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miércoles, 8 de octubre de 2025

25ª Thinking Football Film Festival

Cuando el balón rueda por el mundo y nos hace pensar emocionándonos

  Thinking Football Film Festival, cine y fútbol organizado por la Fundación Athletic Club en colaboración con la sala BBK alcanza su 25ª edición desde que en 2013 arrancara y ha ido creciendo en prestigio y fama dentro del nicho de certámenes futboleros

 

Galder Reguera, presentador, junto a Martin Fradkin a la dcha, director de Greenland: Venezia

 

Durante los días 6 al 12 de octubre se está celebrando la 25ª edición del Thinking Football Film Festival en la bilbaína sala BBK, sita en la Gran Vía. Hoy martes, en su segunda jornada, hemos podido asistir a dos sesiones. En la primera, a las 18:00 se ha proyectado Greenland: Venezia de Martin Fradkin, un documental de 25 minutos que pertenece a una serie de documentales que se basan en una idea tan sencilla como original y brillante: explorar campos de fútbol ubicados en escenarios insólitos o remotos en todo el mundo. 

Martin Fradkin comentaba, a preguntas del presentador habitual del Festival, Galder Reguera, que la idea era buscar la práctica del fútbol en los sitios más inverosímiles, en los que surge el juego del balón de las piedras, de las baldosas o en sitios como Venecia, donde lo que menos te imaginas en un lugar donde apenas hay césped, hierba o arena, repleto de canales, puentes y de estrechas callejuelas, es que pueda haber un campo de fútbol. Para Fradkin, el capítulo de la serie sobre Venezia es "especial porque, aunque no hayamos ido, todos sentimos que la conocemos. Es una ciudad poética, cinematográfica, conocida por diversos tópicos y no tanto conocida por su fútbol. Y, sin embargo, hay un equipo de fútbol profesional". 

En esos momentos, me pongo a pensar si el Venezia ha podido estar en la Serie A, que es como se llama actualmente a la Primera División italiana. Y descubro que no sólo estuvo la temporada 2024/25, última vez, sino que ha estado en 25 ocasiones en toda la historia del calcio. Porque Venecia es conocida por el Festival de Cine, fundado en 1932, por sus gondoleros, por la plaza de San Marco (en ocasiones resfriada) o por películas que se han rodado allí: desde Otelo (1952), Locuras de verano (1955), Muerte en Venecia (1971) o la más reciente y fallido remake The Tourist (2010). Sin embargo, "para [el equipo de grabación de] Greenland fue un desafío porque es la primera vez que un equipo profesional se suma al proyecto. Abre las puertas y nos cuenta cómo es la dinámica y el desafío de ser un equipo profesional en una isla histórica, donde está con alambres, que parece que todo prende de un hilo", comenta Fradkin. 

El presentador Galder Reguera le comentaba al director que viendo Venezia, uno se da "cuenta de que te enamoras de la ciudad y te recreas. Si hiciera turismo en Italia, yo me abonaba a esta pieza porque te dejas seducir completamente por la ciudad". Fradkin, cuyo verbo florido le delata como argentino, afirma que "es una ciudad que te invita, ¿no?, el tema de los gondoleros, las placitas metidas en medio de esas calles diminutas, una ciudad que invita a la fotografía. Y encontrar el fútbol ahí fue un gran desafío. Creo que se plasma en el episodio".

Reguera comentaba que las tres piezas que estaban programadas para la sesión –Stuck on you: the Football Sticker Story junto a Two Tribes son las otras dos– están hechas para televisión. En general tienen mala fama frente al mundo del cine o el documental. “Tengo la sensación de que se hace muy buen cine y buenos documentales para televisión, que a veces son los productores los que no quieren meterse en los canales de distribución del cine”, comenta pesaroso. 

A lo que respondía el director que "para los que producimos contenido documental para plataformas o para la televisión, ser invitado a este tipo de festivales, en el que hay un contexto cinematográfico, es muy importante. Nos alimenta, nos viene muy bien porque crecimos mirando cine, crecimos escuchando historias relacionadas con el cine y es por lo cual empujamos dentro de la televisión con herramientas del mundo televisivo a hacerlo lo más cercano al cine. Y esa es nuestra gran meta. Nos frustramos cuando no lo logramos. Los presupuestos del mundo de las plataformas y de la televisión no son los mismo que del cine, los tiempos no son los mismos. Pero esa es la búsqueda: intentar acercarse a lo que uno ve en los cines. Y ver esto en una sala repleta, en pantalla gigante, es lo que siempre soñamos", concluía.

