EL CAMINO AL ESTRELLATO
Hoy quisiera hablarles de un tema que aparece en la película “Hollywood al desnudo” (1932) de George Cukor: el del estrellato. Cinéfilos recordarán que es predecesora de películas más logradas sobre el mundillo del cine en Los Ángeles como fueron, primero, “Ha nacido una estrella” (1937) de William A. Wellman y en segundo lugar, la homónima de Cukor en 1954 en versión musical.
El sueño de muchas chicas lo simboliza el papel interpretado por Constance Bennett, el de materializar el sueño de muchas que aspiraban a ser una famosa actriz de Hollywood, todo ello contado en pocas escenas.
La idea de que en una sociedad puedes mejorar tu nivel de vida si te lo propones siempre ha sido muy querida en los filmes norteamericanos, no en vano EE.UU. siempre se ha vendido como el país de las oportunidades. Y no digamos en la era de los estudios (hasta finales de los 60). Así según esta película, pasamos de camarera a aspirante de actriz con tan sólo estar en el lugar adecuado, en el momento preciso y con la persona idónea. Y no solo eso sino que encontramos novio millonario en un partido de polo. Contado así, parece inverosímil. Pero narrado como lo hace Cukor al espectador no le da tiempo de ponerlo en duda, gracias a diálogos brillantes y situaciones dinámicas. O tal vez al espectador de aquella época, tras la Gran Depresión, tampoco estaba como para poner en solfa los cuentos de hadas. Que se lo digan a la protagonista encarnada por Mia Farrow en La rosa púrpura de El Cairo de Woody Allen.
En esta ocasión, la camarera Constance atiende en la cafetería a un director (Lowell Sherman) que está en su cénit. Él la descubrirá. Claro, que ella ha de ser decidida, tener claro lo que quiere y trabajar con empeño. Así lo demuestra en la escena en que, tras haber sido un desastre en el set rodando su primera actuación en un pequeño papel, ella regresa a casa y se pone a repetirlo hasta lograr la interpretación adecuada y convencer al director de que es la idónea para el rol que han ofrecido.
Llegamos a la media hora de película. La protagonista ha ido encadenando trabajos interpretativos cada vez más protagónicos (todo esto en off, claro) Y he aquí cómo Cukor y sus guionistas idean una solución visual magnífica que resumen todo ese esfuerzo en unos pocos segundos mediante el encadenado de elipsis: rostro en primer plano de ella, sobreimpresión de ella en plano entero y posteriormente una sucesión de planos de marquesinas de diferentes salas de cine:
Su nombre artístico, Mary Evans, aparece a la derecha en pequeño tamaño en la marquesina de un cine anunciando la película “Loves Holiday”.
En el segundo plano encadenado su nombre ya apareca a la altura de su coprotagonista en el Palace Theatre anunciando “Revenge Is Sweet”.
En el tercer plano el nombre de Mary Evans luce esplendorosa con el nombre publicitario que la maquinaria de prensa del estudio le ha puesto (“la chica de América”) y por encima incluso de la propia película: “Playing around”.
Manos del público que la aplaude a rabiar y luces de estrellas que acompañan a la gran estrella en que se ha convertido Mary Evans.
Como ven a medida que su relevancia y éxito crecen, la tipografía le otorga el lugar que merece según su status. Les dejo con estos 19 segundos para que lo saboreen. Eso sí, no pregunten si llegar al estrellato requiere “sangre, sudor y lágrimas”. O como en una ocasión le dice a su director descubridor tras acabar en el domicilio de este, “gracias por no haber intentado…”. No eran tiempos del “Me too” todavía.
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