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jueves, 27 de julio de 2023

DE CUANDO LOS FILMES DURABAN POCO EN CARTELERA.

 LO EFÍMERO Y LO ETERNO

Aquí ando dándole a la tecla. El tejado ya lo tenía en la cabeza, ahí arriba está pero lo demás está sin hacer, en blanco, vaya. Y cual pintor con pincel en ristre, ando manchando esta parcela. En la carrera de Periodismo se estudiaba que el titular era lo último tras haber redactado el cuerpo de la noticia. Pero ando anárquico, errático o sin inspiración, vaya. A ver qué sale.

Les cuento una situación que me pasó con un buen amigo ya mayor, para 93 tacos. Le conocí en el cineclub FAS y fue durante una época su presidente en los 70. Su nombre Jesús María Etxano, abogado, sociólogo y filósofo. Ante todo buen conversador de todo, como hoy le pasa a uno si frecuenta bus, bar o metro, que entabla “interesantes conversaciones”… con su móvil.

Un buen día tras quedar con él, me fijé en que tenía desatados los cordones de uno de sus zapatos y, tras comentárselo, pronunció el imperativo bisílabo: “Ata”. Y humildemente doblé la espalda y se los até. No más mención de ello.

 

Cinco tumbas en El Cairo
Franchot Tone, Anne Baxter y Erich von Stroheim en Cinco tumbas al Cairo (1943)

      

En la primavera de 1998, en una calle lateral de Beverly Hills, ocurrió una escena parecida. Un hombre de 40 años acababa de saludar a otro de 91 delante de la oficina de trabajo de éste último. Mientras trata de abrir con la llave la puerta, observa que se le ha desatado el zapato izquierdo. Hace varios años que le es físicamente imposible agacharse cuando está de pie. No se miran pero ambos sienten cierto embarazo, así que el joven se apresura a agacharse para atarle los cordones, y no hacen mención de ello. Entran a su despacho y se sientan para tener una serie de conversaciones, más bien entrevistas, que se irán prolongando durante más de un año. El viejo es Billy Wilder y el joven, Cameron Crowe, director de Jerry Maguire (1996) o Casi famosos (2000). Las conversaciones cristalizaron en un libro: “Conversaciones con Billy Wilder” publicado en España en 2000 por Alianza Editorial.

Repasando con él su filmografía, llegan a “Cinco tumbas al Cairo” (1943). Cameron Crowe le comentaba que, según su coguionista Charles Brackett, la película no había envejecido bien pero le aseguraba que ver la película entonces era como ver un film de aventuras a lo Indiana Jones.

Y la respuesta de Billy Wilder es la que me ha dado pie a empezar este artículo con el título que lo encabeza: “Me encanta oír eso, pero las películas se hacían para que durasen una semana, en el mejor de los casos… y dos o tres días, si no había suerte. Luego se acabó. No se repetía, nada. No sé de dónde ha sacado usted todas esas películas. Ha debido buscar verdaderamente mucho para encontrarlas”. El cine entendido “sólo” como negocio, lo efímero; el cine entendido “también” como arte y testimonio, lo eterno.

La última vez que mi amigo Jesús María Etxano, ya con problemas de sordera y movilidad, vino a ver un filme en sala fue al cineclub de Las Arenas. Quise que aquella efímera tertulia sobre “La gran belleza” (2013) entre cinéfilos quedase grabada para la eternidad. Así que grabé las intervenciones de él y demás integrantes y las intercalé adecuadamente entre fragmentos de la obra de Paolo Sorrentino. Cameron Crowe y yo hicimos algo efímero: atarle los cordones a personas que admirábamos y que no podían ya agacharse por senectud. Pero también quisimos actuar para la eternidad: el uno al registrar en papel unas conversaciones con su admirado Wilder y el otro al registrar sonoramente la voz en una tertulia cinéfila de su apreciado y amigo Etxano.

martes, 18 de julio de 2023

EL ANTÍDOTO A VECES FUNCIONA

 EL VERANO GRISÁCEO Y LA ALEGRE DEPRESIÓN

No crean que pretendo fastidiarles el estío con la lectura de este artículo. Pero lo que les voy a relatar es auténtico. Un trozo de vida. Un recorte que bien podría aparecer en la columna de “noticias humanas” de cualquier periódico si ustedes leyesen periódicos hoy en día. Y si a mí me publicaran.

