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miércoles, 8 de marzo de 2023

El 8M... DÍA DE W. A.

A PROPÓSITO DE MIA FARROW EL 8 M

 Rifkin´s Festival, la última película de Woody Allen, en el Zinemaldia

En una conversación casual, una compañera de trabajo juzgó en unos segundos (por su aspecto) que Woody Allen era culpable de haberse casado con su hija adoptiva y de haber hecho cochinadas con otra hija llamada Dylan.

Ahora que estamos en el 8 de marzo, bien está recordar el padecimiento que tuvo que soportar el bueno de Woody Allen por las falsas acusaciones de la que fuera su compañera sentimental Mia Farrow.

En mayo de 2020 salía la 1ª edición de la autobiografía de Woody Allen titulada “A propósito de nada”, editada por Alianza Editorial. De las 439 páginas, unas 140 tienen relación con el caso y sus explicaciones exculpatorias.

La relación con Mia Farrow duró trece años y dio fruto a numerosas colaboraciones entre director y actriz: desde 1982 con “La comedia de una noche de verano” hasta su 13ª y última con “Maridos y mujeres” (1992). Como le dijo en una ocasión su terapeuta, Woody no era más que un mecenas en esa casa. Había empleado a Mia en trece películas, había contratado a su hermana, a su hermano, a su madre, le había regalado un millón de dólares libres de impuestos para que pudiera mantener mejor a todos esos pobres críos, no sólo los de Allen.

FAMILIA NUMEROSA

La primera señal de alarma que inadvirtió fue que se metía en una familia con tres hijos biológicos y otros cuatro adoptados. Lejos de frenar, Mia quiso tener otro con él pero al final, tras infructuosos intentos, adoptó a otra llamada Dylan. Al poco Mia se quedó embarazada de Satchel, que, en realidad, era fruto del encamamiento con Frank Sinatra, aunque el padre “oficial” fuera Allen.

A la Farrow, según opinión de él, “le encantaba la reputación de santa que le confería el entusiasmo de adoptar, pero no le gustaba criar a los niños y, en realidad, no se ocupaba de ellos”. Dos de sus hijos adoptados terminaron suicidándose. Un tercero contempló esa posibilidad, y una hija, rebasado los treinta, murió de sida en un hospital una mañana de Navidad sin nadie a su lado.

FAMILIA DESESTRUCTURADA

Otra señal que no vio fue de qué tipo de familia provenía la actriz. Tenía “tres hermosas hermanas y tres hermanos. Uno murió a los mandos de un avión; otro se suicidó con un arma de fuego; el tercero fue declarado culpable de abusos sexuales a niños y enviado a la cárcel”. Woody reflexiona: “¿cómo es que no me largué de allí, fingí mi propia muerte y empecé de nuevo en una situación menos proclive a la combustión emocional? (…). Sólo sé que una personalidad encantadora y unos grandes ojos azules pueden lanzar mil barcos a la mar”.

El origen de las acusaciones hechas por la actriz de que Allen violara a la hija adoptada en común, Dylan, fue por un descubrimiento casual. En pleno rodaje de “Maridos y mujeres” (1992), Soon-Yi, otra adoptada por Mia Farrow previa a la relación con el neoyorquino, y éste iniciaron una aventura. Ella tenía 22 años. Una tarde de fin de semana la pareja de tortolitos se hacen unas fotos eróticas con una cámara Polaroid, “calculadas para subir la temperatura de la sangre a cien grados”. Por descuido algunas quedan en la repisa de la chimenea, fuera de la vista. Mia tuvo que ir el lunes al departamento de Allen y allí descubrió esas fotos olvidadas. La venganza comenzó.

Como dice Moses, otro adoptado por Mia, “los niños se daban cuenta de que era algo poco ortodoxo, pero la relación en sí no fue para nada tan devastadora para nuestra familia como la insistencia de nuestra madre en constituir esa traición en el centro de nuestra vida a partir de ese momento”.

SIN PRUEBAS CONDENATORIAS

A pesar de que las dos investigaciones hechas por la Clínica de Abuso Sexual Infantil del Hospital de Yale-New Haven y por el Centro de Bienestar Infantil del estado de Nueva York concluyeron que Dylan “no fue sexualmente abusado por el señor Allen”, la caza de brujas continuó años más tarde.

Como afirma Allen, “todavía hay gente que piensa que la audiencia de custodia era una especie de juicio y que yo conseguí librarme de una acusación criminal. Todavía hay dementes que piensan que me casé con mi hija, que Mia era mi esposa, que yo adopté a Soon-Yi, que Obama no era estadounidense”.

EL GREMIO ARTÍSTICO LE ACUSA

Woody tuvo que afrontar una acusación falsa, a medios de prensa en contra, ingentes gastos legales, millones invertidos en tratar de ver a su hija Dylan en vano. Como en un buen final dramático, años después Dylan, siendo ya una mujer de más de treinta y que todo lo que sabía de él desde que cumplió siete años fue lo que le enseñó Mia, no sólo se negó a ver a Woody Allen sino que escribió una “carta abierta” declarando que él había abusado sexualmente de ella aprovechando la ola del #Me too. Y ¡cómo no!, ante la oleada feminista, muchos actores decidieron apoyar a Dylan y atacarle sin tener un conocimiento exacto de si había abusado o no de ella. Lo sincero y prudente habría sido escuchar al gremio artístico, al que le cuestionaban por tales hechos, que en realidad no conocían todos los detalles, de modo que no podían juzgar.

Desde la honda tristeza, el director de Manhattan afirma en su libro que esperaba un poco más de apoyo por parte de sus compañeros de profesión, “nada excesivo, tal vez algunas protestas organizadas, quizá algunos colegas enfurecidos marchando brazo con brazo, unos pocos disturbios, puede que algunos coches incendiados”.

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