Añadía, por último, al ser preguntado por con cuál episodio de la serie Greenland se quedaba, que "el desafío más grande que hemos tenido en estas cinco temporadas con más de 25 episodios que hemos realizado, el más atractivo ha sido el capítulo titulado Greenland: San Francisco. Cuenta la historia del fútbol en Soledad Prision, una prisión de máxima seguridad de Estados Unidos, y un enfrentamiento real entre guardias y prisioneros. Es un lugar donde parece que no hay vida, es oscuro, parece no haber fútbol... pues hay fútbol. Y es casi, te diría, lo que los mantiene vivos". 

 

La 25ª edición del Thinking se adornó en la sala BBK con una portería de ¿San Mamés?

 

La segunda pieza de la sesión fue una joyita para los que son coleccionistas o fuimos de niños poseedores de cromos de fútbol. Se trata de Stuck on you: the Football Sticker Story, un mediometraje de 45 minutos, que vendría a traducirse como Pegado a ti: la historia del cromo de fútbol de Andy Wells. 

Es una historia fascinante, a un ritmo fluido, que explora la historia de las empresas que durante décadas produjeron cromos para atraer la atención de miles de coleccionistas infantiles en Reino Unido: Panini y la que surgió de ella posteriormente, la empresa británica de cromos Merlín Publishing, muy popular en los años 90.

Cuando eres niño, los aspectos de quién está detrás de la edición de esos cromos donde vienen tus ídolos del fútbol y la obsesión por intercambiar los cromos repes para completar el álbum de la Liga de una temporada te la trae al pairo. Pero Stuck on you te narra la trastienda empresarial que había tras esa venta en kioskos o en tiendas de chucherías, entre los que se encontraban los cromos.

Dos ideas recojo de lo visto. La primera es que la editorial Panini, que también estuvo presente en España y en decenas de países más, fue una empresa italiana fundada en Módena –sí, la región del famoso vinagre– en 1961 por cuatro hermanos. Tuvieron una idea sencilla pero revolucionaria (como poner un palo al mocho creando la fregona), que fue meter unos cromos en una paquete. ¿Por qué? Porque los niños tenían la ilusión de desgarrar el sobre para descubrir qué jugadores venían dentro. Era como destapar las cajas de regalos el día de Reyes, pero en este caso antes de comenzar la liga de fútbol creando así una expectación añadida. 

Panini tuvo otra brillante idea. Los cromos de antaño, un poco de capa caída tras la II Guerra Mundial, tenían que ser pegados con pegamento o cola. Cosa que para la niñez podría ser una aventura, y para los padres suponía un peligro. La idea de que los cromos tuvieran un papelito detrás que se podía quitar y que permitiesen pegar los cromos en el álbum los convirtió en adhesivos: Panini creó, así pues, los cromos adhesivos o stickers.

El documental también aborda la lucha entre The Sun y The Daily Mirror, dos de los periódicos ingleses que en los ochenta dominaban el mundo de la prensa, los cuales  empezaron a pugnar por distribuir los cromos. De esa lucha, surgió Merlin Publishing 1989. Pero esa parte la tendrán que descubrir viendo esta pieza documental, como si estuviera en un sobrecito.

 

Paneles con los carteles de las películas programadas en 25ª Thinking Football Film Festival 

 

 En la sesión de las 20:00 de este martes, en la que se agotó las entradas, se proyectó Two Tribes (2019) dirigido por Andy Wells, que estuvo presente en el coloquio posterior junto a uno de los protagonistas del mismo, Sammy Lee, jugador del Liverpool y conocido por estos pagos por haber jugado también durante 1987-1990 en el Osasuna.