Hace poco quedé con un buen amigo de la universidad. Omito su nombre por respeto. Gordo –en estos tiempos diríamos con exceso de vida gastronómica acumulada–, casi ciego de un ojo –disminución visual en un 50%–, con madre enferma –no hago bromas–, con contrato fijo discontinuo –más de esto que de lo fijo– y con una novia con algún trastorno, me manifestaba, entre sorbo de café y mirada desfallecida, que estaba deprimido. Sí, deprimido. Lo extraño, pensé, es que no estuviera suicidado.

 Como hacen los amigos, escuchan, asienten y callan… mayormente. Me contaba que al preguntarle la psiquiatra qué es lo que sentía, mi amigo me revelaba que todo le daba igual. “La depresión es como ir al cine en verano, a ti que te gusta tanto –me dice con amago de sonrisa–. Te hallas en la sala a oscuras en la sesión de insomnio, la de la noche. No hay aire acondicionado. ¿Para  qué?, ya no va nadie. Y las pelis de estío son… Mientras la pantalla está iluminada, te agarrás a la vida. En cambio, llega el momento de los títulos finales y el apagón. La pantalla está en blanco pero extrañamente se decolora al color de la viudedad. Tú crees que el proyeccionista encenderá las luces. Pues no. Hoy todo está automatizado. Algún fallo se ha producido. Tal vez en tu cabeza. Y ahí estás, mirando el pasillo central iluminado como si fuera una pista de despegue… a la vida mundana. Y te orientas para buscar la puerta de salida pero las luces de emergencia, ya sabes cómo están hoy las salas, no funcionan. Así que palpo las paredes negras, pisando con cuidado el piso enmoquetado negro y respirando con angustiosa negritud como si estuviera en un cuadro de Jackson Pollock”. Silencio.

En ese momento rompí su narración por temor a un mayor descenso. Me vino a la cabeza una escena muy apropiada a lo que me contaba que, pensé, le haría reír. Se trataba del personaje Allan Félix. Un matrimonio amigo le presentan a varias chicas pero sin éxito. En un museo aborda a una visitante joven que está contemplando ensimismada un cuadro. 

 

Sueños de un seductor (1972) - Filmaffinity 

 

– Es un Jackson Pollock precioso –afirma él.

– Sí, lo es –dice ella con una voz a punto de saltar por el acantilado.

– ¿Qué te sugiere? –se hace el interesado.

– Reafirma la negatividad del universo, el terrible vacío, la soledad de la existencia… la nada, el suplicio del hombre que vive en una eternidad estéril sin Dios como una llama diminuta, que parpadea en un inmenso vacío, sin nada salvo desolación, horror y degradación, que le oprimen en un cosmos negro y absurdo –aquí recité de memoria la frasecita con tono cansino, mortuorio y con aroma a velatorio–.

– ¿Qué haces el sábado por la noche? –verónica de Allan.

– Suicidarme.

– ¿Y el viernes por la noche? –insiste. Ella se va.

Nos miramos mi amigo y yo. Ni rastro de media sonrisa. Tras una pausa algo incómoda, me dice: “Yo tengo un Jackson Pollock en la habitación”. Mi amigo está deprimido y es verano.

Ah, por cierto, la escena cuyos diálogos me sé de memoria corresponden a Sueños de un seductor (Play It Again, Sam, 1972) de Herbert Ross. Por si se sienten deprimidos. A mí en ocasiones, me funciona.

lunes, 17 de julio de 2023

CINE ESPAÑOL EN SECCIÓN OFICIAL DEL ZINEMALDIA 2023

FRAGANCIA FEMENINA EN EL ZINEMALDIA 2023

Como manda la tradición, por julio llega el anuncio de la mejor producción hispana que veremos, bueno, yo tal vez no si no me acreditan, en el Zinemaldia, entre el 22 y el 30 de septiembre A nadie a estas alturas le sorprenderá que son las directoras españolas las que mejor cine hacen –aquí un camión descargando su cargamento de ironía sobre la frasecita– y por eso se las elige: Jaione Camborda, Isabel Coixet e Isabel Herguera competirán por la Concha de Oro en la 71ª edición del Festival de San Sebastián. Han debido deslumbrar al comité seleccionador. O que hay que compensar los años –siglos más bien– de maltrato, desprecio y arrinconamiento a la mujer, y el cine no se ha librado de ello.

