Thinking Football Film Festival pita el final de la 25ª edición con buena entrada, buen ambiente y gran goleada
Aspecto de la Sala BBK para ver la jornada del sábado del Festival |
Hoy 12 de octubre es el último día de un festival que lleva 25 ediciones ocupándose de un nicho muy particular: el fútbol en el cine y su repercusión social. El que sólo entienda esta práctica del deporte como algo para borregos creo que está muy desencaminado: el Thinking Football Film Festival de Bilbao lleva 25 años tratando de demostrarlo.
Contaba Galder Reguera, el presentador durante la semana que ha durado el festival con esta tan exitosa fórmula de cine + entrevista al final de cada proyección, que este domingo finalizaba con The Club that George Built. Es la historia de George Dowell, un jugador de un equipo inglés de séptima categoría que con dieciséis años lo ascienden de categoría al primer equipo. Está viviendo su sueño: el de ser futbolista. Un día, tras el entrenamiento, vuelve a casa con un compañero que conducía el automóvil. Tienen un accidente y a la mañana siguiente le comunican que está tetrapléjico, apenas puede mover una de las manos. Su vida se ve truncada. Recibe una indemización. Entra en una depresión de casi dos años, sin apenas salir de casa. Durante ese tiempo su equipo de la infancia, el Worthing F. C. entra en quiebra. Un día Dowell tiene una idea: comprarse el club y tratar de levantarlo con la indemnización que había recibido. Desde ese día se convirtió en el presidente del Worthing. Con esta anécdota Galder quería demostrar que el fútbol va más allá del campo de juego y de la admiración por los millonetis. George Dowell le comentaba a Reguera: "Yo había salvado al club, pero el club previamente me había salvado a mí".
Galder Reguera se preguntaba retóricamente para qué servía el fútbol. Pues bien, se respondía afirmando que a la proyección de The Club that George Built asistirá la Peña Denon Athletic, que es la primera peña de fútbol oficial de la Liga Profesional creada por personas con diversidad funcional. Vamos con discapacidades varias pero con un enfoque en el que se centra en lo que se puede hacer. Para eso sirve el fútbol entre otras cosas.
Esta semana he podido observar cómo se llenaba la bilbaína sala BBK, salvo el sábado que estuvo al 35% de su capacidad en su segunda sesión. Es lógico que la programación siempre tenga un mayor o menor atractivo. Y esta sesión estaba compuesta por dos cortometrajes de animación y un documental titulado Girls Move Mountains, que relata cómo unas chicas del norte de Paquistán logran formar un equipo de fútbol y participar en un torneo femenino, a pesar de la oposición del pueblo y de los religiosos musulmanes. Me quedo con la última frase de una joven con su abuela: está bien practicar el fútbol, algo que en mis tiempos era inconcebible, pero no olvides tampoco llevar las tareas del hogar.
Quiero reseñar aquí una delicia de cortometraje de animación titulado Cómo los cosacos jugaron al fútbol de un dibujante de los años setenta llamado Volodymir Dakhno. Pertenece a una serie muy popular ucraniana de esa época titulada Cómo los cosacos... En cada capítulo se veía un episodio distinto donde los cosacos eran los protagonistas. Me reafirma viéndolos que si se tienen buenas ideas los medios no importan tanto. Es una delicia ver cómo en este episodio de 18 minutos con tan sólo música y sonidos onomatopéyicos los cosacos se enfrentan sucesivamente a tres equipos con estilos de fútbol distintos, para lo cual a Dakhno no le importa saltar de unas épocas históricas rompiendo así la lógica temporal: primeramente, se enfrentan a un equipo feudal, con un estilo rocoso ya que los jugadores llevan vestimenta metálica; luego viajan a la Corte de Versalles, con un estilo de jogo bonito; y, por último, a la época de la Revolución industrial inglesa, donde se tendrán que ver con los creadores del balompié moderno: los ingleses y el estilo embarrado, donde antes de la modernidad de los tapetes de césped de quita y pon, y los campos artificiales de fútbol, el estado del campo era importante para la práctica del mismo.
José Ángel Iribar, el Chopo, a la izq. junto al redactor del blog |
He podido cumplir mi sueño legendario: sacarme una foto con el mítico Txopo, José Ángel Iribar, que quien para que no lo sepa fue, es y será una leyenda y portero del Athletic Club durante 1962 a 1980. Antaño el Atlético de Bilbao y para los que quieren tocar los bolings: el Bilbao. Ha estado en muchas sesiones durante la semana como pueden verle en esta foto delante de donde yo me sentaba.
