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domingo, 9 de febrero de 2025

Los Goya 2025

Dos por el Goya de uno

La infiltrada y El 47 se llevan ex aequo el Goya a Mejor Película


 

Arantxa Echevarría sorprendida ante el inesperado final ex aequo

 

Este año la 39 edición de los Goya tiene lugar en Granada, la quinta ocasión en que Andalucía acoge este certamen de la "Fiesta del Cine Español".

Y aquí estoy delante del televisor de plasma dándole a la tecla para que mañana mis numerosos lectores que hayan preferido leer un libro, escuchar a Mozart o echar un polvo con su señora sepan lo que ha pasado. Les aviso que la inmensa mayoría perderán, pero harán como si la vida siguiese igual. ¿O no?

Arranque musical: Zoe Bonafonte, Pepe Lorente, Cristalino, Luis Tosar y Daniel Ibáñez salen cantando "Bienvenidos" junto a Amaral. Y ¡cómo no, Miguel Ríos dejando las vendas de momia en el ataúd también hace aparición en el escenario!

Salen las presentadoras: Maribel Verdú y Leonor Watling. La primera de plata, la segunda de blanco satén con arabescos dorados. Hacen las presentaciones de rigor, un poco sosainas. Pero eso hay echárselo en cara a los guionistas. Porque ellas no improvisan. Y cuando lo hacen es del tipo: "¡Vaya nivel, Maribel!".

El Goya a Mejor Actor de Reparto es para Salva Reina por El 47. Hace aspavientos y alza los brazos como si hubiera ganado el Goya. Ah, que lo ha ganado. Bueno, como si no se lo creyera: "Todo es posible en Granada. Te quiero, papá. Es tu cumpleaños". Va con pantalón negro y chaqueta blanca con bordes negros. Está guapo, con ese pelo abundante y un poco canosillo. La pajarilla negra sobre la camisa blanca realza el contraste, como un damero. Le tocan la música porque no calla. "¡Ninguna persona es ilegal!", lanza la primera proclama política de la noche.

Mejor Diseño de Vestuario es para Arantza Ezquerro por La virgen roja, donde el rojo no aparece en toda la película salvo en dos detalles. Viste con falda larga negra y una pieza que parece una bolsa de plástico con esas protuberancias que oímos estallar al apretarlas. Está mona.

Mejores Efectos Especiales va a parar a El 47. Más del 80% de los planos están tratados con digital para recrear la Barcelona de los 70 y que no chirriase mucho con el material de archivo utilizado. El barrio de Torre Baró empieza a sonar esta noche y el catalán también.

El premio a Mejor Canción Original va a Los Almendros cantada en el documental La guitarra flamenca de Yerai Cortés

Mejor Actriz Revelación es para Laura Weissmar, protagonista de Ave María. Habla cinco idiomas pero yo no la entendí en español cuando la proyectaron en la Seminci. Eso sí, el vestido, que no tapaba el sobaco lleno de pelos ni las marcas de tatuaje, tenía su puntito de originalidad. Las pestañas son laaaargas. Y entre un ataque de pánico logra sostener un vestido de tirantes con unos soportes que sobresalen de manera "horror picture show". 

Goya de Honor es para Aitana Sánchez Gijón. Lo presenta y lo entrega Maribel Verdú, porque se conocen desde pequeñas. "Te quiero porque eres luz y talento", comenta Maribel, y se emociona tanto que tiene que hacer una pausa. ¿Demasiada emotividad? Tal vez. "Resistir en la cumbre es verdaderamente un reto. Este no es un Goya de Honor, sino de Amor", clama la Verdú. Vemos en pantalla esos resúmenes de los trabajos de la hermosa Aitana. Y es en estos momentos que sabes que tú, maldito cronista de blog, no has vivido tanto ni lo vivirás. 

El aplauso es largo. Ella con un vestido de escote palabra de honor y de franjas negras y azul lo que sea verticales está hermosísima. El plano general le hace justicia, más que el primer plano. Se lo agradece al presidente de la Academia, Fernando Méndez Leite y "al amor de su vida, Richard Gere", que lo tiene delante. Recuerda a Bigas Luna, ya fallecido, director con el trabajó. Además de con otros 40. Quiere recordar a Patricia Ferreira fallecida, y una de las cuatro mujeres directoras con las que ha trabajado. No deja de faltar el mensajito feminista. Y, cómo no, la consabida retahíla de...

 

Goya de Honor 2025 a Aita Sánchez Gijón, abrazando a Maribel Verdú.


En este preciso instante la llamada de mi aita. Como ustedes comprenderán, cuando una persona añosa te llama no suele ser para nada agradable. No respira bien, taquicardias, que vaya. Uno va con la convicción de que ya no va a seguir en directo la ceremonia. Afortunadamente, la ambulancia con sus dos técnicos de emergencia sanitaria no tardan mucho. Le atienden y le hacen las consabidas preguntas: medicamentos, síntomas, desde cuándo... Le auscultan, le toman pulso y oximetría. Vaya, lo que parecía una crisis de ansiedad (era mi diagnóstico), ahora resulta que, según la ATS, no oxigena bien. Al hospital en ambulancia. ¿A que no esperaban este giro de guion? Esperen hasta el final, hay otro más.

