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miércoles, 29 de octubre de 2025

Seminci 2025: 5ª jornada

Nacimientos, violaciones, árboles centenarios y el teatro como espacio de verdad y resistencia, protagonistas de la Seminci



Jean-Pierre y Pierre Dardenne presentando ‘Recién nacidas’ 


En la cafetería El Minuto constato ya una doble realidad: la primera es que ya nadie apenas lee el periódico en papel; la segunda es que muchos espectadores que asisten a las sesiones matinales de la Seminci son jubilados que han tenido en el pasado una afición al cine. El día en que mueran, los sucesores de Cienfuegos, director del festival, lo van a tener jodido para llenar el Teatro Calderón, sede principal del certamen.

La jornada de hoy martes arrancó con Recién nacidas de los hermanos Dardenne, Jean-Luc y Pierre. Los belgas, desde que los descubrí en esa peliculita que ganó la Palma de Oro titulada Rosetta, arrebatándosela a El verano de Kikujiro, tienen dos cualidades: siempre hacen cine social y siempre ruedan cámara en mano pegada al personaje. En este caso siguen con su mismo estilo. Recogen en Recién nacidas el caso de tres muchachas en torno a esa edad en que tener un hijo puede truncar la vida de cualquiera porque o bien no has acabado los estudios de instituto, o bien no existe el apoyo familiar o bien no sabes por donde te pega el aire de la vida con sus colmillos. Los tres personajes con o a punto de tener bebés son un muestrario de los casos que se pueden dar: una de las muchachas quiere conocer a la que fue su madre que la abandonó para no repetir la misma historia con su bebé; la segunda sufre el abandono de su novio aunque ella esté colada por él; y la tercera quiere dar en adopción a su hijo debido a que su hogar es un infierno. 

Los Dardenne adoptan un tono moderadamente dramático y con unas resoluciones que son esperanzadoras, pues quieren mostrar historias reconfortantes para el espectador. Eso hace que se vea Recién nacidos con agrado, no aburra y se tome conciencia -para eso se inscribe en el cine social con toques a lo Frank Capra- de que echar un polvo sin protección tiene consecuencias para toda la vida: se llama asumir la responsabilidad  de los actos de uno. 

Sorry, Baby es la segunda propuesta de la Sección Oficial. Es la ópera prima de Eva Víctor que ha aprobado con nota. El tema no sale a relucir hasta bien avanzado la primera mitad, lo que hace que no sepas muy bien si los chistecillos entre dos mujeres jóvenes, una profesora de literatura de la universidad de Nueva Inglaterra y la otra su antigua compañera, sobre tirarse a los tíos, el tamaño del pene y otras banalidades del mundo femenino -que hicieron reír a algunas espectadoras del patio de butacas-era comedia o drama. Pero claro estamos en los tiempos en que estamos. Así que no debía ausentarse el asunto de los abusos y de cómo se recupera uno de ellos. La originalidad está en que transcurre por cauces distintos a los vistos en otros filmes de parecida temática. 

La actuación de la propia directora Eva Víctor, que además es guionista con partes autobiográficas, tiene mucho mérito. Así que no descartemos que esté presente en el palmarés. 



La mayor rareza vista en esta edición hasta ahora ha sido Silent Friend de otra directora llamada Ildikó Enyedi que provocó bostezos y alguna que otra siestecilla en el patio de butacas. Los 147 minutos sobre tres historias con leve argumento en tres épocas distintas del siglo XX se me antojan excesivas. Estamos en un jardín botánico de una ciudad alemana. Ahí se encuentra un árbol bicentenario del que no había hablar jamás: un ginkgo biloba. En torno a él tienen lugar tres historias de interés desigualmente conseguido. Supongo que Enyedi un buen día se preguntaría si las plantas reaccionan ante los estímulos del ambiente, cuál es su sensibilidad ante el mundo. Hay una escena en que Tony Leung, que interpreta a un neurólogo, explica en un aula que estudia cómo perciben el mundo los bebés antes de hablar. Como no puede obtener respuesta de ellos, no le quedan más remedio que observar las respuestas neuronales de sus cerebros. Afirma en la clase que la ciencia solo puede abundar en hipótesis para explicar mediante metáforas el funcionamiento de la naturaleza. Y en eso se embarca Ildikó Enyedi con un resultado no del todo convincente, aburrido en muchos momentos. Creo que en la película abundan en demasía planos donde el elemento floral está omnipresente y, en ocasiones, de manera innecesaria para el fluir de la narración. 


El director italiano tras la presentación de Duse en el teatro Carrión 


La propuesta del italiano Pietro Marcello titulada Duse me parece loable, pero fallida en general. Aborda la figura de la actriz de teatro italiano Eleonora Duse de principios del XX, interpretada por Valeria Bruni-Tedeschi, que en momentos me parece histriónica. Tiene dos líneas argumentales que, lejos de retroalimentarse, van en paralelo: la vida teatral de Duse en sus últimos años como lucha contra el dolor del pueblo y contra el conflicto mundial de la I GM; y la descripción de la vida familiar, en la que su hija (buena actuación de Noemí Merlant) le demanda una atención y un cariño que nunca logrará de su madre.

 Por último, Marcello también aborda el contexto histórico, pero en mi opinión de un modo que deja un poso poco convincente al tratar de avisar de que, de la misma manera en que triunfó el régimen de Mussolini, hoy puede volver a acechar movimientos poco democráticos si no se le hace frente con las armas de la cultura. El director de Martín Edén (2019) introduce a lo largo de todo el metraje escenas de la época en color que tratan de dotar de un mayor verismo a la narración pero de manera un tanto confusa. Creo que todas las escenas que aparecen de ensayos y representación teatrales de obras clásicas (Ibsen, etc.) entorpecen más que enriquecer lo que pretende Pietro Marcello. 



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