Había más de dos bandos: héroes, bestias y mártires
Hace una semanas entré en el bar Stop de Astrabudua. Tenía necesidad de parar, pues la próstata va presionando la vejiga con tal ahínco que cada vez la botella de litro para retener la orina se hace más pequeña. Así que me introduje subrepticiamente sin que Cecilia, la dueña, se diera cuenta. Eso creí. Recorrí a paso firme pero disimulado, entre el gentío, la distancia desde la entrada hasta el servicio de caballeros que hay al fondo. Tan sólo eran aguas menores, pero me urgía y no me apetecía pedir nada líquido.
El estrecho WC, de medidas tales que, como dice el chiste, si fuera iglesia las ostias habría que darlas de canto, estaba como casi siempre limpio. El hecho es que, después de hacer mis necesidades, lavarme las manos como Dios manda y secármelas, me percaté de que alguien había escrito en la puerta del baño lo siguiente:
Recomiendo:
Chaves Nogales, Manuel. A sangre y fuego: Héroes, bestias y mártires de España. Nueve novelas cortas de la guerra civil y la revolución. Santiago de Chile: Ercilla, 1937.
Me quedé pensativo. ¿Cómo era posible que en lugar de un buen pollón, una cita revolucionaria, una posturita del Kamasutra o el típico por aquí pasó fulanito para en el inodoro dejar un mensajito hubiera una cita bibliográfica en una aceptable caligrafía?
Ni corto ni perezoso apunté el título en mi cabeza, pues la cosa me intrigó. No había firma ni pista alguna del autor de aquella recomendación. Lo que sí sé es que Cecilia le habría arrancado la cabeza si le hubiera pillado. Buena es ella para las cosas grafiteras: guerracivilista.
Acabo de leer hace poco la obra de Manuel Chaves Nogales sobre la Guerra incivil española. Y he de decirles que es magnífica. La edición que tengo en mis manos (2013) la publica la Espuela de Plata en colaboración con la Diputación de Sevilla. En ella, a diferencia de la impresa en 1937 en Chile, hay dos relatos más (El refugio y Hospital de sangre) alcanzando así los once.
Me quiero detener brevemente en el primero, pues transcurre en Bilbao. Supongo que Manuel Chaves sacaría el sustrato de su narración de lo acontecido en abril de 1937, cuando la Villa sufrió varios bombardeos por parte de la Legión Condor. Uno de los aviones debió ser alcanzado y en su huida dejó caer sus bombas sobre los barrios populares de Iturribide y Begoña. En Iturribide, a la altura de la fábrica de calzado de Cotorruelo, las bajas entre la población civil se contaron por decenas, entre ellas un bebé como se ve en la fotografía¹. En El refugio, se cuenta cómo unos niños (José Mari, Chomin, Iñasio y Carmenchu) se refugian en un sótano ante las alarmas que señalaban la inminencia de un bombardeo aéreo. Los padres no llegan a tiempo para refugiarse y contemplan atónitos cómo una bomba cae sobre el tejado del refugio sepultando a los allí recogidos. La imagen del final, con las balas de la aviación fascista fustigando el aire y la tierra en torno de la figura del padre que no se mueve ante el cadáver sepultado de su pequeña Carmenchu es impactante, pues el dolor le había hecho invulnerable e invencible.
No hace falta haber conocido en persona al autor para tener claro, tras la lectura de esta obra, que Chaves no era ni reaccionario (ahora gusta más decir fascista) ni revolucionario. Así lo refleja su pluma en este artefacto literario en forma de mosaico con diferentes historias, que abordan desde el frente a la retaguardia, desde escaramuzas bélicas a situaciones en fábricas o en pleno barrio de Salamanca madrileño, en los que aparecen fascistas, revolucionarios comunistas, milicianos, guardia civiles, militares, cenetistas, moros, población civil, proletarios... Todo con la sensación lectora de que rezuma verismo, de que tales narraciones parecen salir de la realidad. Cuando estudiaba Periodismo en los 80, se hablaba del Nuevo Periodismo americano, y de la novela de Truman Capote A sangre fría. Es un referente para explicar lo que Chaves Nogales relata de forma literaria algo que en su sustrato parece periodismo de testimonio. Sólo que él lo hizo décadas antes en lo que llamamos Periodismo literario o narrativo.
Cuando me separé de mi tercera esposa, la psicóloga que atendía mi depresión, me comentó que cuando se deteriora y rompe una relación siempre hay un porcentaje de responsabilidad de cada uno. Pues ahora que gusta de hablar de malos y buenos, creo que algo parecido pasó en la Guerra Civil de 1936. Cada cual que reparta ese porcentaje entre los bandos.
Ha de tener en cuenta el lector de estas palabras que durante la contienda hubo gente que no quiso ni le convencía posicionarse con uno u otro bando. Es el caso del periodista Manuel Chaves Nogales. Tenía dos opciones: o quedarse y elegir bando o huir. El primer caso queda claro en el personaje de Daniel que aparece en la narración Consejo obrero. Al final, vencido por el hambre, tiene que batirse heroicamente por una causa que no era la suya. Su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese. Nogales, en cambio, opta por marchar a París, hallando allí un lugar donde poder mantener a su esposa y sus tres hijos con su escritura.
Según propia confesión del periodista, los once relatos fueron escritos en el año 1937, en plena contienda, en un barrio de París. Como dice Andrés Trapiello en el prólogo del libro, quiso "contarle al mundo lo que había visto y firmar por ello su sentencia de muerte, civil y literaria. Ni unos ni otros le perdonarían sus escritos". De ahí que durante muchos años, el escritor sevillano sería un completo desconocido. Eso se nos da muy bien, a diferencia de los ingleses o franceses: enterrar a los del otro bando, pero sobre todo olvidarse de la existencia de la tercera España.
Después de acabada la lectura, me preguntaba por qué nadie hasta ahora había intentado trasladar a la pantalla estas historias. El director Amenábar ya había abordado su visión desde el personaje de Miguel Unamuno en Mientras dure la guerra (2019). Incluso Berlanga con La vaquilla (1985) quiso poner su granito de arena en una obra muy de la Transición. Actualmente, Julio Medem se ha estrellado (fracaso de taquilla) con su contribución a la mirada de la contienda civil en 8 (2025). Compruebo que en febrero de este año, en la alfombra roja de los Goya, J. A. Bayona comentaba su intención de rodar una película basada en A sangre y fuego con la ayuda de Agustín Díaz Yanes en el guion. Va a necesitar suerte y acierto, pues me intriga saber cómo va a montar estas historias (una detrás de otra o cruzándolas) o si dejará algunas en el tintero.
Mientras que el proyecto se fragua, aquí estoy de nuevo, en el cagadero del bar Stop con un bolígrafo en la mano para añadir debajo de la pintada revolucionaria en forma de referencia bibliográfica sobre la puerta:
Gracias por la recomendación literaria.
Cecilia me sabrá perdonar.
1. Información y fotografía sacada del Museo Memorial del Cinturón de Hierro
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