PREMIERE MUNDIAL EN EL GUGGENHEIM
Es de agradecer que todo el equipo artístico de La vida padre (2022) se haya acercado a Bilbao para poder presentarla. No en vano la película transcurre íntegramente en el botxo. Así que desde el director, Joaquín Mazón, pasando por sus dos protagonistas, Karra Elejalde y Enric Auquer y acabando por los actores de reparto, Megan Montaner, Lander Otaola, Maribel Salas y Gorka Aguinagalde estuvieron presentes en la rueda de prensa tras la proyección.
La vida padre quiere maridar cocina con familia en tono de comedia “naturalista”
y una pizca de melodrama. No en vano ya lo dice el lema del cartel: “Sólo hay
algo peor que vivir sin padre, que vuelva”. Y la vuelta de Karra tras 30 años
de ausencia por culpa de una amnesia traerá problemas a la familia y al
restaurante Ataria en el que trabajan. Bueno, eso y que los Reyes y Javier Clemente quieren cenar en el mismo.
— ¿La película no es sólo comedia, no?
— Joaquín Mazón: Teníamos muy claro cómo queríamos hacer la película. De hecho Karra dejó sentadas las bases en la primera etapa del guión y yo tenía muy claro lo que quería hacer: contar algo más que una simple comedia. Durante el rodaje, el trabajo fue de investigación, es decir, si nos decantábamos más por la comedia o por el drama. Creo que hemos encontrado un punto intermedio en el que no hacemos chistes sobre temas delicados.
— Karra Elejalde: Si un sujeto está en problemas, puede banalizarlos por cómo los exterioriza. Puedes hacer reír así pero de modo impostado, con trazo grueso. Hemos querido que el tono fuera más naturalista, quizás queda menos humorístico pero queda más verdadero.
— ¿Qué tipo de comedia habéis querido hacer?
— K.E.: Se nos cae la baba con el humor inglés, el humor francés… En nuestro humor también tenemos mil modos porque la comedia no es única. Tenemos la pantomima, el astracán, el vodevil, la farsa latina que es de la que más se abusa en las comedias españolas. En nuestro caso la hemos querido llevar a la comedia naturalista.
— ¿Se puede hacer comedia de las enfermedades?
— K. E.: Hay que tener cuidado a la hora de hacer comedia conjugándola con la enfermedad. Puedes herir sensibilidades de personas que tienen un familiar en esa situación como es mi caso. Mi madre tiene 93 años y no me conoce. Me han servido muchas cosas de sus reacciones, de su estado de perplejidad cotidiana. Y su estado me ha servido para ser respetuoso con la enfermedad del personaje, amnesia retrógrada o el síndrome de Korsakoff se denomina en la película.
— Tu personaje ,el cocinero Juan, regresa tras 30 años de ausencia pero parece anclado en los 90, ¿qué echas de menos de aquellos tiempos?
— K.E.: Fue el momento de creatividad. Así como hubo la Movida madrileña, en Euskadi estaba el rock radical vasco, en el que estaba muy implicado. Escribí canciones para Hertzainak particularmente o alguna para Korroskada. En los espectáculos de teatro en directo siempre metíamos grupos de rock. Aquellos momentos los vivo con gran emoción. Quería ser pintor, hacíamos camisetas, teatro, escribía letras… Había mucha interrelación (entre nosotros). Ahora cada uno está en su ámbito artístico. Pero si me preguntas por aquel Bilbao o este, me pillas entre dos aguas. Reconozco que aquel Bilbao oscuro, al que veníamos por las fiestas de Bilbo, tenía un encanto especial. Y también reconozco que este Bilbao actual es otra cosa que también tiene su encanto pero no más que aquel industrial y gris.
— ¿La ciudad es un personaje más?
— J. M.: En principio quería rodarla en Donostia-San Sebastián pero fueron nuestros productores, Fernando Bovaira y Urko Errazquin, que vieron, por cómo era la historia, que si había una ciudad que había vivido una transformación desde los años 90 hasta ahora era Bilbao. De hecho no es una simple localización sino la protagonista.
— ¿Modernidad frente a tradición?
— J.M.: La película habla de la familia, de las raíces, y el personaje de Enric Auquer (cocinero de alta cocina), llega en un momento a decir “tenemos que volver a nuestras raíces para encontrar hacia dónde queremos ir”. Y eso Bilbao, a pesar de los avances que son necesarios, ha mantenido esa raíz de saber de dónde viene. Eso hace que la villa no sea un decorado sino protagonista también de La vida padre.
—K.E.: En una película cuando no hay ‘feeling’ lo puedes impostar tranquilamente, somos profesionales. Es muy difícil, nosotros que nos dedicamos a hacer reír, que nos haga hacer reír algo. Y yo con este tío me despepito, está como una verdadera cabra. Los fines de semana nos íbamos con su mujer, que está embarazada, a Getaria y nos comíamos un besugo. Fuimos a donde Carlitos Arguiñano, que nos enseñó la bodega de txakoli. Como ves hacíamos por vernos.
— Esa buena química se ve en la película.
— K.E.: Sí. Además, no nos parecemos ni en el agujero del culo pero como en la película se dice tanto, la gente se lo acaba creyendo. Como en política, tú acaba diciendo muchas veces una cosa que la gente acaba creyéndoselo. Y al final todo el mundo dice ‘sois calcados’ pero ni siquiera la han visto. Es algo mágico (risas).
Y ahora les dejo con el momento sonoro más divertido y surrealista de la rueda de prensa al preguntarle servidor a Lander Otaola por su aparición en La vida padre vestido con la camiseta del Athletic Club.
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