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domingo, 17 de diciembre de 2023

Cuando las series apenas existían

 Un sofá de los años 70



En Astrabudúa hay un tipo peculiar. Le llamamos JR por el famoso actor de la serie Dallas, Larry Hagman. Un buen día, allá por los tiempos en que Franco ya había hecho su retirada de este mundo, se presentó en el bar Stop ante la cuadrilla. Iba calado con un sombrero texano, que luego supimos que era al estilo del protagonista de aquella famosa serie. Y ya ven, un acto de juventud tuvo como consecuencia su bautizo para la posteridad: JR. Y así hasta ahora. También dio la casualidad de que su nombre era Juan Ramón, bueno, también podría ser José Rubiales o Jon Rufaco. Da igual. El caso es que la serie Dallas fue de las primeras de las que uno tiene uso de razón. Se acercó a la barra del bar Stop y soltó un "¡Qué serie más conojuda estoy viendo, colegas!". Y, claro, en aquella época sólo había dos canales de TV y era difícil venir con una exclusiva salvo que te hubieras comprado los discos de Police en Inglaterra o el tema Je t'aime... moi non plus lo hubieras escuchado en Biarritz. 

Recuerdo que ese día le propuse ir al cine. Miramos el periódico que había en la barra del Stop. Y en una de las páginas vimos que en  el Olimpia de Bilbao proyectaban una película sueca titulada "La insaciable" de Paul Gerber. El anuncio era de lo más sugerente para nuestras hormonas adolescentes: "Un estreno que se comentará". Más abajo, se nos revelaba que "la mayoría de las mujeres 'soñaban' con sus aventuras, la insaciable las vive". Para rematar las ganas de verla, debajo del anuncio se avisaba que por su contenido la película podía herir "la sensibilidad del espectador".

Lo más lejos que mi cuadrilla viajaba era a Erandio. Ir a Bilbao ya era un viaje de aventura, por lejanía y duración. Así que ir al cine era un asunto donde para ponerse de acuerdo necesitábamos mucho consenso, más que entre los países miembros de la Unión Europea. Pero la idea de ir al Olimpia se difuminó por el descubrimiento de la serie.

Aquel día, 25 de mayo de 1979, JR trajo la exclusiva de la serie Dallas. Casi nadie veía La 2, la UHF como se la denominaba entonces, y menos tenía el valor de confesarlo a riesgo de pasar por un "raro" o "intelectual". "¡Joder, tiene pinta de ser interesante!", volvió a sentenciar. Debo ser de los pocos que me sustraje a la primera serie norteamericana que se emitió en España. Fue un bombazo durante los tres años que se emitió por la televisión. Creo que las turbulentas relaciones de aquella familia texana lograron el cenit en la tercera temporada, con aquel capítulo titulado "Una familia dividida" en el que JR era disparado. Creo que los espectadores, en especial de centro izquierda, centraron todo su rencor en la figura de JR como si fuera Franco. Como si al fin, en lugar de esperar a que se muriera en la cama, alguien hubiera tomado las riendas del destino y hubiera disparado al Caudillo. Bueno, son cosas mías un poco freudianas.

El otro JR se acuerda bien de aquel capítulo. Era agosto de 1982 y todavía con el sombrero como seña de identidad llevó a su reciente ligue a casa de sus padres aprovechando que estos estaban en Extremadura. Apoyado en la barra, me mira y me dice: "La bala salió y yo la metí", acompañándolo con una sonrisa jactanciosa que no puedo sustraerme a la que ponía Larry Hagman cada vez que tramaba alguna hijoputez por su cabeza. "Vimos el último capítulo después de... Ya sabes". El sombrero le daba pinta de "malote". Yo, en cambio, parecía haber salido de la Primera Comunión. Así que si ligaba era más por mi timidez, que me hacía chico interesante, que por pinta de malote.

Mi amigo JR tuvo éxito mientras duró la serie Dallas. Luego, centró la cabeza con una chica con la que lleva años emparejado. Pero siempre tendré en la memoria el sofá rojo de "scay" de la casa de sus padres. Cada vez que subía, me daba un poco asquito sentarme en él, no fuera a pillar algo de lo que allí hubiera acontecido. Lo recuerdo bien porque con el calor si ibas en pantalón corto, se te pegaba la piel al "scay" y hacía un ruido característico. Supongo que el rojo se llevaba porque era una época en la que la sociedad se habría al erotismo, al destape, al estallido de la represión que durante décadas se había vivido en una sociedad bastante pacata.

Ayer estaba paseando y en un escaparate me topé con el sillón años 70 (el de la foto). Y me vino a la memoria el que JR tenía. Entré y pregunté el precio. No estaba en venta, tan sólo era decorativo. En un momento en que el tendero estaba atendiendo a otra clienta, levanté uno de los cojines y miré por si había alguna muesca de las balas que JR disparó en sus conquistas.

Llegando a casa, recordé que aquella película, "La insaciable", no pude verla en el Olimpia de Bilbao y que podría ser buena ocasión de ver si la encontraba por internet. Yo también necesitaba disparar a JR.

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