La película finlandesa "La muerte es un problema para los vivos" se alza como ganadora del FANT 2025
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La película ganadora del 31ª del FANT |
Si se preguntara por la calle si han visto alguna película finlandesa (o finesa, que también vale), dudo que hubiera mucha gente que dijera que sí. Y de los pocos que hayan visto alguna producción hecha en ese país perteneciente a la Unión Europea, y con un invierno que dura entre 105 a 120 días, podrán mencionar dos nombres: Aki Kaurismäki y su hermano, Mika. Si me apuran, alguno recordará las recientes Compartimento nº 9 (2021) de Juho Kuosmanen o la vistosamente bélica Sisu (2022) de Jalmari Helander. Desde el pasado 8 de mayo, el FANT ha inscrito en la memoria cinéfila el nombre de Teemu Nikki.
El Jurado del Festival de Cine Fantástico – FANT, organizado por el Ayuntamiento de Bilbao, formado en su Sección Oficial por Diana Rojo, Justo Ezenarro y Soy Una Pringada, concedieron el Premio al Mejor Largometraje de esta 31 edición a “Death is a problem for the living”, de Teemu Nikki “por hacernos ver que no está mal empatizar con los malos de la película y que nos incomode tanto que solo nos quede reír”, tal y como lo ha valorado el Jurado.
Así reza la nota de prensa enviada a los medios de comunicación. De entre las 18 películas de la Sección Oficial, La muerte es un problema para los vivos estaba en ese grupito de premiables para el que esto escribe. No era mi favorita, aunque ya se sabe que para gustos los colores. Apunten el título de una coproducción chino-danesa por si algún día se topan con él: Breve historia de una familia del chino Jianjie Lin. Es su ópera prima y se estrena en cines el próximo 4 de junio de 2025 en cines. Y estoy convencido de que ninguno de los tres miembros del Jurado la entendieron.
Pero volvamos a Teemu Nikki. Su historia va presentando en un montaje alternado a los dos protagonistas: Risto Kivi, un ludópata con problemas conyugales, y Arto Niska, un pobre diablo que trata de preñar a su mujer y que descubre en una consulta médica que nació con un 85% menos de cerebro que una personal normal. Hasta que ambos no se reúnen en la historia, el espectador tiene dificultad para entrar en la pantalla. La presentación de ambos personajes se va demorando con pinceladas de humor que hacen más soportable la espera de saber por dónde van los tiros. Sin embargo, cuando Risto, que trabaja en una funeraria, le pide ayuda a Arto para transportar un cadáver, el interés de estos dos personajes a la deriva empieza a elevarse.
Nikki no abandona las historias que tanto se suelen ver en el cine escandinavo en general (danés, sueco, islandés...) de seres abatidos por sus circunstancias, dramáticos, marginales o que la suerte les es esquiva . Sin embargo, lo que la distingue La muerte es un problema para los vivos de otras tantas es su tono de drama con unos toques ligeros de comedia negra. Pongamos un ejemplo. Cuando ambos dejan el cadáver de una mujer al pie de un árbol, Arto descubre entre su documentación que la chica tiene dos hijas. Risto le comenta inconmovible que "un muerto no tiene hijos".
La deriva de Risto y Arto hacia la desesperación hará que traten de enfrentarse a ella de la peor manera posible: jugándose la vida. Ahí es cuando Teemu Nikki se la juega como director y, en mi opinión, no sale del todo airoso. El director fía su realización más que a la puesta en escena a un guion que construido con un interés in crescendo y apoyado por dos actores (Pekka Strang y Jari Virman) con una actuación que navega en una línea fina entre el drama y la comedia.
Dos temas están presentes en esta historia: uno son las apuestas por internet, pero esas en que sólo aparecen por la web profunda porque no serían legales; el segundo es cómo la difusión de ciertas informaciones sobre la privacidad de una persona puede producir la ruina a todos los niveles.
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Breve historia de una familia, la revelación del FANT |
El drama fantástico titulado Breve historia de una familia de Jianjie Lin nos relata la historia de dos jóvenes de 16 años llamados Shuo, estudiante mediocre con unos padres que esperan algo más de él, y un carismático Wei, cuyo padre es alcohólico y la madre falleció tiempo atrás dejándole unas cicatrices emocionales. Ambos se hacen amigos rápidamente tras un incidente en la escuela. Pronto, Shuo se convierte en un invitado frecuente en la casa de la familia Wei, pero a medida que se integra más en sus vidas, comienzan a aparecer los recelos de Shuo al ver que Wei cada vez retiene más atención de los padres de aquel.
Uno de los aspectos subyacentes de la película es la política nefasta que el régimen comunista chino mantuvo durante muchos años con la prohibición de tener más de un hijo en cada familia. Este hecho es fundamental para entender la frustación de la madre de Shuo, que no pudo tener más. Por otra parte, otra pata de la dramaturgia de la película es que la sociedad china actual está basada en el éxito y la superación. El padre, biólogo, ve que las esperanzas depositadas en su hijo, que no se despega de los mandos de la consola y no se centra en los estudios, van desapareciendo hasta que hace aparición Wei, la cara opuesta de su retoño.