Quisiera reseñar un documental que nos emocionó a todos (los que tengan corazón rojiblanco, claro). Se trata de la islandesa The Home Game de Smari Gunn y Logi Sigursveinsson. Reguera en la presentación daba en el clavo al afirmar que "en el arte en general, la bondad está mal vista. Parece que para hacer buena literatura y buen cine hace falta un drama. Al revés, es todo lo contrario", opinaba. Se trata de una joyita de 78 minutos que relata cómo en un pequeño pueblo islandés, Hellissandur, de apenas 300 habitantes, un entrenador local tuvo la idea hace 25 años de crear un campo de fútbol bajo suelo de lava y a los pies de un glaciar con el objeto de jugar un único partido de la Copa islandesa. Sin embargo, el equipo local tuvo la mala suerte de jugar la eliminatoria a un sólo partido en el campo rival. Así que todo se vio frustrado al perder por... 10-0. Tiempo después, a su hijo se le ocurre apuntarse de nuevo y formar un equipo para volverlo a intentar. El resultado es esta emocionante filmación cuyo guion se escribe sobre lo que sucede en la realidad, con más giros y momentos logrados que si lo hubiese imaginado un guionista profesional. Mi compañero que estaba a mi lado, me comentó que el último gol lo había celebrado más que si lo hubiera metido un jugador rojiblanco. En el coloquio asistió uno de sus directores, Smari Gunn, y uno de los jugadores, que sin desvelar más era mujer. Al final, Galder Reguera suele obsequiar con camisetas del Athletic Club a los invitados. El giro final lo dio Gunn que también sorprendió a la audiencia al entregar la del club Reynir, el equipo islandés.
Director y protagonista del documental islandés The Home Game |
Acabo esta reseña de lo visto en el festival, con la proyección que tuvo lugar el pasado viernes de Muy lejos, la ópera prima de Gerard Oms. Mario Casas encarna a Sergio, un joven aficionado al Espanyol que asiste con su familia a Utrecht a ver un partido europeo de su equipo. En el hotel sufre un ataque de ansiedad cuyas causas desconocemos. Al ir a tomar el avión de regreso con el resto de seguidores pericos, arroja su cartera a una papelera y no puede tomar el avión por falta de documentación. Desde ese momento, tratará de sobrevivir en la ciudad con trabajos que le salen y buscará sentirse él mismo en un ambiente más libre, pero también más hostil por ser un inmigrante. Como dice un personaje de Muy lejos, en Holanda "puedes abortar, ser gay, rico o pobre, pero siempre, siempre te preguntan por tus orígenes. Nunca te dejarán de recordar que eres inmigrante".
Transcribo aquí la conversación mantenida tras la proyección entre Galder Reguera y el director Gerard Oms, pues aunque el estilo de Muy lejos no me convenció del todo, con cámara en mano y una luz grisácea en todo momento que traslada el estado emocional del personaje, creo que la conversación es muy interesante.
Pregunta. —Querías que escucháramos la canción que acompaña a los títulos de crédito finales, ¿cómo se llama?
Gerard Oms.—Es una canción de una cantante catalana que se llama Silvia Pérez Cruz y está basada en el poema de Miquel Martí i Pol [titulado Ben poca cosa tens = Tienes muy pocas cosas] que aparece en la película. Para mí el poema es la piedra de Rossetta de la historia, bien podría ser una sinopsis. Le pedí a Silvia que lo musicara y accedió. Siempre que voy a un coloquio, me preguntan cuándo abrimos luces, cuándo cortamos en los créditos y siempre pido que se mantenga la canción. Me parecería horrible cortarla.
Pregunta. —La película nos llegó al Festival a través de Carlos Marañón, director de la revista Cinemanía, hincha del Espanyol, perico, que nos la recomendó, pues creo que la había visto en el Festival de Málaga. Yo le preguntaba que si tenía suficiente "fútbol" y él me decía "da igual, es buena". La película se abre y se cierra con fútbol. Comienza con Sergio metido en la masa de hinchas, con esa masculinidad propia de la hinchada, cánticos, golpes... Pero en el estadio vemos que algo en él empieza a resquebrajarse.
Gerard Oms.—El fútbol funciona como dispositivo de avance en la historia de este chico, que se está ahogando, asfixiando. Está empezando a somatizar con ataques de ansiedad, pues hay algo que no funciona. Se ha dejado llevar por la corriente y se ha puesto el disfraz entero de lo que le tocaba ser o lo que le habían dicho que tenía que ser: esta única masculinidad que nos acompañaba hasta no hace poco todavía, ese único lugar donde un hombre puede ser. Por suerte esto está cambiando.
