Manu Gómez y Oskar Fernández dicen agur a su labor en el Cineclub de Getxo tras varias décadas
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Unos emocionados Manu Gómez y Óscar Fernández reciben un recuerdo de manos de la alcaldesa de Getxo, Amaia Agirre |
Las Arenas, 24 de mayo 2025
Ayer fue un día emotivo para dos personas que me han acompañado durante cuatro décadas en mis andanzas de cineclub en Las Arenas y Algorta. Son Manu Gómez y Oskar Fernández. Dos personas que han formado pareja dispar y que nos han acompañado en la presentación de los coloquios del cineclub organizado por el Aula de Getxo desde 1982. Son distintos como lo eran en el cine el Gordo (Oliver Hardy) y el Flaco (Stan Laurel) por poner un símil cinematográfico. Uno, Manu, un humilde obrero del metal como se autodefinió, era el que estaba tras las bambalinas, el organizador de la hoja parroquial en la que venían las reseñas de las películas que se programaban, un banco de datos que recordaba cual enciclopedia Espasa tal actor o tal película en blanco y negro; Oskar, por contra, era la cara pública, la del presentador y moderador de los coloquios, la corrección oratoria y exposición pausada y académica –su labor de años como maestro le ayudó–. Ambos hicieron del Getxo Antzokia y del Gran Cinema (Las Arenas) en una primera etapa y, en una segunda, del Andrés Isasi santuarios perfectos para un cineclub señero con coloquio, con permiso del bilbaíno FAS. Porque un cineclub sin coloquio tras la proyección no sería tal.
Durante los años que he asistido nunca supe de que alcalde alguno de Getxo se acercara. Y menos que estuviera en el coloquio. Me soplan que en una ocasión vino el anterior a ver Tarde para la ira (2016) de Raúl Arevalo, ganador aquel año del Goya a Mejor Película. Era tal la cola que formaba el público que quería verla, que ante la imposibilidad de entrar, el Alcalde se marchó... ¿lleno de ira 😉?.
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Ohore, Manu eta Oskar |
Pero ayer era día especial, obligado para homenajearles y reconocer su labor voluntaria, no remunerada. Y estuvo la alcaldesa: Amaia Agirre (PNV-EAJ). Se dice, se cuenta que tuvieron que fumar previamente la pipa de la paz. ¿Por qué? Porque Oskar y Manu los jubilan, pues han llegado a esa edad, los 70 años, en que es difícil buscar un seguro que, en su tarea "voluntaria" de presentar el cineclub, los cubra por si surge algún percance. Lo llaman edadismo. Se podría pensar también que, como me decía una parroquiana, llegado a estas alturas hay que saber decir "adiós", antes de que te jubilen.
Ellos querían seguir. No será así. La Alcaldesa, subida al escenario del Conservatorio de Música Andrés Isasi ante un nutrido público que llenaba incluso el anfiteatro, afirmaba que el filme elegido para dar fin a la temporada 2024-25, y despedir a Oskar y Manu, era La última película de Peter Bogdanovich. "Un título muy significativo hoy, pues es el programado por los que han sido los programadores –nuestra pareja de voluntarios– en las últimas cuatro décadas. En estos tiempos de las plataformas digitales, ambos han mostrado un gran amor por el cine en pantalla grande, mediante una cuidada programación y con una gran labor pedagógica".
Amaia Agirre quiso agradecer y poner en valor su trabajo "durante tantos y tantos años, cuarenta, de manera voluntaria. Desde 1982, nos han presentado más de dos mil películas, compartiendo su amor por el cine y convirtiendo cada proyección en una experiencia única, acercándonos como siempre las mejores producciones y haciendo de este cineclub un referente tanto de Getxo como fuera. Gracias a ellos, hemos podido disfrutar de películas de gran calidad. Hemos descubierto verdaderas joyas que, a menudo, eran ajenas al circuito comercial y que, de otra manera, no podríamos haber visto y disfrutado de ellas.".
