espectador el conflicto interno de [la homosexualidad latente] de Sergio. Ahí aguanto el plano en Yusuf y Sergio no sabe que el espectador acaba de ver que Yusuf se ha dado cuenta de esto. 

Pregunta. —La segunda sucede cuando a Yusuf lo han deportado.  

Gerard Oms.—Sí, es el momento en que Sergio se acerca al quicio de la puerta a escuchar tocar la música del único personaje abiertamente homosexual. Al acercarse a escuchar el chelo, cambiamos de foco y vemos al chelista a través del reflejo del espejo ver cómo llora Sergio mientras escucha esa música que le está "abrazando". Y ahí Sergio no sabe que el chelista sigue tocando la canción para él, pero el espectador sí. Es un cambio del punto de vista para que, en ese momento, todos abracemos a Sergio en su dolor y para que le acompañemos en su silencio. Es decir, lo acompañamos sin saber él que lo hacemos, como lo hace el chelista.

Pregunta. —El personaje de Manel, interpretado por David Verdaguer, te ha supuesto un problema en Cataluña, porque es un actor muy querido. 

Gerard Oms.—David es un ser de luz, maravilloso. La gente se enamora de él y es algo lógico. Es un estandarte en Cataluña. Él no había interpretado nunca a un personaje ruin, miserable o de sombras como es este. Hay alguien que me ha llegado a decir que le había gustado mucho la película, pero que no iba a conseguir que odie a David Verdaguer. 

Pregunta. —La identidad es algo muy importante en Muy lejos. Se nota esa soledad cuando está trabajando en el restaurante, que se ve enfrentado ante gente que habla otras lenguas. Y el fútbol aporta identidad necesaria en un país que habla otro idioma. 

Gerard Oms.—Él está en un momento de resintonización, está en un lugar nuevo. Se ha apartado del grupo que le proporciona identidad. El fútbol es algo muy pasional, de pertenencia. Es algo que se hereda de padres a hijos, o de madres a hijas por suerte hoy en día ya. Yo lo heredé de mi casa hasta el punto de que soy perico y culé. Esta contradicción cuesta defenderla según dónde. Pero es que realmente es así. Mi abuelo, que en paz descanse, era muy culé, socio del Barsa. Iba al campo con él de pequeño. Pero, por otra parte, mi padre es perico e iba con él a Sarriá. Yo no quería problemas en casa con nadie. Entonces crecí contentando a todo el mundo. A mí me parecía bien porque son dos equipos de mi ciudad: Barcelona. El fútbol, que es un lugar de pertenencia que se hereda, me venía bien para retratar esta masculinidad que se transmite. 

Pregunta. —Sergio quiere parecerse a su hermano mayor. 

Gerard Oms.—Sí, es lo que ha venido cumpliendo. Va incluso al inicio pintado con los colores pericos en el rostro. Cumple con su papel. Él cree que esa es su única identidad, pero al quedarse solo [en Utrech] empieza a mirar desde otro lugar, se aparta del grupo. En la película se dice que ha estado a punto de casarse aunque ha dejado la relación, que es otra cosa que le tocaba hacer. Eso me pasó a mí. Pero, por suerte, el cuerpo en algunos casos somatiza. 

Pregunta. —Por eso es tan importante que se hable de salud mental hoy en día. 

Gerard Oms.—Es importante poder verbalizar el dolor que tenemos. Realmente creo que el dolor se cura hablando. Y eso es lo que no ha hecho Sergio en toda su vida. Por eso está sufriendo. 

Pregunta. —Es una película de muchos silencios mientras que la ciudad ruge.

Gerard Oms.— Sí, además él encuentra mucha paz en ese altillo, en ese rincón que le alquila esa mujer de color llena de juicio.

Pregunta. —La escena en que ella le corta el pelo es preciosa. 

Gerard Oms.—Las escenas con Thenna me generan mucha ternura. Porque además son escenas muy cotidianas: cocinar, cortar unas patatas, arreglar un jardín, cortarle el pelo. Lo mira a Sergio con tanto  amor, pues sabe por lo que está pasando. Y desde el silencio, lo que hace es acompañarle y darle el espacio y tiempo. Él necesita silencio. Él se va lejos de los suyos, por eso la película se titula Muy lejos. Y eso lo consigue forzándose a quedarse en los Países Bajos. Alguien me decía que esto lo podía haber hecho en Barcelona igualmente, ¿no? Yo creo que no. Yo... no pude. Creo que uno tiene que salirse de su entorno para verse desde otro lugar. 

