La carta de William Wyler
Tuve la fortuna de toparme en una librería de Las Arenas (Getxo) con un relato breve titulado La carta de Somerset Maugham. Se trata de una edición de 2022 publicada por Ediciones Invisibles. 93 páginas en formato bolsillo que se leen en un suspiro. El escritor inglés, aunque nacido en París, publicó esta obra en 1927 y dos años después la convirtió en teatro.
Tuvo su primera adaptación al cine en 1929 pero de la que vamos a hablar es de la versión que William Wyler hizo en 1940 para la Warner Bros.
Un joven abogado inglés instalado en Singapur recibe la visita de su amigo Crosbie (Herbert Marshall), propietario de una plantación de caucho. El empresario llega alterado porque su mujer (Bette Davis) ha sido arrestada por el asesinato de Hammond, amigo de ambos, y quiere pedirle que la defienda.
Como curiosidad comentar que el actor Herbert Marshall está presente en ambas películas, aunque en la primera era la víctima de un crimen pasional y en la segunda interpretaba al marido de la autora del mismo.
A medida que lee uno el relato, sorprende la fidelidad al mismo que hizo Howard Koch. Sin embargo, hay dos cambios fundamentales. El primero es que el filme empieza por el final de la novela: famosa es la escena inicial en la que Bette Davis baja las escaleras de su casa con un revólver en la mano y descarga las seis balas del tambor sobre su amante. Algo que a su abogado le preocupaba a la hora de defenderla: ¿cómo convencer al jurado de la inocencia de su cliente cuando cuatro de esos disparos parecieran haberse hecho a bocajarro?
El segundo cambio está en el final. ¿Si la película empezaba por el final de la novela, cuál sería el final de aquella? El guionista Howard Koch se vio forzado a modificar el desenlace literario para que la dama no se quedara sin castigo, tal y como obligó el censor de la Oficina del Código de Producción de la época. Este final, en cambio, es un gran hallazgo y mejora incluso el original.
Hace poco pude ver la película en un DVD que Warner Home Video España editó en 2005. Lo terrible, que me ha ocurrido con otras películas del Hollywood clásico editadas por Warner como es La senda tenebrosa (1947), es que en varias escenas la BSO de Max Steiner era sustituida por otra sin ningún tipo de sonrojo. Evidentemente, esto pasaba en la versión doblada al castellano. La razón última de que no se respetara la música original y se metiera otra la desconozco. Tal vez no se conservara en buen estado y se sustituyera a toda prisa por otra. Injustificable. Lo que sí me pareció es que aquello desvirtuaba la obra por completo. ¿Se imaginan las últimas palabras de Rutger Hauer en Blade Runner con otra música que no fuera la de Vangelis? Comprueben lo que les digo.
Y comparen con la música original de Max Steiner en la versión original. Nada que ver.
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