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El público asistente puesto en pie para despedirlos |
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Manu Gómez, homenajeado |
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Oskar Fernández, el otro homenajeado |
La intervención de la Alcaldesa concluyó ante el nutrido público asistente diciendo que "hemos aprendido a comprender el cine desde una mirada cinéfila, manteniendo viva la imagen de la pantalla y, sobre todo, hemos contado con la suerte de su gran saber. Gracias al cual muchas personas han descubierto el Séptimo Arte. En tiempos de plataformas digitales, ellos han defendido la sala oscura, el debate y la mirada cinéfila. Por todo ello, Oskar y Manu de verdad, gracias por vuestra trabajo altruista y por la gran labor que habéis desempeñado semanas tras semanas para mostrarnos lo mejor del Séptimo Arte. Eskerrik asko".
Y Amaia Agirre ya les aclaró en el final de su discurso de agradecimiento que la próxima temporada les invitaba "a estar con nosotros, para escuchar vuestras aportaciones y a continuar compartiendo vuestros conocimientos de otro modo, pero entre nosotros". Como ven el adiós lo quiso hacer público y evidente la Alcaldesa ante el auditorio y los homenajeados. Por si cabe duda.
Fue el turno del coprotagonista Manu Gómez, que dejó una frase misteriosa y cinéfila al respetable: "Este es el inicio de una gran amistad". Y reconoció que durante estos años había metido "algunos paquetillos" de películas. Auguró que "el único cine que vamos a ver en pantalla grande en adelante será el proyectado en las aulas de cultura". En ese momento, un espontáneo de entre el público preguntó en voz alta: "¿Vais a estar el año que viene? ¡Queremos que os quedéis!". Hubo aplausos y un momento de desconcierto que no llegó a tensión –salvo en la que pudiera haber en esos momentos en la cabeza de Amaia Agirre–. No hubo revuelta, ni octavillas de protesta cayendo desde el anfiteatro. Son otros tiempos, más civilizados o más anestesiados.
En la intervención del otro homenajeado, Oskar Fernández, agradeció a aquellos que habían asistido al cineclub y afirmó que "el cine seguirá, cada vez se hace más gracias a las series y a las plataformas, pero haber visto el cine con otras personas, haber disfrutado durante cuatro largas décadas con vosotros, con otras personas que ya no están, en un cine es, sin lugar a dudas, la forma ideal e idónea de disfrutar del Séptimo Arte. Y si encima tenemos la suerte de poder asistir a un cineclub, evidentemente el placer y satisfacción son inmensos. Manu y yo hemos sido felices llevando el cineforum del Cineclub de Getxo durante estas décadas. Y vosotros habéis sido fundamentales, asistiendo y participando, fuente de nuestro placer".
Como suele ser habitual en estas ocasiones, hubo invitados que arroparon la despedida. De los tres que subieron al escenario, y en representación del cine, uno fue Borja Crespo, director getxotarra, historietista y programador cultural. "Me han liado", dijo, "la gente que nos dedicamos al cine y a la cultura, este fin de semana la duda era entre estar en (el Festival) de Cannes o aquí. Evidentemente, hay que estar aquí", provocando la hilaridad de los asistentes. "Veo a dos chavalotes aquí, ¿eh?. Para mí el cineclub, aunque los últimos años los he vivido fuera y no he asistido tanto, es muy importante. Siempre lo digo, y Óscar Belategui también lo sabe –periodista de El Correo sentado en primera fila–, que en mi memoria emocional y cultural está evidentemente todas las charlas que tuvimos, en las que en muchas discutíamos, pero en las que aprendí muchísimo de cine y por eso lo amo".
En representación de instituciones, no podía fallar un referente cultural y dinamizador de la Villa de Bilbao como lo es el Cineclub FAS, "referente para todo nuestro País y para todo el Estado español", definió Oskar Fernández. En nombre del FAS, Juanjo Ortiz, ex presidente del mismo y aún colaborando en él, comentó que "mucha gente quiere a Manu y a Oskar. De hecho, (Jose Luis) Rebordinos (director del Zinemaldia) no ha podido venir porque estaba en Cannes y hay gente de Nosferatu y Zinemaldia que no ha querido salir. Así que me ha tocado a mí salir". Ortiz vaticinó que "con esto de las plataformas, con lo mal que van las salas y las que se están cerrando, pues tal vez el futuro del cine pasa por verlas en festivales y en salas de cine en las que puedan estar los autores y haya coloquios. Ojalá que los cineclubes permanezcan muchos años más".
