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domingo, 28 de mayo de 2023

Stefan Zweig y John Ford

UNA ESCENA DE LITERATURA Y UNA RECOMENDACIÓN

Recientemente acabo de leer María Estuardo de uno de mis escritores favoritos, Stefan Zweig. Junto a esta biografía de la reina de Escocia, Zweig también dedicó otro libro a otra histórica figura femenina, María Antonieta, ambas acabaron enfrentándose al cadalso. Si aquella fue ejecutada al modo en que se ha asociado indisolublemente a la Edad Media, verdugo enmascarado enarbolando un hacha, ésta sufriría el arma de la modernidad: la guillotina.

María Estuardo de Stefan Zweig (Ed. Acantilado)

 

La vida de María Estuardo está estructurada en 23 capítulos y un epílogo según la edición de 2013 de Acantilado. Aunque ya se ha repetido hasta la  saciedad, el estilo de Zweig al relatar las vicisitudes de esta mujer es como si estuviera en la piel, o mejor, en la cabeza de esta mujer pero sin dejar de ser un “pseudo observador” privilegiado.

Querría pararme en el último capítulo titulado “En mi final está mi comienzo”. Son los últimos momentos vitales de la biografiada a partir del 7 de febrero de 1587, en que Shrewsbury, el hombre que ha acogido durante 20 años en su casa-prisión a María Estuardo, le comunica que la reina de Inglaterra, Isabel, «no ha podido evitar ceder al ruego insistente de sus súbditos y ordenar la ejecución de la sentencia».

Si a lo largo de las 414 páginas de esta obra vivimos con pasión y voracidad los pasos de la reina escocesa, presa de ser eternamente pieza de un juego de cálculos de sus súbditos y de la política de Estado, en este capítulo el tiempo cobra mayor relevancia al saberse que será demasiado corto para esta moribunda.

El autor vienés, aunque nacido en 1881, parece estar presente cuando nos narra que «María Estuardo ha pedido la cena antes que de costumbre, y simbólicamente le da el solemne formato de una última cena. Después de comer, reúne en círculo a su alrededor a la servidumbre (¿incluido él?) y hace que le sirvan una copa de vino. Con rostro serio pero despejado (solo un testigo podría afirmarlo), alza el cáliz lleno sobre sus leales, que han caído de rodillas (¿Zweig incluido?)».

También revela dotes para el psicologismo. En sus últimas horas antes del momento agónico de subir al cadalso, María «tiene que haber revisado su guardarropa pieza a pieza en busca de la etiqueta más digna para esta ocasión irrepetible, es como si también como mujer quisiera, en un último arrebato de vanidad, dar  para todos los tiempos el modelo de la forma en que una reina tiene que avanzar hacia el patíbulo».

Por último, el detallismo de la descripción es también una cualidad de Zweig. Describe con detalles precisos la vestimenta última de Estuardo: vestido en terciopelo marrón oscuro, subido el cuello blanco y ondeantes las anchas mangas; zapatos de cuero que deben hacer sus pasos silenciosos en el caminar hacia el patíbulo. Incluso como si fuera parte de su séquito de sirvientas, detalla que «se ha hecho preparar ropa interior roja como la sangre y guantes largos (…) para que cuando el hacha caiga sobre su nuca la sangre que salte no reluzca demasiado sobre la ropa».

 


 

Leyendo estas páginas uno siente ser testigo privilegiado hasta el último momento, junto a esos doscientos nobles, venidos de la vecindad, para ver el espectáculo insólito de una reina ejecutada en la sala de un castillo, lejos de Londres, donde Isabel parece no querer saber nada del "ajusticiamiento" de una monarca católica.

AL CINE

La biografía escrita  por el autor vienés no ha tenido reflejo en el cine, a diferencia de algunas otras obras como ha sido el caso de  Carta de una desconocida de Max Ophüls, posteriormente revisitada en 2004 por Xu Jinglei o Juego de reyes (1960), notable película de la Alemania Federal de la novela breve Novela de ajedrez.

De las adaptaciones cinematográficas de la figura que tratamos, deseo reseñar la realizada por John Ford: María Estuardo (Mary of Scotland, 1936). Tal vez no sea lo más reseñable de la prolífica y notable filmografía de Ford. La gran dificultad de adaptar una biografía en 117 minutos es saber qué escoger o qué desechar en una vida rica en acontecimientos. Pero si les recomiendo este filme es por una razón. Joseph McBride, biógrafo de Ford en su espléndida Tras la pista de John Ford, afirma que uno es capaz de ver si un director de cine está enamorado de su actriz por su forma de filmarla. «La pista está en ese resplandor de ensueño que el rostro de la protagonista adquiere en la adoración de los estáticos primeros planos que el dedica el autor». Y eso queda patente en un Ford de 42 años seducido durante el rodaje de la producción RKO María Estuardo por una Katherine Hepburn de 29 años. El mismo amor y admiración que Stefan Zweig debió de sentir por el personaje histórico de carne y hueso mientras lo biografiaba.

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