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sábado, 16 de septiembre de 2023

No hay Zinemaldia sin polémica

La pelota, antes, Ternera ahora

 

Primero, La pelota de Medem


En 2004 pude ser testigo en el Zinemaldia de la expectación que un documental de Julio Medem sobre el llamado 'conflicto vasco' había levantado sin que apenas nadie lo hubiera visto antes. A la salida de los Cines Príncipe de Donostia-San Sebastián había apostada alguna cámara de cadena nacional para recoger la opinión de la prensa acreditada. Yo, buzón en boca, no fuera a ser que la bolsa bajara o subiera.

El documental, La pelota vasca (2003), hizo mucho 'ruido' como todo lo que rodeaba a ETA en aquella época antes del 'cese definitivo de la actividad armada' como así lo anunció eufemísticamente la organización terrorista el 20 de octubre de 2011. 

Dos cosas me quedaron claras cuando lo visioné: primero, que Medem hizo un documental artístico y emocionante, retratando con inspiración el alma vasca en conflicto -escuchar a Mikel Laboa su 'Txoria, txori', letra que dice que si le hubiera cortado las alas hubiera sido mío, no hubiera escapado, pero así, hubiera dejado de ser pájaro, sobre imágenes a vista de pájaro por la costa del Cantábrico es de poner la piel de gallina-. Y, segundo, que Medem quiso mostrar un crisol de opiniones -en el último momento algunos desertaron por creer que Medem era parcial- sobre si la vía de la violencia era la opción adecuada para el logro de la independencia. El tiempo le ha dado la razón. Curiosamente, a pesar de ser candidato en los Goya al mejor documental, Julio Medem no tuvo la contraprestación del amargor de recibir palos con el logro de un cabezón. Se lo llevó una obra más desconocida: Un instante en la vida ajena (2003). 

Curiosamente, hace tan sólo 7 años, el documental se programó en el Festival en una sección denominada 'The Act of Killing. Cine y violencia global' ¿Recuerdan ustedes alguna polémica entonces?
 

Ahora otro documental: Ternera


En esta 71ª edición del Zinemaldia se ha creado otra polémica con la programación por parte de José Luis Rebordinos y su comité de selección de No me llame Ternera de Jordi Évole y Màrius Sánchez. De calibre menor, todo hay que decirlo. La reseña que manda la organización indica que No me llame Ternera presenta una entrevista exclusiva a una de las figuras clave en la organización de ETA: Josu Urrutikoetxea, más conocido como Josu Ternera. De la mano de Jordi Évole, el documental ofrece una mirada inédita desde dentro a la banda terrorista y aborda algunos de los momentos decisivos hasta su disolución en 2018. Una tensa y exhaustiva conversación que ha permitido a una víctima del conflicto resolver incógnitas del atentado que sufrió hace casi 50 años. Está programada en la sección Made in Spain y la inaugura el primer día del certamen en el Kursaal 2.
 
Está producida por Netflix, sí esa todopoderosa productora que tiene unos agentes de mercadotécnia muy hábiles. La foto de abajo es un botón de muestra de la edición de 2017, en la que promocionaba en pleno Festival de Cine de una manera bastante provocativa Fe de etarras (2017) de Borja Cobeaga.

 
 
Fe de etarras (2017) de Borja Cobeaga, un comedia negra sobre un comando etarra a la espera de cometer un atentado mientras que la selección española de fútbol va avanzando triunfalmente en el Mundial de Sudáfrica y todo el mundo lo celebra a su alrededor

 

Las dos cartas de la polémica


Jordi Évole -o quien esté en detrás de él- es un experto en crear expectativas, tan hábil en la promoción como lo fueron en su momento Pedro Almodóvar o Santiago Segura. No les critico. Hacen bien en 'vender su producto'. 

El director del Festival, José Luis Rebordinos, ha tenido que hacer frente a las críticas por programar este documental, saliendo al paso con un comunicado a los medios el pasado martes, 12 de septiembre.

514 personas habían firmado una carta contra la programación en el Zinemaldia de dicho documental y, curiosamente, la misiva había sido enviada a los medios pero no a la propia organización. A juicio de los firmantes, la petición de la retirada obedece al hecho de que tenga como protagonista a Josu Urrutikoetxea y de que éste haya tenido muy altas responsabilidades en la trayectoria de la banda terrorista ETA.

Rebordinos indica en su respuesta que 'la no ficción que ahora nos ocupa ni justifica ni blanquea a ETA porque este Festival no proyectaría una película con esas premisas'. Y pone un ejemplo de esta semana en la que se ha recordado el 50º aniversario del golpe de Estado de Pinochet en Chile: 'Zinemaldia no programaría nunca una película que justificara aquel ataque violento contra la democracia y sus posteriores represalias sobre miles de víctimas'. Y continúa diciendo que 'sin embargo, sí se programó en San Sebastián un documental que entrevistaba a algunos de sus principales golpistas: Pinochet y sus tres generales (José María Berzosa, 2004). Allí se demostraba que dar la voz no es ni mucho menos dar la razón'. 

La carta de respuesta del comité organizador acaba diciendo que 'estimamos que la película No me llame Ternera ha de ser vista primero y sometida a crítica después y no al revés. En este sentido, estaríamos dispuestos a realizar una proyección privada previa a un grupo reducido en su representación'.

Dice Rebordinos que la historia de ETA es compleja y no toda la historia de ETA es la misma. Y que tras ver el documental se da cuenta de que 'al conocer a esos dirigentes de esa ETA cada vez más loca, que nadie entendía por qué seguía matando y con esa crueldad, te das cuenta que no era gente de gran nivel intelectual sino fanáticos'.
 
Yo no necesito ver el producto de Netflix para haber llegado a esa conclusión, mi querido Rebor. Y sí, es mejor haberlo visto antes de opinar. No vaya a ser que uno quede por ignorante.


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