Atentos al primer plano de la película: Wei está haciendo barras en el patio del colegio. Es un plano fijo que dura bastantes segundos donde le vemos que está colgado. ¿Es posible que un chico de 16 años aguante tanto? Un balonazo le hace caer al suelo. A partir de ahí, todo lo que vemos sobre Wei se plantea como un triple interrogante: ¿es Wei un fantasma? La idea surge por cómo aparece y desaparece de las vidas de esta familia. ¿Es acaso la proyección imaginaria de ese segundo hijo que la madre de Shuo quiso haber tenido para llenar su vacía vida de mujer del hogar? La crítica a la política natalicia china haría más que justificada esta lectura cinematográfica de la obra de Jianjie Lin. ¿O tal vez el joven ideal que toda familia soñaría es el oponente imaginario de Shuo, que no está a la altura de lo que espera su padre? En este último sentido, se puede pensar que así es al ver la escena en que Shuo y Wei luchan en un combate de esgrima con paraguas.
Hacía tiempo que no veía una cinta tan elegante en su puesta en escena, tan perfecta en sus planos para expresar esta historia turbia y, a la vez, magnética, apoyada de un guion inteligente y sutil y de una iluminación y música que apoya la rica interpretación de una historia aparentemente sencilla. Todo un descubrimiento.
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Desert Road, una muy interesante obra sobre los bucles temporales |
Por último, querría resaltar una película que bien podría haberse llevado también el premio gordo: Desert Road (2024) de Shannon Tripplet, que también escribe el guion. Venía de haber ganado el pasado año en el Festival de Sitges el premio a mejor interpretación para Kristine Froseth. Y no me extraña porque prácticamente se carga a sus espaldas esta historia donde los bucles temporales son la esencia de la misma. Tras tener un accidente con su coche, una mujer camina por la carretera en busca de ayuda, solo para descubrir que, sin importar en qué dirección camine, siempre termina de nuevo en su coche accidentado.
La historia de esta joven te atrapa y no te suelta hasta la resolución final. Afortunadamente, el guion no sólo es ágil en la trama, sino que se detiene en dotar al personaje (sensación de fracaso vital, ilusión por ser una gran fotógrafa, etc.) de ciertos rasgos que la humanizan, huyendo de los habituales protagonistas de los que tan sólo vemos que son amenazados por tal o cual peligro.
Esto ocurre en dos películas que podrían haber sido más redondas pero cuyos personajes tienen la entidad del grosos del papel de fumar. Se trata de la francesa MadS (2024) de David Moreau y la argentina Gatillero (2025) de Cris Tapia Marchiori. Ambas tienen en común que el argumento se narra –en un tour de force– mediante un único plano secuencia. En MadS la cámara acompaña en tiempo real a Romain, un joven de 18 años, que antes de ir de fiesta, acude a casa de su camello, prueba una nueva pastilla y mientras conduce, ve e una mujer herida en el arcén y para a socorrerla. Al subir a su coche, silenciosa y con un aspecto muy extraño, empieza a comportarse de forma aterradora. Y este es solo el principio de la noche.
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MadS, una metáfora de los malos viajes que puede provocar la droga actual en los jóvenes |
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Gatillero, estimable thriller social argentino |
Gatillero (2025), por contra, tiene otras inquietudes más sociales en la Argentina. En este caso, la cámara sigue a El Galgo, un pistolero que acaba de salir de la cárcel y al que la banda que dirige La Madrina le encarga un trabajillo sencillo como es el de intimidar a un negocio que les debe dinero. Pronto descubre que la siguiente tarea le complicará la vida y la de los suyos hasta que tendrá que decidir si está con los ciudadanos honrados del barrio o con esta banda criminal que la controla con la connivencia de la policía, periodistas y políticos.
Ambas películas tratan de basar su interés en seguir con la cámara a sendos personajes, pero en mi opinión, el espectador llega un momento en que se desentiende de ellos: en la francesa, porque lo abandona por otros personajes en un intento de crear mayor expectación y sorpresa; en la argentina, porque el arranque es muy confuso y no se entiende un carajo lo que dicen los actores.
Se agradece que el FANT apueste por la comedia terrorífica. Este es el caso de la destacable película estonia Las motosierras cantan (2025), de Sander Maran, cuyo desopilante arranque hizo las delicias del público asistente en la sala. Lástima que esta versión de La matanza de Texas con intención transgresora, ritmo y momentos de humor salvaje logrados se vaya desinflando a medida que avanzamos. La comedia necesita no repetirse y llegados a mitad vemos que a Sander Maran se le empiezan a agotar las situaciones gore que en un primer momento nos sorprendieron.
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