Pregunta. —¿Qué representa el fútbol?
Gerard Oms.—Representa un marco para hacer viajar al personaje. No es ningún secreto que el mundo del fútbol es muy heteronormativo e hipermasculinizado. Como yo soy futbolero, y me gustan los hombres porque soy homosexual, pensé que valía la pena este dolor que había tenido para volcarlo en una película y contarlo al mundo. Considero que hay tantas masculinidades como hombres hay en el mundo.
Pregunta. —La masculinidad de Sergio empieza en el fútbol.
Gerard Oms.—Sí, empieza ahí como un lugar tóxico, que no tiene por qué serlo. Por eso el fútbol le acompaña durante toda la película, convirtiéndose en un lugar de integración, le sirve para acercarse al diferente, con personas con las que seguramente tenía prejuicios [musulmanes], y se acaba convirtiendo en un lugar de apertura, de divertimento e incluso también de enfrentamiento. Termina con el único plano que tiene sol en toda el filme. Y con la camiseta de su equipo, a la que no renuncia como símbolo de identidad.
Pregunta. —Muy lejos parece tener tres finales.
Gerard Oms.—En la fase de guion, habíamos pensado en dejar la historia en la discoteca concluyendo ahí una parte del viaje. Pero quería hacer trascender la película a la familia, por eso está la escena del hermano, para mí es importante porque es una sanación de todos.
Pregunta. —Pues le acepta como es a Sergio, en su homosexualidad.
Gerard Oms.—También hubo la opción de dejarla en esa escena con el hermano, pero era evidente que no quería dejarla sin volver al fútbol, ¿no? ¡Qué mensaje estaríamos dando al mundo después de haber hecho el ritual de paso, de haber salido del armario como se suele decir! No volver verlo a ver jugando al fútbol habría sido peligroso.
El director Gerard Oms que presentó Muy lejos con Mario Casas de protagonista |
Pregunta. —Sergio empieza asistiendo a un partido de fútbol y finaliza jugando.
Gerard Oms.—Esas dos imágenes definen el viaje del protagonista.
Pregunta. —Es una obra sobre las dudas y la soledad, ¿verdad?
Gerard Oms.—Hubo un crítico en Málaga, al que suelo leer, por el que tengo gran admiración, y que no es Carlos Marañón, que tituló la crítica que hizo de la película como "El retrato de la persona más sola en el mundo". Sergio pasa de un lugar donde hay mucho "ruido", de haberse dejado llevar por la "corriente", de hacer lo que le tocaba, de poca comunicación, a un lugar de silencio absoluto. La película contrasta enseguida y se queda en el silencio. Sergio es una persona que habla poco y que empieza a observar, a mirar hacia fuera y hacia dentro desde el silencio.
Pregunta. —De ahí emana esa duda sobre su condición sexual.
Gerard Oms.—Más que duda es miedo. Pero sí, esa duda le acompaña durante toda la película. Y el espectador que llega virgen a la historia, sin saber de qué va, se coloca en ese mismo lugar horizontal del personaje y lo acompaña, sin saber muy bien qué está pasando. Ni siquiera Sergio sabe bien lo que le está pasando.
Pregunta. —Se trataría de una especie de "coming of age".
Gerard Oms.—Sí, en términos cinematográficos es un género narrativo. Son películas de adolescentes que dan un paso al mundo, pasan de la juventud a ser adulto. Siempre he pensado que en el caso de Sergio es un "coming of age" tardío, porque es la historia de alguien que está viviendo a los 34 años aquello que no se permitió, o no se le permitió, vivir cuando era adolescente.
Pregunta. —La cámara siempre acompaña a Sergio, salvo en dos momentos. ¿Podrías aclararlo?
Gerard Oms.—Imagino el cine desde un lugar muy político. Para mí las películas sirven para sacudir de algún modo el mundo que veo, ¿no? Como yo imagino el mundo desde un lugar muy horizontal, pues vengo de una clase muy trabajadora, de familia humilde, intento mirar al "otro" no desde un lugar elevado. Esto también pasaba por la forma del largometraje. Como director te permites tomar decisiones del lenguaje cinematográfico, tanto artísticas como técnicas que definen una película.
Pregunta. —Una de ellas fue ir con la cámara en mano.
