Tardes de soledad de Albert Serra se lleva el rabo en la plaza de cine de San Sebastián
En las orejas (dirección ex aequo) hubo disparidad de opiniones, merecida para la directora portuguesa Laura Carreira por On Falling y la protestada por la faena de Pedro Martín Calero, director de El llanto
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Foto que al ganador de la Concha de Oro, Albert Serra, le habría gustado para la portada de este artículo
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Este año el jurado oficial presidido por Jaione Camborda no ha errado mucho el tiro, es más, en honor a la verdad la principal decisión, la Concha de Oro, ha dado en la diana. Según se comentó ayer en la ceremonia, los miembros del jurado han vivido estos días sin relacionarse con los equipos artísticos de las 16 películas que optaban a la Concha para evitar interferencias. Ese retiro monástico les ha debido de venir bien, pues aunque todo palmarés es opinable, no ha habido decisiones descabelladas como sí las hubo otros años, para desgracia del Zinemaldia y su historia.
Esta edición ha sido muy nutrida en protagonistas. Dice su director, José Luis Rebordinos, que de los 14 años que lleva de jefe el año que más estrellas ha concitado. La lista ha sido larga: a los Javier Bardem, Cate Blanchet y Pedro Almodóvar que acudieron a recoger sendos premios Donostia, se les unieron también tanto actores conocidos por el público (Johnny Depp, Pamela Anderson, Tilda Swinton, Monica Bellucchi o Isabelle Huppert) como directores de prestigio (Mike Leigh, Tim Burton, Rodrigo Cortés o François Ozon). Y la asistencia, a pesar de los días de lluvia y viento, sigue aumentando: más de 160.000 espectadores y más de 5.000 personas acreditadas.
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El capitán Sparrow presentaba una película que no convenció a la crítíca: Modi, Three Days on the Wing of Madness, sobre la figura del pintor italiano Modigliani en París |
Palmarés
He de confesarles que no había visto nada de Albert Serra. Iba con cierto temor. Y más al saber que, como me dijo un periodista de medio importante, él se había comido muchos truños del catalán, un tío valorado y hasta idolatrado en Francia con películas como Pacifiction (varios César), punto de inflexión en su carrera. Ya saben que los franceses les gusta elevar a los altares a los artistas, sobre todo si son de este lado de los Pirineos (forma de darnos por culo a los incultos).
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Albert Serra se toma un Vichy Catalán después de recibir buenas críticas por Tardes de soledad (Concha de Oro 2024) |
Desde que se proyectó el pasado lunes en el teatro Victoria Eugenia a las 8.30 para el pase de prensa, hubo un runrún de haber asistido a algo meritoriamente distinto y único: Tardes de soledad era un duelo en Ok Corral, pero sin la dramaturgia del western, un Gary Cooper solo ante el peligro, armado con una capa taurina y una espada frente a la muerte empitonada vestida de luto. Porque entiendes que ese duelo acabará en luto para uno o para otro. Habitualmente sabes cómo acaba el combate -como las películas de Hollywood hasta los 60-, pero no siempre está ahí la suerte del lado del torero, no siempre le sonríe.
Cuenta el director, Albert Serra, que el proyecto se lo ofrecieron hace años un amigo de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, que tenía un máster documental pero no tenía un tema para realizarlo. Ni ganas de hacerlo. Pasaron años y, al final, escogió un tema extremo, el taurino, que era lo único que le estimulaba. Serra profesa admiración (!) por directores chinos y rusos que tocan temas serios. Y el toreo es un asunto serio... más en los tiempos animalistas en que vivimos, en que ponemos ropita a las mascotas y las llamamos perrihijos, tortuhijas o gatinueras. Él quería acercarse de manera pura, inocente, aún sabiendo que sería algo controvertido.
Casting en un documental taurino
Necesitamos protagonista, humano. Pues de los otros, los astados, no se les pregunta ni se les hace firmar un documento de colaboración para un documental. La mirada de unos toros (negro azabache, mulato o zaíno, no recuerdo bien) al inicio del documental a cámara nos interpela. "No quiero participar en esto", parece decirnos. El ganadero se enfada y les dice que no les va a mantener todo este tiempo sin currar, que ya vale de vivir a cuenta ajena en la dehesa. Y los apuntan.