La tercera pata representativa en salir fue una espectadora que "acude asiduamente y dinamiza desde la butaca los fórums. Y hace algo extraordinario: con cada una de vuestras participaciones, se enriquece la percepción de la película que hemos tenido. Así que Pantxique os representa", afirmó Oskar Fernández en su presentación. "Con esto no contaba. Ha sido una sorpresa que me han preparado. No puedo decir mas que nos han enseñado a amar el cine", manifestaba una emocionada Pantxique. "Venir cada viernes era como leer un buen libro. Se merecen este homenaje y mucho más porque son un gran equipo. Os animo a que vengáis al cineclub, que abramos todos la mente y podamos discutir de diferentes temas, siempre con todo el respeto", comentó.
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Bien acompañados por Borja Crespo (2º izq.), Alcaldesa, Pantxique (5ª izq.) y Juanjo Ortiz |
EL OBSEQUIO
Hubo un tiempo en que las empresas solían regalarte un reloj en la jubilación como símbolo de toda una dedicación laboral en ella. El Ayuntamiento de Getxo tuvo el detalle de entregarles una placa de metacrilato con la hoja "parroquial" de la última película proyectada. Seguro que buscarán en alguna pared de sus hogares un hueco donde el sol ilumine una de las frases que aparece en esa hojita informativa tan poco judeo-cristiana como le gustaba decir a Oskar:
"La pantalla es tan solo una sábana con luces y sombras: una completa ilusión. La linterna mágica proyecta imágenes bidimensionales sobre la pantalla blanca, y se produce el hechizo" (Peter Bogdanovich)
LECTURA REIVINDICATIVA
No quiero dejar de mencionar que, cuando parecía que nadie iba a levantar civilizadamente la voz contra la Alcaldesa y contra esta jubilación forzada, hubo una persona, Juan Luis Ibarra, expresidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, que leyó un escrito dirigido a Amaia Agirre. Manu Gómez le comentó que tal vez no era el momento y lugar indicado, pero el público asistente animó a Ibarra a leerla y lo hizo. Era un agradecimiento a Oskar y Manu por su labor y una petición a la Alcaldía "para que ponga los medios que sean necesarios para que en el próximo curso el Cineclub de Areeta-Las Arenas siga contando con su estrecha colaboración", rezaba el escrito. "Sabemos de su plena disposición para continuar desarrollando la misma colaboración voluntaria que hasta ahora han desempeñado a plena satisfacción", finalizaba la demanda.
La obra elegida para poner el broche final, La última película, es la historia de una doble transición: la del paso de la adolescencia a la madurez vital y emocional de Sonny Crawford (Timothy Bottoms) en un pueblecito llamado Anarene (Texas) con un único cine llamado Royal; y de la evolución del cine en Hollywood donde Bogdanovich era un claro exponente de aquella época.
En la despedida de ayer, también hubo una doble transición: Manu y Oskar dejarán de presentar y moderar los coloquios cinéfilos, pues la sociedad en general y, la administración pública en particular, los obliga a que, a partir de ahora, dejen de ser esos "niños llenos de ilusión" a convertirse en "meros espectadores" de la sala oscura.
La segunda transición es más cruel. Y no quiero ni mencionarla.
Nos queda, mi querido Manu, poder ver algún día algo de John Ford en el Andrés Isasi o en el Muxikebarri, de la misma manera en que Sonny y su amigo Duane (Jeff Bridges) ven Río rojo en el cine Royal antes de que este cierre y Duane vaya a la guerra de Corea. Ahí sí, volveríamos a ser niños admirando a John Wayne. O tal vez mejor no, no sea que, recurriendo al título del libro de memorias de Fernando Fernán Gómez, El tiempo amarillo, compruebe que lo que albergué en mi memoria no tenga que ver con mis recuerdos en blanco y negro.
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