Gerard Oms.—Exacto, la película está todo el rato en movimiento. No hay un sólo trípode. Y con una única óptica, que es el objetivo que se le pone a la cámara para ver cuán grande o cuán pequeño se ve el plano. Y esta óptica única que usé, que no suele pasar en el cine pues se suelen usar varias dependiendo del plano, es un 40, que es lo que más se acerca a la mirada del ojo humano en este afán de querer estar bien cerca de lo que el personaje ve. Es un afán de realismo horizontal.
Pregunta. —La cámara también está al mismo nivel de los ojos de Sergio.
Gerard Oms.—Sólo hay dos momentos donde cambiamos el punto de vista de la película y el espectador va por delante del protagonista. Uno es para terminar de dar la pista definitiva al espectador, que es cuando Yusuf lo descubre cómo lo ha mirado cuando muestra su torso. Ahí le indico al espectador el conflicto interno de [la homosexualidad latente] de Sergio. Ahí aguanto el plano en Yusuf y Sergio no sabe que el espectador acaba de ver que Yusuf se ha dado cuenta de esto.
Pregunta. —La segunda sucede cuando a Yusuf lo han deportado.
Gerard Oms.—Sí, es el momento en que Sergio se acerca al quicio de la puerta a escuchar tocar la música del único personaje abiertamente homosexual. Al acercarse a escuchar el chelo, cambiamos de foco y vemos al chelista a través del reflejo del espejo ver cómo llora Sergio mientras escucha esa música que le está "abrazando". Y ahí Sergio no sabe que el chelista sigue tocando la canción para él, pero el espectador sí. Es un cambio del punto de vista para que, en ese momento, todos abracemos a Sergio en su dolor y para que le acompañemos en su silencio. Es decir, lo acompañamos sin saber él que lo hacemos, como lo hace el chelista.
Pregunta. —El personaje de Manel, interpretado por David Verdaguer, te ha supuesto un problema en Cataluña, porque es un actor muy querido.
Gerard Oms.—David es un ser de luz, maravilloso. La gente se enamora de él y es algo lógico. Es un estandarte en Cataluña. Él no había interpretado nunca a un personaje ruin, miserable o de sombras como es este. Hay alguien que me ha llegado a decir que le había gustado mucho la película, pero que no iba a conseguir que odie a David Verdaguer.
Pregunta. —La identidad es algo muy importante en Muy lejos. Se nota esa soledad cuando está trabajando en el restaurante, que se ve enfrentado ante gente que habla otras lenguas. Y el fútbol aporta identidad necesaria en un país que habla otro idioma.
Gerard Oms.—Él está en un momento de resintonización, está en un lugar nuevo. Se ha apartado del grupo que le proporciona identidad. El fútbol es algo muy pasional, de pertenencia. Es algo que se hereda de padres a hijos, o de madres a hijas por suerte hoy en día ya. Yo lo heredé de mi casa hasta el punto de que soy perico y culé. Esta contradicción cuesta defenderla según dónde. Pero es que realmente es así. Mi abuelo, que en paz descanse, era muy culé, socio del Barsa. Iba al campo con él de pequeño. Pero, por otra parte, mi padre es perico e iba con él a Sarriá. Yo no quería problemas en casa con nadie. Entonces crecí contentando a todo el mundo. A mí me parecía bien porque son dos equipos de mi ciudad: Barcelona. El fútbol, que es un lugar de pertenencia que se hereda, me venía bien para retratar esta masculinidad que se transmite.
Pregunta. —Sergio quiere parecerse a su hermano mayor.
Gerard Oms.—Sí, es lo que ha venido cumpliendo. Va incluso al inicio pintado con los colores pericos en el rostro. Cumple con su papel. Él cree que esa es su única identidad, pero al quedarse solo [en Utrech] empieza a mirar desde otro lugar, se aparta del grupo. En la película se dice que ha estado a punto de casarse aunque ha dejado la relación, que es otra cosa que le tocaba hacer. Eso me pasó a mí. Pero, por suerte, el cuerpo en algunos casos somatiza.
Pregunta. —Por eso es tan importante que se hable de salud mental hoy en día.
Gerard Oms.—Es importante poder verbalizar el dolor que tenemos. Realmente creo que el dolor se cura hablando. Y eso es lo que no ha hecho Sergio en toda su vida. Por eso está sufriendo.
Pregunta. —Es una película de muchos silencios mientras que la ciudad ruge.
Gerard Oms.— Sí, además él encuentra mucha paz en ese altillo, en ese rincón que le alquila esa mujer de color llena de juicio.
Pregunta. —La escena en que ella le corta el pelo es preciosa.