Two Tribes narra la historia en la década de los ochenta del pasado siglo de los dos clubes de fútbol rivales de la ciudad que vio nacer a los Beatles: el Liverpool y el Everton. Pero no sólo eso, sino que la ciudad portuaria del condado de Merseyside tuvo un declive industrial muy similar al de la ría del Nervión por la misma época. Allí estaba Margaret Thatcher presidiendo el país por aquel tiempo y Liverpool vivía fundamentalmente de su puerto y del comercio que tenía lugar allí. Pero el declive económico hizo que un cuarto de población emigrara y los que quedaron tuvieran muchos que sobrevivir con el subsidio por desempleo.

Ante este panorama de decrepitud social económico y urbanístico, Two Tribes relata con voces testimoniales de esa época (activistas, políticos, jugadores, hinchas, artistas) que si no hubiera sido por el fútbol la salud mental de muchos hombres se habría visto jodida. Y es que frente a la crisis de la ciudad, el Everton y el Liverpool vivieron una época en los 80 de esplendor deportivo y rivalidad nunca vista. No era infrecuente que uno y otro (más el Liverpool) ganase la Liga –antes de que se llamase Premier League– o la Copa F. A., vamos lo que aquí llamamos la Copa del Rey. Un testimonio llega a comentar jocosamente que cómo era posible que una ciudad como Liverpool en la que no había más que parados y artistas por doquier, tuvieran dos plantillas tan bien pagadas: "Pues porque muchos de los subsidios se encauzaban a pagar a los jugadores".

En el documental también se aborda dos de las tragedias que sacudieron a la afición de ambos clubes: la tragedia de Heysel, campo belga donde disputaron en 1985 la final de la Copa de Europa el Liverpool y la Juventus a pesar de haber fallecido 39 aficionados en las gradas por una estampida humana; y, más tarde, lo sucedido en 1989 en el estadio Hillsborough de Sheffield, donde se disputaba la semifinal de la FA Cup entre Liverpool y el Nottingham Forest. Las 97 víctimas por una avalancha de aficionados eran del Liverpool. La final entre este último y el Everton supuso una fraternidad entre ambos clubes e hinchadas hasta entonces nunca vistas. Todos coreaban "Merseysida", la cuenca del homónimo río del que todos eran originarios.

El oprobio que sufrieron los fallecidos "hooligans" por ser acusados por la prensa de ser los responsables de la llamada Tragedia de Hillsborough fue resarcida en parte años después. 

Como afirma el documental, tras esa época gloriosa y la conversión de la Liga inglesa en la Premier, ninguno de los dos equipos ha ganado título alguno –al menos hasta la fecha del rodaje 2019–. Me quedo con dos ideas, cómo el fútbol tiene unas implicaciones profundas con la política y la sociedad en la que está enraizado. Y que el fútbol a veces une a la gente, crea familias, para causas sociales, más allá de levantar una copa o llorar por no lograrla.

En el coloquio posterior, un muy emocionado Sammy Lee y el escritor Syd Lowe recordaron a una figura muy querida ya fallecida: el jugador Michael Robinson, que empezó jugando en el Liverpool. Lee comentaba que fue más que un compañero, un colega, fue un hermano. Michael creía que el Liverpool era el equipo más cercano a su público, como sucede con el Athletic Club, al que admiraba por ello. Porque no era un club, era una causa. Añadió también que si un jugador como Michael Robinson, originario de Merseyside, en aquella época, hubiera mirado a la grada y hubiera sabido de cómo lo que sucedía en el campo articulaba la vida de aquella gente, de haberse enterado de aquella responsabilidad que tenía en sus botas, habría salido acojonado y no hubiese sido capaz de jugar.

Y otra idea que quiero dejar en esta breve reseña: de la misma forma que el Athletic Club tenemos el eslogan de "Único en el mundo", los del Liverpool crearon uno no menos hermoso, "Never walk alone", una frase que transmite apoyo, solidaridad y esperanza ante las adversidades.  


 

domingo, 5 de octubre de 2025

Couture (2025)

Los mejillones del bar Stop y los flashes

 

 

Angelina Jolie vino, presentó (Couture) y marchó en ocho horas.

 

Llevaba unos días sin aparecer por el bar Stop desde que este periodista había cubierto el 73º Festival de Cine de San Sebastián. Así que al aparecer por ahí muchos parroquianos quieren saber de ti, de lo vivido, de si has estado con tal actor o cual actriz, de si has hecho muchas fotos... Vamos, que salvo por los flashes y la ausencia de alfombra en el Stop, uno se siente en esos momentos como una estrella de Astrabudua.