Llego al hospital a las 23:59. Y me dan un tique: F-IGC1. Ahora a esperar a que la dichosa combinación salga por la pantalla para acudir a donde tu aita está: en boxes. ¿Y los Goya? Pues voy mirando el móvil. Uno quiere evadirse de la realidad y volver a Granada, tierra soñada por mí. 

En el trayecto de ida, tras la ambulancia, sintonizo la única emisora de radio que lo retransmite: RNE. Oigo las voces de Yolanda Flores (empalagosa), Elio Castro (¿expulsado de la SER?) y Conxita Casanovas (incombustible) relatando lo que acontece. Ya me he perdido saber que Pepe Lorente ha logrado Mejor Actor Revelación por La estrella azul. Afortunadamente, la que para mí es la mejor película lograría esta noche otro premio más: Mejor Dirección Novel a su director el maño Javier Macipe. Como no la produce RTVE ni Atresmedia Cine ni MediaPro ni El Deseo, pues ajo y agua. Los valores artísticos se los meten entre el fajo de sus billetes.


Pepe Lorente (izq.), Goya al Mejor Actor Revelación junto a Jose Antonio.


Las voces de radio auguran que si la Mejor Dirección de Producción había ido a parar a El 47 era predecible que ahora con el premio a Mejor Dirección Artística fuera también. Fallaron. Fue para el bilbaíno Javier Alvariño por La virgen roja (también lograría otro Goya para el vestuario). Nawja Nimri no estaba nominada, incomprensible.

En la pantalla aparece el F-IGC1. Voy a boxes. Una médico residente me informa de que las constantes están bien. Oxigena al 100%. Puede que la ATS midiera mal la oximetría con el aparatito en el dedo. Me dice que le harán dos pruebas más: electro y rayos X.

Estar en boxes de acompañante es como estar en la silla del Palacio de Congresos de Granada durante tres horas treinta y siete minutos, lo que duró, sin estar nominado. No puedes moverte, salvo para ir al baño o acompañar al paciente. Vienen enfermeras que ponen electrodos y al destapar la sábana exclaman un "vaya": la visión de un conejo enchufado a un pito que quiere solo miccionar. Me dice que no puede orinar, que tiene miedo a hacérselo en la cama. Le comento que compruebe que lo tiene metido en el conejo. Pero no puede porque sus manos están "ocupadas" con sendos instrumentos médicos. La idea de tener que coger el miembro me horroriza. En el box uno se siente solo. Sabes que los facultativos y demás personal sólo harán ciertas actuaciones. En lo demás, tú eres el que tienes que apechugar con tu pariente enfermo. 

Durante este tiempo en el box, me pierdo saber que Almodóvar sólo ha logrado arrancar a los académicos para su obra La habitación de al lado tres cabezones: guion adaptado, fotografía (Edu Grau) y el que va a parar al omnipresente donostiarra Alberto Iglesias por la BSO (lleva 12 cabezones de 19 nominaciones). Abusón.

Nos dan el alta. Le visto a mi aita y, de camino a casa, aliviado y contento porque mi pronóstico médico de crisis de ansiedad era el acertado, vuelvo a sintonizar Radio Nacional de España. Veo que estamos en el final de la ceremonia. Por el camino, se han celebrado los premios a Eduard Fernández (Marco), Carolina Yuste (La infiltrada), la dirección a Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez (Segundo premio), guion original a Eduard Sola (Casa en llamas) y actriz secundaria a Clara Segura (El 47). Como ven todo muy repartido, como los décimos de lotería.

Las voces de RNE me anuncian que llegamos al momento final de la noche. Belén Rueda es la encargada de abrir el sobrecito. Se le oye decir: "Y el Goya a Mejor Película de este año es para... El 47". Y cuando todo parecía ya decantado oigo decir a Conxita Casanovas que parece que hay un nuevo suceso La la land*. Pero no. Por primera vez en 39 ediciones se da el fenómeno de que el premio mayor es ex aequo: la directora bilbaína Arantxa Etxebarria se levanta jubilosa de su asiento porque Belén Rueda lanza un grito, que apenas se le escucha en la retransmisión, de que su La infiltrada ha puesto una pica en Granada junto a la película de Marcel Barrena. 

Ya ven que esta 39 edición nadie se ha ido de vacío. Me atrevería a decir que ha sido el más repartido. Mi amigo E. ya no podrá decir que nadie ha visto esas dos películas ganadoras, pues La infiltrada ha sido vista por más de un millón trescientos mil espectadores y El 47 por más de medio millón. A mí me queda la espinita de que no haya triunfado La estrella azul de Javier Macipe. 

Richard Gere opacó las ausencias con su premio al Goya Internacional. Ahora es uno de los nuestros ya que "España es mi nuevo hogar". Bien mirado, si los académicos no han echado en falta a Pedro Almodóvar (accidente doméstico), Penélope Cruz (gripe), Tilda Swinton, Julianne Moore ni a Karla Sofía Gastón (cancelada por el wokismo y que no pudo recoger el premio a Mejor Película Europa a Emilia Pérez), tampoco a mí delante de la pantalla. Peor habría sido tener que sentir desde esta noche la ausencia de mi aita.


* En la entrega de los Oscar de 2017, Faye Dunaway leyó una tarjeta que correspondía al premio a mejor actriz que se había dado antes (fue para Emma Stone por La la land). Dunaway, que había recibido el sobre de su copresentador, Warren Beatty, leyó el título de la película. Luego se dieron cuenta de que en el verdadero sobre, la película ganadora era Moonlight. 


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