Pregunta. —¿Qué sientes cuando el Athletic Club te escribe para estar presente en un festival de cine y fútbol?

Gerard Oms.—Pues es de las propuestas que cerré más temprano cuando apareció la opción, que vino de Carlos [Marañón], y el distribuidor me comentó de la existencia de este festival, que no lo conocía.  Y dije que sí porque considero que el fútbol tiene mucho poder sobre la sociedad, y mucho más en este país. Y este poder hay que saber utilizarlo. Es importante estar en estos espacios para dialogar sobre lo que puede emanar del fútbol. Me parece que un campo de fútbol es de los lugares más democráticos que existen, ¿no? Miles de personas mirando un espectáculo bello que en ese momento da igual de dónde hayas nacido, el color de piel, qué idiomas hables, y todo eso que a veces se coloca en sacos de homofobia, de racismo, de clasismo, te das cuenta de que la gente acaba abrazándose, llorando entre ellos, acaban uniéndose desde un lugar muy primario y muy puro. Mira el caso del portero Kameni que jugaba en el Espanyol. Era un jugador negro y cuando estuvo en él no hubo ningún comentario racista por parte de nadie. Sin embargo, existe el racismo, la homofobia y el clasismo. Estar aquí, en el marco de uno de los equipos de fútbol más importantes de la Liga, hablando de estos temas me parece que es importante asistir.

Pregunta. —La película también ha tenido comentarios o  críticas minoritarias homófobas, con odio desaforado . ¿Tú crees que con el arte, fútbol y cultura unidos podemos borrar este odio que está surgiendo?

Gerard Oms.—(Silencio). No lo sé. Lo que hemos recogido con esta película ha sido amor, amor y amor... y reconciliación. Sí que hay un tanto por ciento de odio, sobre todo detrás de las redes sociales con nombres anónimos, los cuales se creen con total impunidad de poder decir comentarios muy hirientes y desagradables. Creo profundamente en el poder transformador del arte, del poder transformador del cine y, cómo no, del fútbol y de estas iniciativas. Lo que veo en la pantalla transforma el mundo. Si yo cuando tenía 12 años hubiera visto a un actor de la magnitud de Mario Casas interpretar a alguien parecido a mí en clase social, en idioma, de lugar de procedencia, haciendo de un personaje que le cuesta aceptar su condición sexual, pues a lo mejor no habría tardado 25 o 26 años en salir del armario. Y me hubiera ahorrado mucho dolor. Y muchas horas de terapia. Lo que se ve en una pantalla es un espejo hacia el espectador. 

Pregunta. —Para acabar, quiero decirte que el personaje de Yusuf es muy interesante.   

Gerard Oms.—Sí, porque viene de un mundo árabe. Se podría prejuiciar que esto le haría tener mayor reparo ante la homosexualidad. Y en la película es el único personaje que verbaliza el conflicto que se plantea. El único de todos. Y es el único que no tiene problemas con la homosexualidad. No es ninguna utopía, pues lo que narro está basado en mi experiencia personal. 

Dejo aquí el poema de Miquel Martí i Pol:


Muy poca cosa tienes:
la mesa y unos cuantos libros
la añoranza de ella, que está lejos
y tampoco la olvidas,
y este silencio, denso
de palabras no dichas.
Si escribes ahora, al amparo
de tanta melancolía,
te perderás por los caminos
de una tristeza benigna,
la voz se te volverá
miedosa y enfermiza
y a cada palabra creerás
que pierdes un trozo de vida.
Déjalo todo. En la calle
hace una tarde tranquila.
Camina. Está la gente
para hacerte compañía.
No te resistas a ninguno
de los horizontes que te llaman.
Cuando regreses, todo será
más sensato y digno.
No habrás olvidado nada
—no es más libre el que olvida—,
pero tendrás las manos
llenas de luz fresquísima.


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