Pasados los momentos de euforia, vienen esas preguntas más de autor: ¿qué películas te han gustado?, ¿qué te parece Los domingos?, ¿que si es para tanto la obra de Ruiz de Azúa?, ¿no crees que hay mucho cine patrio premiado?, ¿y Maspalomas está tan bien?, ¿es tan guapa la Angelina Jolie al natural?

Y aquí hago una parada. 

—Cecilia, ponme un platito de esos mejillones que veo en ese expositor de pinchos.

—¿Te los caliento un poco o como están?

—Caliéntamelos y un crianza Campo Viejo, por favor.

La Ceci no pregunta. Tiene trabajo en sacar hoy las raciones domingueras de rabas, calamares rebozados y mejillones. Una experta.

Al fondo del bar, están las Txiribitongas, la cuadrilla femenina, la cara B de la cara A de mi cuadrilla. La Peggy Serna se me acerca y me da dos besos. "¿Qué tal por el Jolivú donostiarra?", pregunta con esos ojos azules del Cantábrico, aunque ella sea salmantina. Y procedemos a una entrevista informal en la que todo empieza por qué tal...

Con el tiempo y ya probando los deliciosos tigres de la Ceci, se me van acercando más miembros de las Txiribitongas: la Maitetxu, la Rosa Rosae, Encarnadilla de Noche, Tulipán Negro... casi todas con sus motes. Porque hace años, en Astrabudua, como en tantos sitios, a la gente se le ponía motes: eso sí, motes cariñosos.

Una de las preguntas estrellas era: ¿Has visto a la Angelina? Y, claro, uno deja de tener ese aura de periodista célebre que ha estado con estrellas en la habitación habilitada del hotel cinco estrellas del María Cristina cuando les dices que yo me dedico fundamentalmente a ver películas de la cosecha 2025. Y que sí, que a algunos personajes del mundo del cine he visto en las ruedas de prensa. 

—¿Te vale con haber visto a José Luis Guerín, Olmo Omerzu, Arregi o Goenaga? —inquiero.

—Esos, ¿quiénes son? —me pregunta una.

Yo no quiero decepcionarlas. Soy el hombre que no he visto a Angelina Jolie en la Concha, en el Hotel María Cristina o en la sala de prensa del Kursaal 1. Y trato de driblar ese momento en que como si estuviera ante un defensa, llamado decepción, les explicas que a la hora en que la Jolie presentaba y defendía su película Couture, yo estaba en el pase de prensa del Teatro Principal viendo Maspalomas. Y veo a una mujer entrar en el baño y me tomo un par de tigres: deliciosos con un cierto sabor a...

—He leído en el Deia que Rebordinos, el del Festival,  comentaba que traer a la Jolie y a la Jennifer Lawrence ha estado un poco por encima de las posibilidades del certamen —me pregunta Mafaldita, la más estudiada de las Txiribitongas—. Al menos a Jennifer la habrás visto, ¿no? ¿Es tan guapa y alta al natural, porque en la tele...?

Ahí sí. Ahí mi aura vuelve a brillar, pues tuve la ocasión entre la marabunta de cámaras hambrientas poder sacar alguna imagen con que impresionarlas. Ellas ven, comentan, analizan, alaban o deprecian, vierten adjetivos laudatorios o de tendencia bajista. Y, yo, por el rabillo del ojo, veo a otra parroquiana esperar ante la puerta del baño del Stop. Me extraño. Y, mientras, me tomo otro mejillón acompañado de un sorbito de Campo Viejo.

Explico que Rebordinos aprovecha traer, cuando puede, a estrellas de relumbrón para que el Zinemaldia esté en boca de todos. Suelen traer una película debajo del brazo: mala o regularcilla habitualmente.

 

 

Angelina Jolie firmando en la presentación en el Kursaal 1 de Couture

 

—Recuerdo que en un episodio de Cámera Café, el Ríchar, el informático, lee en un periódico que Angelina Jolie venía a España. Eso sería por el 2005 o 2006, recuerdo —comenta Peggy Serna.