Pero los humanos son más suyos, salvo los matadores Roca Rey y Paco Aguado, que se ofrecieron generosamente. Hubo alguno más. La idea era ofrecer el arte taurino entre tres figuras de la fiesta. Al final se centraron en el que más interesó desde la obra documental: el peruano Andrés Roca Rey, con un magnetismo y compromiso admirable. Y la cuadrilla que le acompaña es la que es. Ahí no hubo casting. Y a Albert Serra le sonrió la suerte, porque como bien dice él mismo, "la suerte sonríe a los audaces" y algunos integrantes de la cuadrilla de Roca Rey, por ejemplo el sevillano Antonio Chacón, tienen frases elogiosas poéticas, exageradas ("la vida no vale nada") y humorísticas, que ponen contrapunto a la seriedad de lo que vemos.
Rodaje
La fascinación del documental consiste en buscar, buscar con la cámara cosas que se ven y olvidarse de los aprioris. Esta es la esencia del documental, que ahora se puede hacer porque lo digital y su producción no es tan caro como era el celuloide. El autor bañolense rueda con tres cámaras o en ocasiones con más, nunca mira el visor y apenas da indicaciones a sus cámaras, "fue un proceso de aprendizaje, de descubrir aspectos" como las conversaciones de la cuadrilla tras las faenas o previas a ellas, que le sirvieron durante el montaje para darse cuenta de que podían servir para estructurar el documental.
Rodar toros es muy difícil porque se mueven, todo es imprevisible, los operadores de cámara tenían que entender cómo podían filmar técnicamente y saber qué era lo interesante, buscarlo. Fue un proceso azaroso, largo, complicado, cada plaza de toros era un mundo para filmar. Además, una corrida puede resultar brillante o muy aburrida o la suerte de tener cogidas o no. Una obra que se ha ido creando en la sala de montaje con las imágenes rodadas. En principio querían filmar en una única plaza donde no se había filmado anteriormente con un montón de cámaras. Al final, ha sido un recorrido por muchas plazas de toros pero se quedaron con las más relevantes, por el tamaño del toro y la importancia de la faena: Vista Alegre (Bilbao), La Maestranza (Sevilla) y Las Ventas (Madrid).
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Javier Bardem recibió el sábado 21 de septiembre el premio Donostia, que no pudo recoger el año pasado
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El arte por el arte
Las fascinación de Tardes de soledad es haber sabido captar planos que, con los ojos humanos, no pueden verse porque estás lejos, no tienes la concentración necesaria, u otra razón. Serra nos sumerge en una atmósfera y desde una perspectiva nunca vista, como si tuviera algo de mágico, burlesco, admirativo y cruel a la vez. La realidad y lo extrañamente antropológico de lo que acontece se enfrentan como el toreo y el macho bovino.
¿Cuál es el mérito artístico de este documental? La mirada y el sonido (gracias a los micrófonos inalámbricos de 5 horas de duración). Por un lado, un intento de mostrar algo distinto, único hasta la fecha e inmersivo. Y mira que es difícil por cuanto Canal + ha ofrecido cientos de corridas durante años y años. Y, por otro, que tanto taurinos como antitaurinos pueden verla desde su burladero mental.
Serra en su documental elide al público, lo folklórico y lo sociológico, que ya estaba visto otras veces. Tan sólo dejar ver la arena, los picaderos, burladeros y, como mucho, el callejón, la furgoneta donde va con Roca Rey la cuadrilla, hoteles, donde se viste Andrés Roca (fascinante esa manera de vestirse que parece una señorita apunto del sacrificio ritual). Y una mujer, sólo una, que llega a hacerse una foto con él... por admiración.
Recuerdo la anécdota que tuve al salir de la sesión con un compañero. Él juraba y perjuraba que Tardes de soledad era una brutal denuncia contra lo taurino, donde el director nos mostraba la crueldad del hombre martirizando a un animal, rodando las lágrimas del tauro boqueando su último aliento de vida. Yo, por contra, no era partidario de esta visión con anteojeras y le aseguré que iría a la rueda de prensa para escuchar las palabras del director, en la creencia de que sí había cierta visión admirativa, no exenta de los momentos de crueldad que existe en la tauromaquia. La música con tono fúnebre del final del documental, al acabar la faena, parecía corroborar la opinión de mi compañero. Pero no lo veía yo nada claro. En la rueda de prensa, Conchita Casanovas de RNE pregunta a Albert Serra sobre su posicionamiento de la tauromaquia según lo visto en el documental y su respuesta fue:
"No, sí que se posiciona (el documental) un poco, en el sentido de que, digamos, se nota un cierto aprecio por la tauromaquia. Esto es indiscutible, pero al mismo tiempo la honestidad del relato hace que todos los elementos visualmente más interesantes estén con toda su expresividad y viveza, con algo de humor e ironía. Hay cierta fascinación por el tema y, bueno, un cierto aprecio incluso por el protagonista principal por su compromiso, pero, al mismo tiempo, no se renuncia a hacer una película de arte en sí misma y que tiene que tener esos elementos propios que no están al servicio ni de una causa ni de nada. Están al servicio del cine".