 

 


 

 

 

 

El anuncio lo hizo el señor Rebordinos, director del certamen, en Madrid, en la “casa del cine español” donde la sede de la Academia de Cine. Anunció allí otro fijo del  evento, Fernando Trueba, que vuelve con otra cinta de dibujos animados y la música como protagonista. Está cofirmada y dibujada por Javier Mariscal. De lo que he visto del director madrileño en el Zinemaldia lo único que se salva es Chico & Rita (2010), una historia de amor en los años 40 con la mejor música cubana de aquella época.

 

TRES DIRECTORAS A POR LA CONCHA

La donostiarra de 40 años Jaione Camborda rueda su segunda película tras la aclamada en Gijón y Sevilla, Arima (2020). Que levanten la mano quien la haya visto. Me he ido a Filmaffinity a ver de qué iba. Leo una crítica del usuario que tiene más votos –a los bien queda de los periódicos ya no los leo- y me topo con esta frase: “Y tengo que decir que hacía mucho tiempo que no me aburría tanto sobre una butaca. 77 minutos de puro tedio y bostezo impenitente”. Con O Corno (2023), su segundo trabajo, podremos disfrutar del idioma gallego y de una historia… de mujer y de algo muy propio de ella: los partos.

 

  Un amor de Isabel Coixet

De la veterana Isabel Coixet, de la que he tenido que padecer en la Seminci su cómo Nieva en Benidorm (2020) –como todos saben más que en Siberia-, Nadie quiere la noche (2015), donde sufrir y sufrir por un marido aventurero es muy de mujer, o La librería (2017), premio Goya a la mejor, ejem, ejem, ¿película? Con esta última, me viene un recuerdo amargo: ir viendo cómo Handia (2017) de Garaño y Arregi, el Titanic vasco por aquello de hacer pasar la calle Arbieto de Bilbao por un Londres del XIX, fue recogiendo premios Goya toda la noche hasta 10, y en el tramo final el Goya a película y dirección fue a parar a la barcelonesa. Leo que la Coixet no ha estado jamás en la sección oficial del Zinemaldia pero que ha recorrido con su cine festivales como Cannes, Berlín y Venecia, vamos el Big Three de los certámenes. Podría maliciarme que con Un amor (2023), su ultimísima propuesta, no ha tenido cabida en esos festivales y que Rebordinos ha estado hábil para ofrecerle su alfombra roja –creo que ahora es verde-. Isabel Coixet es muy lectora y entre sus lecturas se ha fijado en la obra homónima de Sara Mesa escrita en 2020. Según La Vanguardia, El País y el semanario El Cultural, la mejor novela de ese año. No cuenten conmigo para leerla. Me queda poco tiempo de vida como para  desperdiciarlo en nuevos maestros de la Literatura del XXI. Un amor la protagoniza Laia Costa, sí la de Cinco lobitos (2022), y en el reparto también figuran Hovik Keuchkerian, Hugo Silva, Luis Bermejo e Ingrid García-Jonsson.

 

SEGUNDA DIRECTORA DONOSTIARRA.

Y como el centro Tabakalera es al audiovisual como La Masía del Barsa al fútbol, tenemos a otra directora donostiarra en sección oficial: Isabel Herguera. En El sueño de la sultana (2023), su primer largometraje y de animación, Herguera nos presenta un relato basado en el cuento escrito en 1905 por Rokeya Hossain donde narra su historia personal y la historia de Ladyland, un mundo utópico gobernado por… mujeres. Luego dirán que soy yo el obseso, y que siempre me fijo en lo mismo.

Un huequecillo en la sección oficial fuera de concurso han hallado los Javis -Ambrossi y Calvo- para su serie La Mesías. Son siete episodios de un thriller familiar y en cuyo reparto figuran, entre otros, Roger Casamajor, Macarena García, Lola Dueñas, Carmen Machi y Cecilia Roth. Seguimos con la fórmula de meter una o dos series en un certamen de largometrajes. Si el nivel es como Patria o Antidisturbios me callo, pero mi vejiga ya no está para duraciones mayores de dos horas y media.

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