—¡Anda, mujer! ¡Qué iba a venir! —replica Maitetxu.

—Que sí, que a la directora de la empresa, Victoria, como se le queda pequeña la empresa y necesita asociarse o una campaña que la lance al extranjero, se le ocurre traer a la Angelina a la oficina. «Una cara famosa, ¡menudo espaldarazo para la empresa!», comenta Victoria. 

—Pues algo parecido ha hecho el Rebordinos trayendo a ambas actrices de Jolivú —sentencia Mafaldita.

Mientras escucho, entre mejillón y trago de crianza, veo que la cola de mujeres ante el WC va alargándose. Trato de sacar el móvil y mostrarles algunas fotos con escaso éxito viendo que la conversación toma otros derroteros.

—Y Victoria le pide al Ríchar y a Jesús Posadas, jefe de ventas, una foto al precio que sea de la Jolie en la oficina —continúa rememorando Peggy Serna—. Algunas compañeras en la oficina se quejaban de que la traían porque era mona, otras porque siempre se usan a las mujeres como floreros —ya se venía la marea feminista—. Victoria decide comprar flores para ella y whisky caro para él.

—¿Para quién? —pregunto ya intrigado con mi smarthphone y las fotos que contiene en la mano sin saber si meterlo al bolsillo o qué viendo la deriva de la conversación. Al fondo, la situación era rara: ante la puerta del WC de caballeros había un tipo que no conocía esperando también. Miré al plato y apuré los últimos mejillones.

—Para Brad Pitt, que también venía. 

—Ay, qué rico. Con esos ojos, ese pelo, esa sonrisa... —detalla Maitetxu.

—¡Y ese culo! —completa Rosa Rosae, mientras ríen en una explosión jubilosa.

—En aquella ocasión venía ella a inaugurar una casa de acogida —prosigue Peggy Serna—. Y a Victoria se le ocurre conseguir un sintecho para que se haga con él una foto. Y el informático trae a Braulio, un desarrapado, con barba larga y cana, mano extendida y un carrito del súper con sus cosillas a la oficina. La Cañizares, secretaria de Victoria, trae a un yonqui rehabilitado con pinta de recaer en cualquier momento. Y recuerdo que el sinvergonzón de Quesada trae un lince ibérico en peligro de extinción para darle pena a Angelina Jolie.

—¡Y lo había metido en el baño en el que estaba el rehabilitado! —recuerda ahora Encarnadilla de Noche que se ha añadido a la conversación.

—Pero la Angelina quería niños huérfanos, justo lo que no tenían en la oficina —comenta Peggy Serna.

—Los famosos son así: siempre piden lo que no hay en el menú —anota Mafaldita.

—Al final, le piden a otra secretaria uno de sus hijos para que haga de huérfano y así de gancho para atraer a la actriz —continúa Peggy—. Consiguen la foto pero el niño se queda con Pitt y Angelina.

—Sí, en aquella época tenían la manía de adoptar todo.

—Bueno, ahora ha traído al Zinemaldia una nueva adopción: una peli titulada Couture —trato de traer la conversación al presente, mientras una de las Txiribitongas comenta que tiene que ir al baño.

Oigo voces al fondo. Alguna aporrea la puerta del WC. Yo siento que mi vientre empieza a sentirse mal, y con necesidad de aligerar el equipaje. Y que mis fotos de Jennifer Lawrence por recibir el Premio Donostia no son los suficientemente interesantes para opacar el día en que Angelina Jolie y Brad Pitt vinieron a España y a Victoria de la Vega, la directora de márketing de la empresa, logró lo que yo no había obtenido por ver Maspalomas: una foto de ambos con un niño que hacía de huérfano en la oficina. Vamos, como hizo José Luis Rebordinos, pero sustituyendo al niño por una Alta costura, que es lo que significa Couture.

 Salí del bar Stop dejando al fondo unas súplicas de entrar urgentemente al baño por parte de varios parroquianos. La misma urgencia con la que estuvo la Jolie en San Sebastián, que tras ocho horas enfiló rumbo a Roma para un rodaje. Pero sin necesidad de tomar los mejillones en mal estado de la Ceci. 

 

 

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