Resto de premios del palmarés
La Concha de Plata a la mejor dirección ha ido a parar ex aequo a dos debutantes: Laura Carreira y Pedro Martín Calero por sus respectivos trabajos en On Falling y El llanto. Loable es que empujen las carreras incipientes de directores, pero si Carreira muestra cierta solvencia en describir el desmoronamiento de una joven portuguesa que curra en una especie de Amazon en Escocia, lo del Martín Calero me parece más cuestionable. Y la idea de esta historia de terror (la presencia de una figura extraña y fantasmal en la vida de varias mujeres en lugares y tiempos distintos con un denominador común: violencia de género) pesa más, sospecho, que las cualidades del realizador vallisoletano.
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Patricia López Arnaiz, ganadora a mejor actriz protagonista por Los destellos
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La tercera obra de Pilar Palomero, Los destellos, se llevó la Concha de Plata a la mejor interpretación protagonista. Patricia López Arnaiz cumple de sobra en un papel que le va como anillo al dedo. Tenía este año fuertes rivales: Noémie Merlant (Emmanuelle), Mariane Jean-Baptiste (Mi única familia) o Joana Santos (On Falling). Tal vez sepa a poco este premio, pues era una de las historias que más habían convencido. Isabel debe afrontar el cuidado de su exmarido, del que se separó hace ya quince años, por petición de su hija común. Un viaje doloroso pero lleno de ternura y sanación a la vez y que servirá para el crecimiento de madre e hija.
Los dos premios que se llevó Cuando cae el otoño de François Ozon me parece a todas luces excesivos. Nada que decir a la mejor interpretación de reparto para Pierre Lottin que hace de hijo de una amiga de la protagonista, Michelle, una abuela que vive una
jubilación tranquila en un pueblecito de Borgoña. Sin embargo, el Premio del Jurado al de mejor guion a Ozon y Philippe Piazzo me parece que no está a la altura. Ozon ya ganó este premio, junto a la Concha de Oro por En la casa en 2012. Más se lo merecía, por ejemplo, Cónclave de Edward Berger, un absorbente thriller sobre la elección de un nuevo papa con un final sorprendente. Berger ya se lo temía y tan sólo vino él a promocionarla. No pasa nada, recaudará mucho más que el conjunto de muchas de las que han participado en la sección oficial.
Nada puedo decir al galardón a la mejor fotografía a Bound in Heaven, la película china y ópera prima de Huo Xin, pues no pude verla. En opinión de muchos, una obra notable y conmovedora sobre un enfermo terminal y una mujer atrapada por la
violencia, historia de un amor que sobrevive a los estragos de la
muerte y un fugaz destello de vida entre sus sombras.
El Premio Especial del Jurado, el segundo en importancia, recayó en la norteamericana The Last Showgirl dirigida por Gia Coppola, que se pudo ver el último día del festival. Un tanto extraño esta elección, pues reconocía el trabajo de su elenco de actrices y actores -entre quienes figuran Pamela Anderson, Kiernan Shipka, Brenda Song o Jamie Lee Curtis- "por su alta calidad interpretativa, repleta de verdad y de matices, que con gran sutileza y contención acerca a los sentimientos de un grupo de personas que debe enfrentarse a un oficio que se pierde, a un mundo que se acaba", indicaba el acta.
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On Falling de Laura Carreira, ganadora del premio mejor directora, fue una de las películas destacadas del certamen
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Otros premios oficiales
Tan sólo queda destacar que el Premio Nuevos Directores fue a parar a Bagger Drama (Suiza), segunda película de Piet Baumgartner. El Premio Horizontes fue para El jockey, filme de Luis Ortega con el que competirá Argentina en los Oscar y que participó en la última Mostra de Venecia, mientas que el Premio Zabaltegi-Tabakalera recayó en otro título programado también en Venecia, April, segundo largometraje de Dea Kulumbegashvili, cuyo debut Beginning (2020) ganó la Concha de Oro.
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Festival pasado por agua pero con glamour.
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