Gerard Oms.—Las escenas con Thenna me generan mucha ternura. Porque además son escenas muy cotidianas: cocinar, cortar unas patatas, arreglar un jardín, cortarle el pelo. Lo mira a Sergio con tanto amor, pues sabe por lo que está pasando. Y desde el silencio, lo que hace es acompañarle y darle el espacio y tiempo. Él necesita silencio. Él se va lejos de los suyos, por eso la película se titula Muy lejos. Y eso lo consigue forzándose a quedarse en los Países Bajos. Alguien me decía que esto lo podía haber hecho en Barcelona igualmente, ¿no? Yo creo que no. Yo... no pude. Creo que uno tiene que salirse de su entorno para verse desde otro lugar.
Pregunta. —¿Qué sientes cuando el Athletic Club te escribe para estar presente en un festival de cine y fútbol?
Gerard Oms.—Pues es de las propuestas que cerré más temprano cuando apareció la opción, que vino de Carlos [Marañón], y el distribuidor me comentó de la existencia de este festival, que no lo conocía. Y dije que sí porque considero que el fútbol tiene mucho poder sobre la sociedad, y mucho más en este país. Y este poder hay que saber utilizarlo. Es importante estar en estos espacios para dialogar sobre lo que puede emanar del fútbol. Me parece que un campo de fútbol es de los lugares más democráticos que existen, ¿no? Miles de personas mirando un espectáculo bello que en ese momento da igual de dónde hayas nacido, el color de piel, qué idiomas hables, y todo eso que a veces se coloca en sacos de homofobia, de racismo, de clasismo, te das cuenta de que la gente acaba abrazándose, llorando entre ellos, acaban uniéndose desde un lugar muy primario y muy puro. Mira el caso del portero Kameni que jugaba en el Espanyol. Era un jugador negro y cuando estuvo en él no hubo ningún comentario racista por parte de nadie. Sin embargo, existe el racismo, la homofobia y el clasismo. Estar aquí, en el marco de uno de los equipos de fútbol más importantes de la Liga, hablando de estos temas me parece que es importante asistir.
Pregunta. —La película también ha tenido comentarios o críticas minoritarias homófobas, con odio desaforado . ¿Tú crees que con el arte, fútbol y cultura unidos podemos borrar este odio que está surgiendo?
Gerard Oms.—(Silencio). No lo sé. Lo que hemos recogido con esta película ha sido amor, amor y amor... y reconciliación. Sí que hay un tanto por ciento de odio, sobre todo detrás de las redes sociales con nombres anónimos, los cuales se creen con total impunidad de poder decir comentarios muy hirientes y desagradables. Creo profundamente en el poder transformador del arte, del poder transformador del cine y, cómo no, del fútbol y de estas iniciativas. Lo que veo en la pantalla transforma el mundo. Si yo cuando tenía 12 años hubiera visto a un actor de la magnitud de Mario Casas interpretar a alguien parecido a mí en clase social, en idioma, de lugar de procedencia, haciendo de un personaje que le cuesta aceptar su condición sexual, pues a lo mejor no habría tardado 25 o 26 años en salir del armario. Y me hubiera ahorrado mucho dolor. Y muchas horas de terapia. Lo que se ve en una pantalla es un espejo hacia el espectador.
Pregunta. —Para acabar, quiero decirte que el personaje de Yusuf es muy interesante.
Gerard Oms.—Sí, porque viene de un mundo árabe. Se podría prejuiciar que esto le haría tener mayor reparo ante la homosexualidad. Y en la película es el único personaje que verbaliza el conflicto que se plantea. El único de todos. Y es el único que no tiene problemas con la homosexualidad. No es ninguna utopía, pues lo que narro está basado en mi experiencia personal.
Dejo aquí el poema de Miquel Martí i Pol:
Muy poca cosa tienes:
la mesa y unos cuantos libros
la añoranza de ella, que está lejos
y tampoco la olvidas,
y este silencio, denso
de palabras no dichas.
Si escribes ahora, al amparo
de tanta melancolía,
te perderás por los caminos
de una tristeza benigna,
la voz se te volverá
miedosa y enfermiza
y a cada palabra creerás
que pierdes un trozo de vida.
Déjalo todo. En la calle
hace una tarde tranquila.
Camina. Está la gente
para hacerte compañía.
No te resistas a ninguno
de los horizontes que te llaman.
Cuando regreses, todo será
más sensato y digno.
No habrás olvidado nada
—no es más libre el que olvida—,
pero tendrás las manos
llenas de luz fresquísima.
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