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lunes, 7 de abril de 2025

La senda del pecado (2025)

Juan Dávila o el humor irreverente convertido en documental



No sé si aquellos que lo han disfrutado se interesarán por un documental y se rascarán el bolsillo. Para asistir a uno de los espectáculos más exitosos de los últimos años, hay público que ha pagado el 200%, 300% o más del precio oficial de una entrada en reventa. Me estoy refiriendo al espectáculo La capital del pecado de Juan Dávila. Si no saben aún quién es, pueden teclear en youtube su nombre y sabrán de quién les hablo. 

El largometraje documental se titula La senda del pecado y lo ha dirigido Alberto Utrera. Se podrá ver en cines a partir del 15 de mayo de 2025. Utrera ha sido el más listo de la clase y no ha querido esperar a que el tiempo ponga en su sitio dicho espectáculo, se produzca la decadencia -el público siempre acaba cansándose, las fórmulas no son in aeternum- y la nostalgia cocine un testimonio audiovisual sobre lo que fue el espectáculo para aquellos nostálgicos. Ha decidido que en pleno éxito, estando en la cumbre, Dávila se merecía un documental sobre cómo ha llegado a situarse en la cresta del éxito. Dicen, aunque tal vez esto sea más una exageración de márquetin publicitario, que Juan Dávila se ha convertido en el cómico europeo con más entradas vendidas en el último año con su espectáculo La capital del pecado, llenando estadios y acumulando más de cinco millones de seguidores en redes sociales.


Me temo que a Dávila no le pondrán nunca un programa en La 1 como a David Broncano con La revuelta. Su fórmula es tan novedosa por estos pagos y tan políticamente incorrecta para las mentes biempensantes -curiosamente ahora de izquierdas- que será difícil que entre en la televisión pública. Ni falta que hace. A La capital del pecado acuden políticos, enfermos de cáncer, drogatas, colgados, deportistas de élite (los hermanos Williams, por ejemplo), abogados, parados, jubilados, salidos, minusválidos, tartajas, sopranos... Cualquiera que se preste a que se rían de él y con él. Porque esa es la fórmula transgresora: el propio "humillado" en público toma parte en el número que Dávila, como buen perro de caza que es, sabe rastrear los secretos divertidos, canallas, miserables... de aquellos que se prestan al juego. Dávila es el mejor improvisador que he visto jamás. Sale al escenario sin un texto escrito, todo va surgiendo según la marcha, según los personajes que se atreven a subir al escenario. Escruta sus debilidades, sus ocultaciones, sus frustraciones o aspiraciones terrenales o lujuriosas y entra a matar... con el estoque del humor salvaje.

Juan Dávila empieza a formar parte de esos humoristas españoles que gustaban de meter un poco el dedo en la llaga de los españoles, del gobierno, de los tabúes y de lo respetabilísimo del momento: ahí estaban Tip y Coll, Martes y Trece o los muñecos Rockefeller, Monchito o Macario de José Luis Moreno entre otros.

Les pongo un ejemplo del espectáculo humorístico en el que intervienen los hermanos futbolistas Williams del Athletic Club, que le han traído dos camisetas al humorista.


David: -(Mirando la parte trasera de las camisetas) Williams Junior y Williams nada. ¿Y tú quién eres? -pregunta a un tercero que les acompaña.

Tercero: -El acompañante.

David: -Tú eres el geta. ¿Dónde los conociste?

Tercero: -En clase, de pequeño. 

David: -¿Habéis ido a clase, vosotros?

Nico: -Yo sí, yo sí.

David: -Tu hermano, no.

Nico: -Mi hermano, no.

David: -¡Y te has puesto blanqueador en los dientes!

Nico: -Un poquito.

David: -Un poco, un poco. Se ha blanqueado los dientes, el negro, hijo de puta -Nico, aplaude divertido e Iñaki Williams se descojona.

Un espontáneo del público dice algo.

David: ¿Quién ese ese? -pregunta-. Escucha, date la vuelta y vente, o si no, salta la valla, ¡salta la valla!. ¡Tú -dirigiéndose a Iñaki Williams-, ayúdale!, que de eso sabes. (Risas del público). 



 

Leído así, y en los tiempos que corren, la humorada parece no tener ni puta gracia. Pero la comicidad surge de la complicidad de los que salen al ruedo con ganas de ser embestidos, mientras que el humorista los torea como quiere. No es humor blanco, ni verde ni rosa ni amarillo: es humor rojo, porque a ver quién es el guapo que traspasa esas líneas rojas y se mete hoy en día a hacer humor con el racismo, la xenofobia, el feminismo, el cáncer, la drogadicción, la minusvalía...

El documental en clave de comedia narra la imposible historia de Juan Dávila, que, tras haber probado suerte como futbolista, fisioterapeuta y policía municipal, no se le ocurrió nada mejor que dejarlo todo para dedicarse al espectáculo y empezar un camino de penurias que duraría más de diez años. La senda del pecado es, sin duda, la historia de un perdedor que terminó ganando. Y yo me alegro por los ganadores. Más debería haber.

La senda del pecado relata el viaje del humorista y showman Dávila que, a sus 32 años, deja un puesto fijo como policía municipal para dedicarse al mundo del espectáculo. Empieza así un viaje de diez años actuando en bares, salas de variedades y algunos teatros. Un viaje en el que levanta una compañía de teatro llamada Improclan donde junta a personas que, como él, buscaban su hueco como cómicos.

Con historias insólitas como tener que actuar en una plaza de Albacete para absolutamente nadie, obligado por el alcalde, la película documental de Alberto Utrera cuenta cómo la insistencia de Juan le lleva a invertir, después de diez años de fracasos, todos sus ahorros en un último espectáculo: La capital del pecado. Así fue cómo en junio de 2022, vestido de monje y con un megáfono en la Gran Vía de Madrid, luchaba por vender 40 entradas para el Teatro Arlequín. Cuatro meses después batió los récords de venta, colocando 8.000 entradas en menos de cuatro minutos para un espectáculo en el Palacio Vistalegre Arena.

El humorista afirma que "el director y amigo, Alberto Utrera, me insistió mucho en que esta historia tenía que ser contada, porque es una historia que puede ser de cualquier tiempo y lugar, y que mucha gente se podría sentir identificada, sobre todo en tantos momentos en los que he pensado en abandonar".

Juan Dávila no venia de la nada sino que se convirtió en showman, actor y cómico actuando en Paramount Comedy, Comedy Central y en series como El incidente y Acacias 38. Tras ejercer seis años como miembro de las fuerzas de seguridad del Estado, en 2012 completó su formación en interpretación en el Estudio Corazza para el Actor y comenzó su trayectoria como cómico en vivo en La Chocita del Loro de Gran Vía en Madrid. 

El humor de Dávila no es para todos los públicos, pero es el más necesario en estos tiempos de crispación y ante la existencia de tantos meapilas que crecen como las setas.




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